Iquiqueña rescata velas de parapente en desuso para confeccionar cortavientos
Hace dos décadas, Paula Orrego se adentró en EE.UU. en el reciclaje y al llegar a Chile vio en el parapentismo una chance para idear moda sustentable. Con su empresa Eco-Wing le da nueva vida a esta tela.
Ignacio Arriagada M.
Cuando el avión alcanzó la altura necesaria para iniciar el retorno a Chile, Paula Orrego sintió el deber de agradecer lo que aprendió durante las dos décadas que vivió en Estados Unidos. Entre todas las experiencias y hábitos que había adoptado, se propuso seguir con una de ellas en su país natal, y era reciclar todo lo que fuera posible. Sin embargo, apenas llegó a Iquique presenció una cruda realidad: los vertederos estaban atestados de ropa.
"Cuando llegué en 2020 y vi el grave impacto ambiental que estaban generando los productos textiles en Alto Hospicio, yo estaba gestionando la validación de mi título de tecnóloga médica. Por varios factores, no se pudo y, a raíz de esa limitación, sabía que no podía quedarme de brazos cruzados y decidí emprender utilizando las prendas que estaban en este vertedero", recuerda Paula Orrego.
Al llegar al cerro de ropa en Alto Hospicio tomó unos jeans y otros textiles. De vuelta en su casa, colocó una máquina de coser semi industrial en el comedor y, gracias a las técnicas de costura que su abuela le había enseñado desde los 6 años logró transformar las prendas en desuso en mochilas y bananos, que exhibió en sus redes sociales, despertando el interés de amigos, familiares y conocidos por adquirirlos. Ese auspicioso escenario condujo a Paula a ir con mayor frecuencia a los vertederos de la ciudad a rescatar lo que para mucho era simplemente basura.
"Yo pesaba toda la ropa que sacaba de los vertederos y lo anotaba. Llegué a cuantificar unas tres toneladas de ropa. Eso, hasta que un hecho fortuito lo cambió todo", precisa la iquiqueña, hoy de 50 años.
El inicio del vuelo
A inicios de 2024, su esposo, el piloto de parapente Jimmy Rodríguez, recibió una llamada. Era uno de sus amigos, quien practicando ese deporte sufrió una caída. Cuando llegaron al lugar, ella se percató que la vela estaba rajada.
"Le pregunté que qué hacía cuando ocurría esto. Él me respondió que no tenía arreglo y que la desechaba. También me explicó que debía botar aquellas velas que cumplían su ciclo de vida, específicamente con las horas de vuelo, ya que al perder la porosidad quedan inhabilitadas por no dar la seguridad que corresponde. Al escuchar todo esto me surgió la idea de hacer algo", rememora Paula.
Al rato, la tecnóloga médica se propuse indagar sobre la tela del parapente, llamada ripstop. Llegó a videos y a textos que detallaban que ese material era térmico, liviano, resistente e impermeable al agua y al aire. Asimismo dio con su valor comercial: el metro cuadrado costaba unos $26.000.
"Como en Iquique el parapentismo se da mucho, las velas deben ser cambiadas muy seguido, ya que están aptas para unas 200 a 300 horas de vuelo. Como muchos pilotos botan las velas y como yo había leído sobre lo espectacular de su tela, vi una oportunidad para hacer algo", reconoce la emprendedora.
Buscando opciones para aprovechar al máximo las bondades del ripstop dio con los cortavientos. Le compartió su idea a los pilotos y estos comprometieron donarle las velas a cambio de una de esas chaquetas. El primer parapente, de 80 metros cuadrados, lo llevó a su casa, donde tardó seis horas en extraer todo el textil y tres días en fabricar el primer producto. Con lo retazos confeccionó mochilas y bananos. En paralelo, formalizó su emprendimiento, al que llamó "Eco-Wing".
"Como cada vela tiene su historia, su aventura y horas de vuelo en otros países, yo decidí incorporarle a cada producto un código QR. Entonces el comprador lo escanéa y lo dirige al perfil del piloto que donó la vela y también accede a fotos y videos del parapente en pleno vuelo", detalla.
Paula Orrego admite que en un principio la fabricación de cortavientos se vio limitada por la falta de herramientas y equipamiento idóneo. La necesidad de recursos para invertir en su proyecto la llevó a participar en el campeonato Nada Nos Detiene Tarapacá 2024, donde logró obtener el primer lugar y un premio de diez millones de pesos. Con la plata, dice, compró máquinas de coser profesionales y transformó una habitación de su casa en un taller equipado.
Actualmente, la iquiqueña produce entre 30 y 40 cortavientos mensuales, cuyo ripstop proviene de parapentes de 80 mt2. Los compradores son, en su mayoría, deportistas y personas que gustan de lucir colores y diseños disruptivos.
Eco-Wing celebró recientemente un hito con el cual captó la atención del mundo del parapente. El chileno Raúl Petit, quien goza del récord mundial del vuelo más largo del mundo, desde Antofagasta a Iquique (casi 10 horas), donó la vela con la que logró la hazaña.
Si bien el emprendimiento recién se dirige a su segundo año de vida, Paula Orrego asegura que trabajará hasta situarlo como un referente nacional de la economía circular.