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-Para la derecha era una derrota más o menos predecible. Salvo algún optimista delirante era más o menos claro que el A Favor iba a perder por un margen más o menos amplio como ocurrió, que fueron 10 o 12 puntos, que son números bien calcados a la segunda vuelta en que Gabriel Boric le ganó a José Antonio Kast. Y lo que abrió fue una pugna por la hegemonía al interior de la derecha, lo que no habría ocurrido de ganar el A Favor. Parecía claro que la hegemonía de la derecha iba estar más en el Partido Republicano y particularmente en José Antonio Kast, que ganó largamente la primera vuelta con 29 puntos y la elección del 7 de mayo, donde arrasó, que en Chile Vamos. El hecho político que se genera a partir del resultado es que en Chile Vamos hay ganas de ir a disputarle esa hegemonía a José Antonio Kast.
José Antonio Kast, que tenía dos hitos en los que había ganado mucho poder interno, retrocedió en términos relativos, porque sigue siendo un hombre poderoso, sigue teniendo un piso de 15 o 18 puntos en la primera vuelta, lo que es bastante, pero naturalmente le salió gente al camino.
-Se ha abierto en los últimos días un gran espacio de críticas a Kast.
-Efectivamente. La crítica a José Antonio Kast tiene que ver con cobrarle la cuenta. Es un momento oportuno para debilitar su liderazgo de cara a esa disputa futura por la hegemonía. Porque, efectivamente, el Partido Republicano no supo conducir políticamente el proceso. Era difícil, sin duda, pero el Partido Republicano cometió errores, fue errático, avanzó en un sentido y luego en otro, y nada de eso contribuyó a su éxito.
-¿Qué efecto tendrá en el Gobierno y la izquierda el resultado en el plebiscito?
-Es un aire importante después de las derrotas que había sufrido en septiembre y en mayo. Un triunfo del A Favor habría dejado al Gobierno y a la izquierda en una posición francamente insostenible. Tienen un momento para repensar las causas (de las derrotas). Ahora, tienen que repensarla, porque las causas de las dos derrotas anteriores siguen ahí y por eso se dijo mucho que el plebiscito era una derrota de la derecha, pero no era un triunfo de nadie. Esa frase es profundamente verdadera y si la izquierda no saca las lecciones, no solo del 17 de diciembre sino del proceso entero, se va a ver en problemas. El hecho de que siga habiendo dos coaliciones que disputan día a día sobre casi todo, que tengan tan poco liderazgo de recambio (...) De hecho, Michele Bachelet surge en esa ausencia (...) Le tiraron un balón de oxígeno los chilenos, pero sus problemas siguen intactos.
-Usted hablaba de una reflexión y un reordenamiento en la derecha. ¿Cree posible el pacto de la oposición que piden figuras como Matthei, incluyendo a Amarillos o Demócratas? También ha sido planteado que tienen que separarse de Kast.
-Creo que Amarillos y Demócratas cruzaron el río, me parece natural que vaya haber una convergencia ahí. Soy escéptico de esos esfuerzos de centro en la situación actual en Chile. El derrotero de Evópoli no ha sido muy estimulante. Tengo cariño por muchos de sus dirigentes, pero si uno mira los números la verdad es que no ha sido lo que se pensó en un minuto que iba a ser. Recuerda lo que fue Amplitud antes, lo que incluso, desde otro sector político, intentó hacer Andrés Velasco. Son cosas que suenan muy bien en las élites, pero no tienen los votos populares que algunos esperarían. Dicho eso, creo que hay un espacio político evidente en Chile Vamos. José Antonio Kast creo que no tiene interés en ir a una primera vuelta y por tanto es claro que la primera vuelta va a ser la instancia donde se dispute esa hegemonía, lo que en política no me parece mal. Son dos proyectos distintos y hay que ver cuál saca más votos.
Dos apostillas hacia esto: la primera es que en la elección municipal creo que va a haber coordinación a través de pactos por omisión, porque con una elección unipersonal no tiene ningún sentido regalarle triunfos a la izquierda si sabes que con pactos por omisión te las puedes arreglar y la noche de la municipal es muy importante para lo que viene después. Supongo que la derecha no le quiere regalar un triunfo a los alcaldes del Frente Amplio. Lo segundo es que hay dos proyectos: Chile Vamos y Republicanos, lo que es cierto para muchos partidos, pero no para la UDI. La UDI va a ser un partido sometido a tensión, porque el Partido Republicano al fin y al cabo es una escisión de la UDI y distinguirse de Republicanos es un problema para parte de la UDI al menos. Si miras a los dirigentes importantes de Republicanos fueron todos UDI, se conocen, son amigos, y no piensan tan distinto tampoco. Las diferencias son más de grado. Tienen muchos más puntos de contactos que los que hay entre Evópoli y el Partido Republicano.
-Con respecto la carrera presidencial, ¿qué figuras ve como posibles en ambos lados?
-José Antonio Kast ya lanzó su candidatura. Y a pesar de su derrota el 17 de diciembre es un candidato fuerte, con un piso alto, que va a estar en la disputa. No es un candidato menor: sacó 29 puntos en primera vuelta, eso habla de alguien que tiene espacio político. La segunda vuelta es un problema para él, pero no la primera. Evelyn Matthei está haciendo todos los esfuerzos para llegar ello. Es una persona con una trayectoria conocida, larga, y creo que es una candidata muy competitiva y me parece que en la derecha, o en Chile Vamos, se está consolidando la idea de que quizá haya primarias, pero van a ser ceremoniales. No va a haber mucha disputa, salvo un personaje que creo va a querer jugar sus cartas que es el alcalde de la Florida, Rodolfo Carter, que ha desaparecido en los últimos meses, pero no lo daría por muerto. A Evelyn Matthei no le va a salir tan fácil ser candidata si Rodolfo Carter se interpone en su camino. Puede ser un candidato competitivo en cierto nicho.
Supongo que la senadora Ximena Rincón ha hecho todo lo que ha hecho en el último año pensando en una presidencial, podría ir a una primeria eventualmente. Y en los otros mundos, comentaba antes que el caso de Michelle Bachelet es muy singular, porque refleja la ausencia de nuevos liderazgos en la izquierda. Ella no ha dicho que no, y en política no decir que no equivale a decir "quizás" o probablemente "sí". Y si no se consolida el liderazgo fuerte de la centroizquierda creo que va a querer ser candidata, además que es una militante disciplinada. Si siente que es su deber no va a tener ningún problema en hacerlo, porque respecto a Carolina Tohá, que es el nombre que todos escuchamos y una política que también admiro mucho, debe decirse que el ministerio del Interior no es el mejor lugar para lucirse. A Tohá le gustan las tareas difíciles, lo cual habla muy bien de ella, pero como proyección presidencial el ministerio del Interior es un lugar muy poco amable. Creo que no ha logrado crecer política y electoralmente para ser una buena candidata presidencial competitiva.
En la centroizquierda se ve poco más, porque no creo que el ministro (Álvaro) Elizalde tenga ese nivel de conocimiento, de liderazgo, y la verdad es que cuesta ver más allá. En el Partido Comunista Camila Vallejo es otra militante disciplinada, que sí tiene cierto atractivo, aunque creo que tiene un techo electoral por ser comunista, pero si no sería una buena candidata. El signo de interrogación es el Frente Amplio, no parece tener candidato como fue tan nítidamente Gabriel Boric años atrás. Y me cuesta pensar que un proyecto político que llegó a la presidencia de la República renuncie a presentar un candidato, aunque fuera a una primaria. Esto muestra cuán dependiente es el Frente Amplio de la figura de Gabriel Boric.
-Se repite mucho que el ministerio del Interior no es un lugar para lucirse, pero allí se manejan temas que a la ciudadanía le importan mucho, como crimen organizado, delincuencia. ¿No lo hace de todos modos un buen lugar para mostrarse?
-En abstracto sí, y creo que la ministra Tohá podría hacerlo bien, pero creo que ella tiene un problema y es que no puede liderar temas de seguridad como creo que le gustaría, porque el Frente Amplio y el Partido Comunista no están de acuerdo. Es verdad que ella no indultó, que no estaba de acuerdo con los indultos -creo yo, porque nunca lo ha dicho y no puede decirlo-, pero tiene que cargar con ese lastre. Fíjate qué injusta es la política.
-¿Qué impacto tendrán las elecciones municipales de fin de año en el escenario político?
-Son dos cosas. Si el Gobierno logra llegar a acuerdos, que lo veo difícil, pero sería una buena noticia para ellos y para Chile, en pensiones por ejemplo, por supuesto para el Gobierno va a tener un clima electoral mejor. Dicho eso, la elección municipal es la elección por excelencia donde se juega el tema de seguridad y de gestión, de cercanía. En la última elección municipal y de gobernadores a la derecha le fue estrepitosamente mal, porque fue ese mismo día la elección de convencionales. Por lo tanto, tiene mucho donde ganar. La izquierda solo con mantener ya sería un gran triunfo, pero eso va a ser muy difícil. La foto feliz de ese día creo que va a estar en el balcón de Evelyn Matthei, porque los alcaldes de izquierda van a tener problemas y en gobernaciones ni hablar, porque la derecha tiene una: cualquier cosa que gane sobre esa una va a ser leído como un triunfo. La izquierda tiene un grave problema ese día, porque el ánimo de esa noche es muy determinante para el ciclo que se abre, que es el ciclo presidencial de la elección del 2025.
-Tras lo ocurrido con el Caso Convenios, ¿seguirán las repercusiones? Concretamente, ¿puede el Gobierno recuperar el manejo de su relato de una generación con manos limpias?
-Sin duda eso le costó muy caro. En el plano simbólico fue enorme, porque ellos venían a encarnar una nueva moral, como decía el ministro (Giorgio) Jackson, y terminaron encarnando la misma moral de antes o, si cabe, una peor. Al mismo tiempo, como esto es por goteo porque la investigaciones judiciales tienen sus ritmos, el Gobierno se va a seguir desangrando con este tema. La presión sobre el ministro (Carlos) Montes también va a crecer, inevitablemente, conforme pase el tiempo. Es un ministro cojo, con una pierna menos. Entiendo los motivos por los cuales es caro sacarlo -la derecha se ha equivocado con la acusación, creo que no era el camino-, pero va a seguir pagando costos asociados al Caso Convenios. Uno de los hitos importantes para el Gobierno es que en marzo de este año se cumple un año desde que se rechazó la Reforma Tributaria y por tanto pueden reingresar un proyecto. Es una de sus grandes ambiciones, pero es muy difícil convencer a los chilenos de que paguemos más impuestos con el Caso Convenios dando vueltas. Discursivamente las cosas no conectan.
-Usted ha manifestado su decepción por la poca importancia que ha dado este Gobierno a la educación y la reactivación postpandemia. ¿Qué podemos esperar?
-Sobre esto ya hice un diagnóstico. Me encantaría cambiarlo, pero al Gobierno lo que más le interesa es que no pase nada, que no se meta mayor bulla y que pase lo más "piolamente" posible, para decirlo en términos coloquiales, porque no tienen proyectos. Y esto se ve muy claramente en los ministros que ha nombrado. Esto no es nada personal, pero los dos ministros que ha nombrado no destacan por su prestancia política, por su liderazgo… Los gobiernos hablan a través del nombramiento de sus ministros.