"Los incendios se apagan con logística, no con plata ni con leyes"
Visitó las zonas afectadas y comenta que le sorprendió "la ausencia del Estado". Dice que desde hace 10 años se sabe lo que hay que hacer para prepararnos mejor ante estos eventos, pero "los cambios no han sido aplicados".
Luciana Lechuga
Incendio de comportamiento extremo es un término que veremos con mayor frecuencia en los próximos años, advierten los expertos. El factor humano es el responsable: tanto por nuestra injerencia en el cambio climático como por la baja implementación de medidas efectivas de prevención, que consideran un amplio universo de factores que incluyen una mala "interfaz urbano-rural" (muy cerca y poco regulada en algunos casos) como una institucionalidad débil para gestionar el manejo del combustible, en este caso, la vegetación propensa a quemarse.
Desde hace años el consultor en gestión de emergencias Michel De L'Herbe analiza causas y efectos de los incendios forestales, y participa como invitado experto a comisiones del Congreso para aportar su experiencia.
Por ejemplo, en mayo pasado expuso sobre la fragilidad del sistema de alerta SAE para evacuaciones masivas, una medida que calificó como "para la galería" y un "manejo cosmético comunicacional", dado que carece de algo fundamental en emergencias: no solo la necesidad de redundancia del aviso de alerta, sino que "nadie se pregunta si la telefonía celular está disponible en la zona" y que no ofrece información de por dónde evacuar. Además, dice hoy, "¿qué pasa con los adultos mayores?".
Visitó las zonas de Valparaíso afectadas por los incendios y cuenta que lo que más le impactó fue la "ausencia del Estado de manera oportuna y efectiva dentro de una primera respuesta", lo que ha obligado a la organización ciudadana más allá de la solidaridad. Lo ocurrido también devela la necesidad de cambiar la forma en que se registran estos eventos: "Este incendio, desde el punto de vista de su magnitud en superficie, no va a quedar ni siquiera entre los 50 incendios más grandes, pero es el más catastrófico y mortífero de la historia en materia de costo en vidas. Pero el indicador principal en Chile para incendios forestales sigue tomando en cuenta la superficie".
-Muchos son generales después de la batalla, pero desde un punto de vista juicioso y posible, ¿qué se pudo hacer mejor en términos de prevención, incluyendo las alertas?
-Nadie está obligado a lo imposible y esa es una máxima que debe estar siempre presente al momento de los análisis, pero se deben tomar en cuenta las advertencias, los pronósticos, las recomendaciones que existían. ¿Qué nos decía el pronóstico para esta temporada? Nos decía "mayor disponibilidad de combustible, clima extremo, sequía extrema de larga data". Durante la semana anterior tuvimos varios incendios de comportamiento extremo en las mismas condiciones, con evacuaciones en Navidad y otras localidades de la Sexta y Séptima regiones; también en la Región de Los Lagos. ¿No debiéramos habernos puesto en alerta? La gran catástrofe de la Región de Valparaíso llega al final de una semana altamente compleja. El contexto estaba anticipado desde primavera, pero también durante la experiencia de la última década: de las últimas diez temporadas, seis habían sido récord histórico en superficie (quemada) desde que hay registro en Chile. La pregunta es si hemos sido capaces de aprender de ello.
Es fácil ser general después de la batalla, pero el dato histórico es que ya se establecía hace más de una década la necesidad de cambiar nuestra configuración de combate, por ejemplo, aumentando las capacidades entre 8 y 10 mil litros con aeronaves versátiles, invertir en dispositivos MAFFS II, que habilitan temporalmente a los C-130 para combatir incendios forestales con descarga de 10 mil litros. Fue polémica el año pasado porque no se habían comprado los kits. Todavía no se compran. Seguimos con una configuración de combate donde el 80% de las aeronaves son más bien livianas.
Las condiciones eran conocidas, fueron anticipadas por Conaf (Corporación Nacional Forestal) a principios de primavera. Además, el conocimiento del cambio climático nos demuestra que pocos incendios en ciertas condiciones se propagan de manera muy rápida y son capaces de generar grandes catástrofes como la de la Quinta Región. Por lo tanto, el contexto era conocido, no es repentino. Las propuestas estaban instaladas, pero los cambios no han sido aplicados.
-¿Qué zonas de la Región Metropolitana considera críticas como eventual foco de un incendio de alta magnitud?
-Tenemos muchas. Lo vemos permanentemente en Curacaví, Melipilla, que son altamente afectadas por la sequía y las altas temperaturas. Pirque, Huechún, e incluso el Parque Metropolitano o San José de Maipo. A esta altura no hay que preguntarse qué aprendemos de este incendio: lo que queda en evidencia es la fragilidad de nuestro sistema de emergencia. Los incendios se apagan con logística, no con plata ni con leyes, pero institucionalmente tenemos un sistema fragmentado. Se lleva más de una década discutiendo el cambio institucional de Conaf.
-¿Qué es lo que más lo impactó en su visita a la zona afectada?
-Lo que más me impactó es la ausencia del Estado de manera oportuna y efectiva dentro de una primera respuesta. Eso establece un escenario muy complejo, porque cuando se manejan mal las emergencias se tiende a generar un proceso espontáneo de organización que entra en contradicción con la institucionalidad formal. Y se está agravando seriamente, porque la gente no se siente escuchada. Hemos visto disparos en las noches, porque la gente empieza a organizarse como ellos creen que es necesario, sin dirección. Me tocó estar en una casa a eso de la una del día, me presentan a la familia y en una habitación dormía un joven, de poco menos de 30 años, que había pasado toda la noche haciendo vigilancia con otras personas del barrio por miedo a los robos. En estas emergencias hay hasta robo de escombros, porque todo se valoriza. Y ahí hay ausencia del Estado. En una de las zonas más afectadas una persona andaba con mascarilla y le pregunté quién se la dio. Era suya. Es un nivel de precariedad... Cuando un Estado requiere reunirse en un comité como los Cogrid (Comité de Gestión del Riesgo de Desastres) para definir si reparte mascarillas, no tiene lógica. Deben repartir mascarillas, equipos de protección ocular, agua. Para eso no se requiere un comité.
-Chile es un país de erupciones, aluviones, terremotos, inundaciones y últimamente incendios forestales de enorme magnitud. ¿Cómo debemos prepararnos?
-Con preparación comunitaria y organización comunitaria. El tema es que el programa de organización y entrenamiento comunitario de Senapred (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres), pero que también era de la Onemi, este año tiene 80 millones de pesos para todo el país, para todo el año.
[Michel de L'herbe, consultor en gestión de emergencias]