La revolución digital ha trascendido fronteras, remodelando no solo la forma en que vivimos, sino también cómo trabajamos y nos educamos. En este río de transformación, un destacado 84% de personas encuestadas en el último estudio de Rankmi, líder en gestión de Capital Humano, proyecta que las futuras vacantes laborales estarán concentradas en el área de tecnología. Este dato no solo refleja una tendencia, sino que también redefine el mapa de perfiles profesionales demandados.

La inteligencia artificial (IA) y las tecnologías emergentes, presentadas como amenazas en algún momento, se posicionan ahora como impulsores cruciales del empleo. De esta manera, desafían la preconcepción de que las máquinas reemplazarán por completo a la fuerza laboral humana. Esta es una señal clara de que la tecnología se integra en la esencia de nuestras actividades cotidianas y es el motor detrás de los trabajos del mañana.

Manuela Iglesias, Head of Analytics & AI de Rankmi, destaca un desafío clave para las organizaciones: integrar efectivamente las nuevas tecnologías. La capacitación de los colaboradores se torna esencial, pero también se subraya la necesidad de atraer profesionales con formación específica en tecnología. La IA está en camino de convertirse en una habilidad esencial para los trabajadores del futuro.

La llamada a la capacitación continua resuena fuerte, especialmente cuando se evidencia que aquellos con formación académica en inteligencia artificial tienen más probabilidades de encontrar empleo y obtener salarios más altos. Este cambio en la naturaleza del empleo no solo requiere habilidades técnicas, sino también una actitud abierta a la formación y adaptación constantes.

En ese contexto, el desafío es para todas las casas de estudio de Tarapacá, que sigan actualizando sus mallas curriculares y entreguen formaciones académicas a los estudiantes locales en sintonía con los últimos avances en tecnología.

Estamos en la cúspide de una nueva era laboral, donde la tecnología es la fuerza motriz. La IA no solo es un término de moda, sino un conjunto de habilidades cada vez más necesario.

"Estamos en la cúspide de una nueva era laboral (...) La IA es un conjunto de habilidades cada vez más necesario".

Se podría auscultar buena parte de lo que somos a través de la construcción de una genealogía de los trajes de baño. Y no es necesario ir a Atenas o a Roma. Pensemos en Iquique, y como nuestros bañistas, como quien va a una fiesta de gala, compra para lucir, su mejor traje de baño.

En fotografías en blanco o negro se puede observar en el Colorado, Cavancha o Bellavista mujeres con esos atuendos tejidos por generosas manos. Y para los varones humildes shorts o simplemente calzoncillos para capear el calor y uno que otro tumbo. El problema era después de sortear esos litros de agua. Con una mano agarrando la prenda, para evitar que naufragara en ese mar que no siempre nos bañaba tranquilamente.

Nuestras playas eran verdaderas pasarelas. Y me temo que siguen siéndolas. Habitan en nuestras memorias los famosos trajes de baño marca Catalina. En otro tono los jeans cortados para salir del paso. El prestigio estaba dado por la marca y sobre todo por el par de conchas colgantes recogidas en el fondo cavanchino.

Por las mañana Saint Tropez, donde la Bardot nunca se bañó, cierta élite local tendía grandes toallas para adquirir ingenuamente un bronceado que se pensaba, se logra echándose un poco de Coca-Cola. El quitasol era arrendado donde Tonko Mitrovic. Al otro extremo, la infancia se hacía a la mar con quiltros incluidos. Se hacían playitas, y en la arena cruzando los dedos de la mano se confeccionaba el Superman. Así lo creíamos. Los más osados hacían lobitos o embarcados en grandes cámaras se enfrentan a las grandes olas, que siempre, vaya a saber uno porqué, vienen de a tres. Reinaba el silencio. Llegó el bikini y luego la sunga. No se ponía la música que hoy nos invade. Y los comerciantes eran uno o dos. Sobreviven los helados Constenla, a pesar de tanta industria. Al parecer el vendedor de berlines se nos esfumó o se lo llevó una ola de la modernidad.

Tener la playa en el centro de la ciudad es un lujo que hay que valorar.

"Nuestras playas eran verdaderas pasarelas (...) tener la playa en el centro de la ciudad es un lujo que hay que valorar".

Bernardo Guerrero,, sociólogo Unap

Las temperaturas en Iquique siguen subiendo y una muy buena opción es ir a refrescarse a Cavancha o Chanavayita, los únicos balnearios autorizados. Por lo mismo, la recomendación es cuidarse y evitar una insolación.

Sin licencia

En varios hechos policiales de los últimos meses es cada vez más frecuente que los detenidos no tengan licencia de conducir. Con la facilidad que hay para conseguir un auto en la región, preocupa que existan choferes sin la autorización necesaria para manejar.

Turista más austero

Si bien durante este verano Iquique ha demostrado que sigue siendo un destino atractivo para turistas, muchos gremios aseguran que ahora el viajero nacional y extranjero es más austero y busca las opciones más económicas, tanto para alojar y comer.