Regularizar para destruir la legalidad
El anuncio del gobierno de una "regularización acotada" para 182 mil migrantes empadronados es una decisión ideológica, irresponsable y profundamente dañina para el país. No es más que un "perdonazo" que premia la ilegalidad, envía señales erróneas a los países de origen y pone en jaque la cohesión social y económica en Chile.
En años anteriores, los procesos de regularización respondían a criterios justos. En 2018 se regularizaron cerca de 100 mil migrantes que ingresaron legalmente al país y vieron vencida su visa. En 2021, se realizó otro proceso de regularización por ley, beneficiando a 200 mil casos que cumplían con el requisito fundamental: haber ingresado legalmente.
Lo que propone el gobierno de Boric es lo opuesto: otorgar visas a quienes ingresaron de manera clandestina, trabajaron sin autorización. Se está premiando al migrante que violó la ley y se incentiva que otros sigan el mismo camino. Desde 2022, más de 120 mil extranjeros ingresaron ilegalmente al país, alentados por un gobierno que carece de voluntad y capacidad para gestionar las expulsiones y que no tiene problemas con el descontrol migratorio.
El argumento de la "seguridad" planteado por el subsecretario Cordero es falaz. Identificar y empadronar no es lo mismo que integrar. Además, afirmar que no hay "efecto llamado" contradice toda la evidencia empírica y el sentido común. Países como Australia, que imponen sanciones severas a empleadores que contratan irregularmente, han demostrado que una política firme disuade la migración irregular. En Chile, en cambio, se prioriza al clandestino por sobre el migrante regular y el propio ciudadano, generando tensiones en salud, educación, vivienda y empleo.
No se trata de cerrar las puertas ni de negar la migración, sino de establecer reglas claras y respetarlas. Regularizar a miles de clandestinos no resuelve el problema; lo perpetúa. Debemos alzar la voz frente a esta medida ideológica e injusta, que recuerda la estrategia de los indultos navideños: decisiones polémicas tomadas en la distracción de las fiestas. El país necesita un gobierno que defienda el orden y la justicia, no uno que premie la ilegalidad.
"No es más que un 'perdonazo' que premia la ilegalidad, envía señales erróneas a los países de origen y pone en jaque la cohesión social y económica".
Luz Ebensperger,, senadora