Publican una poco conocida incursión de Ruiz en la novela
Inédita en español permanecía "Todas las nubes son relojes", la novela que el afamado cineasta chileno ("La recta provincia") publicó en italiano bajo un nombre japonés.
Valeria Barahona
Realizó una extensa filmografía, incluidos encargos para la BBC y la prestigiosa revista Cahiers du Cinéma le dedicó un número especial en los años 80, lo cual le permitió filmar con estrellas como Catherine Deneuve. No tenía problema con que lo llamaran Raoul Ruiz y, por lo general, sus entrevistas eran un juego constante, como la recordada por Radio Horizonte con motivo de su fallecimiento, en 2011, donde afirmó que "no le temo a la muerte, le temo a la resurrección": así de ecléctico y profundo era el puertomontino Raúl Ruiz, algo que queda de manifiesto en su novela "Todas las nubes son relojes", publicada en italiano en 1991 con el seudónimo de Eiryo Waga, "acaso", dice el texto, personaje del escritor japonés Seicho Matsumoto.
Es la historia de una encargada de rodaje, Ikiko, quien debe estar pendiente de cada detalle en las escenas de un sofisticado cineasta, incluida la posición de los objetos en una casa a maltraer, con cuyo arrendatario descubre el cuerpo de una niña calcinada por un rayo, lo que motiva la aparición de un investigador experto en juegos de sombras. Contiene líneas como "el mundo es un reloj, pero cada vez menos relojeros capaces de ponerlo en movimiento".
Ruiz firma como "criminalmente suyo" una carta de presentación a la novela, publicada ahora en Chile por Mundana Editores. La traducción fue hecha por la teórica del arte viñamarina Macarena García Moggia.
-¿Cómo llegaste a esta novela corta de Ruiz? Imagino que debe haber cientos de escritos suyos perdidos por ahí, debido a su intensa producción.
-He podido conocer de cerca el Archivo Ruiz Sarmiento, que está en el Instituto de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). Ahí hay mucho material. Encontré antes algunas versiones de (la obra teatral escrita por el cineasta) "Amledi, el tonto", por ejemplo, que edité para Hueders; y esta vez el libro "Tutte le nuvole sono orologi", que estaba en italiano y francés, además que nunca había sido traducido ni publicado en español. Le propuse publicarla a (la viuda de Ruiz, la también cineasta) Valeria Sarmiento y enseguida aceptó. Antes habíamos publicado la poesía de Ruiz, editada por Bruno Cuneo ("Duelos y quebrantos"). Sarmiento es, por cierto, una artista extraordinaria con la que he tenido oportunidad de trabajar, y ha sido muy generosa y cuidadosa al mismo tiempo con los materiales inéditos de Ruiz, que son muchos.
-¿Piensas que Ruiz es de los cineastas que escriben lo que no pueden, por tiempo o recursos económicos, filmar?
-No, para nada. Él mismo decía lo contrario: decía que sus películas eran más bien las notas al pie de sus poemas. Yo creo que Ruiz tenía un vínculo muy fuerte con la escritura. Se ve sobre todo en sus impresionantes ensayos de poética. Para qué decir en su increíble diario (publicado por Ediciones UDP). Y los mismo con su poesía y con las novelas que escribió. Era un lector inmenso, pero, más que erudito, completamente creativo. Juntaba y revolvía cosas como quien cocina y desea inventar con esos materiales cosas nuevas, juegos, artefactos. Eso son sin duda sus películas, y también sus libros.
-¿Cómo se une "Todas las nubes son relojes" a la filmografía de Ruiz? Debido a que el autor se caracteriza por su amor al surrealismo, la parodia constante, y si bien este texto lo tiene, también se apega a la teoría de Karl Popper y, a su vez, este es comparado con Immanuel Kant.
-La película "Todas las nubes son relojes" efectivamente se filmó en Francia en 1988, tal como se dice en la carta preliminar que Ruiz dirige a Pascal Bonitzer, en ese entonces profesor de la Escuela de Cine de París. Lo que pasa es que ahí el proyecto se presenta como una adaptación de la novela de Eiryo Waga, que es el seudónimo con el que después la publicó. El libro se conecta mucho con el cine de Ruiz: la estructura policial, la presencia siniestra de los niños, el humor, los juegos de lenguaje, los ilusionismos visuales, todos elementos que forman parte importante del inmenso sombrero con que trabaja este mago.
-¿Qué dificultades encontraste al traducir?
-Que tenía la versión en italiano y en francés a la vista. Fue una especie de traducción comparada, aunque guiándome más por el francés. Pero sobre todo imaginar las expresiones chilenas, que supongo que el mismo Ruiz intentó llevar a esas otras lenguas. Traté de buscar las palabras con las que él mismo podría haber dicho lo que dice, y para eso fue útil haberlo editado antes y haber conocido parte de su obra escrita me sirvió.
-La novela es bastante gráfica al describir el cuerpo de la niña carbonizada, así como los juegos de sombras del inspector. También destaca lo importante que es para el cine la ubicación de los objetos, como estos guían la mirada. ¿Cómo relacionas estos aspectos con tu propia obra, por "La transparencia de las ventanas" o "Aldabas"?
-Me interesan mucho los objetos y lo que ellos hacen en el espacio, y por lo tanto en nosotros, que habitamos esos espacios. Esta suerte de poética de los objetos en el cine que aparece en la novela me pareció alucinante, especialmente porque piensa el lugar en el que se produce un vacío, y en ese vacío los espacios y los tiempos parece que se alteran, mezclándose unos con otros. Uno de los personajes de "Todas las nubes son relojes", Ikiko, canta "la ventana abierta/ todo el pasado me vuelve a la mente/ más nítido que un sueño": algo de eso puede haber en "La transparencia de las ventanas", y seguro en "Aldabas" también.
-Con los ensayos de "La transparencia de las ventanas" acabas de ganar el Premio Municipal de Literatura de Santiago. ¿Qué pasa al día siguiente de obtener uno de los reconocimientos más importantes en Chile?
-Sigue igual nomás. Trabajo, leo, escribo y salgo a pasear. Cuido a mis niños. Y a veces traduzco unos poemas de Giuseppe Ungaretti.
Este último autor nació a fines del siglo XIX y es considerado clave para la poesía italiana, pese a haber estudiado en la Universidad de la Sorbonne, Francia, y luego combatir en la Primera Guerra Mundial tanto en Italia como el país galo: parte de esta experiencia se refleja en sus versos sobre el dolor.
"Raúl Ruiz Mundana Editores 56 páginas $9 mil