Protección de la vida silvestre
Este mes se celebró el Día Mundial de la Vida Silvestre, que fue proclamado en 2013 por la Asamblea General de las Naciones Unidas para rememorar la firma de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) en 1973, una fecha para reflexionar sobre la importancia de la biodiversidad y la necesidad urgente de proteger los ecosistemas.
La vida silvestre no solo representa una riqueza natural invaluable, sino que también desempeña un papel fundamental en el equilibrio del planeta.
Sin embargo, como plantea Carolina Contreras, académica de Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía de la Universidad de Las Américas, en las últimas décadas, la acción humana ha generado un impacto devastador en los hábitats naturales, alterando el delicado balance ecológico que sostiene la vida.
La expansión descontrolada de la actividad humana ha causado la pérdida de bosques, humedales, arrecifes de coral y otros ecosistemas vitales. La deforestación, impulsada por la agricultura intensiva, la urbanización y la tala indiscriminada, han reducido drásticamente el ecosistema de innumerables especies, llevándolas al borde de la extinción.
A esto se suma el tráfico ilegal de fauna y flora, una industria clandestina que ha reducido poblaciones de animales emblemáticos como el rinoceronte, el tigre y el elefante.
En nuestra región hay una gran cantidad de vida silvestre, desde los humedales costeros, hasta la precordillera y los bofedales del altiplano, con una rica y variada flora y fauna silvestre, en muchos casos única y endémica.
El cambio climático agrava aún más esta crisis, alterando patrones y afectando los ecosistemas.
Proteger la vida silvestre no es solo responsabilidad de los gobiernos o las organizaciones ambientales, sino de cada uno de nosotros. Pequeñas acciones como evitar productos que contribuyan a la deforestación, apoyar iniciativas de conservación, disminuir el consumo de plásticos y fomentar la educación ambiental, pueden marcar la diferencia.
La clave está en adoptar un estilo de vida sostenible y respetuoso con nuestro planeta.
"La vida silvestre no solo representa una riqueza natural invaluable, sino que también desempeña un papel fundamental en el equilibrio del planeta".