En la reciente Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC), Tarapacá emerge como la región con mayor índice de victimización en Chile, uno de cada tres hogares ha sufrido un delito. Este dato no solo refleja un desafío en seguridad pública, sino que también nos invita a analizar la relación entre migración clandestina y delincuencia, un tema que el gobierno parece esquivar quedándose contentos con tener parlantes en la frontera.

Sobre el control fronterizo, aún no se permite a las FF.AA. ni a PDI devolver a Bolivia quienes ingresan clandestinamente por una resolución del propio Servicio de Migraciones. A su vez, anuncian con bombos y platillos un vuelo de expulsados, que finalmente no se realiza porque no son capaces de conseguir un permiso desde Venezuela, siendo que en el gobierno anterior llevaron 10 aviones con expulsados a ese país.

Por ello, se debe trabajar un plan a corto y mediano plazo y dejar de improvisar con vuelos que no salen o parlantes que no asustan a nadie. El Presidente tiene una oportunidad para ayudar a Tarapacá, principalmente, porque hoy, a diferencia cuando él fue oposición, apoyamos los proyectos y medidas que favorecen el control fronterizo, expulsiones y disminuir la migración clandestina, y es clave que se tome una posición bien definida sobre si da lo mismo que los extranjeros ingresen clandestinamente, porque con registro biométrico y política migratoria se les da visa igual o se van a tomar medidas para no permitir el ingreso ilegal a nuestra región y no permitirles permanecer irregularmente en Chile.

Hoy es el momento de darle una respuesta a nuestras comunas y a toda la región desbordada por la migración ilegal, y teniendo el apoyo de la oposición al gobierno solo le falta convencer a gran parte de sus propios partidarios de que Chile no debe ni puede permitir la migración descontrolada al prometer visa a quien ingresa ilegalmente, o no expulsar a extranjeros que cometen delitos o están asociados al crimen organizado, buscando que cumplan su pena completa en el país de origen en el marco del convenio de Estrasburgo. Chile necesita una migración responsable y no más buenismo migratorio o improvisación. Tarapacá merece más.

"Hoy es el momento de darle respuesta a nuestras comunas y a toda la región desbordada por la migración ilegal".

Luz Ebensperger,, senadora por Tarapacá

Cuarenta años después que Gran Bretaña reconoció la independencia de sus colonias sublevadas en Norteamérica, el 2 de diciembre de 1823 el presidente James Monroe expresó en el Congreso de los Estados Unidos la política exterior de Washington en relación con Hispanoamérica que aún no completaba su proceso emancipador. El mandatario Monroe declaró que cualquiera intervención europea en el hemisferio occidental sería visto como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos. Es la famosa Doctrina Monroe bajo el lema "América para los americanos", que posteriormente se le consideró como "América para los estadounidenses. Tempranamente, Diego Portales manifestó su desconfianza al respecto: "Yo creo que todo obedece a un plan combinado de antemano y ese sería hacer la conquista de América no por las armas, sino por la influencia en toda esfera. Esto sucederá tal vez no hoy, pero mañana sí". La historia demostrará que el estadista chileno no estaba equivocado. A doscientos años de esa desafiante declaración nos podemos preguntar si Latinoamérica por qué no ha alcanzado agruparse solidadamente como la Unión Europa para enfrentar los desafíos que plantea el poder de Washington y Pekín.

Los Estados Unidos tuvo un asombroso proceso de engrandecimiento que salió de su espacio comprendido entre el Atlántico y los Apalaches para extenderse a lo que hoy es su inmenso territorio , mediante los dólares y las armas. El Tío Sam impulsado por la doctrina del Destino Manifiesto, junto además los corolarios Rutherford Hayes y Theodore Roosevelt, dirigió su máxima atención al sur del Río Grande, concentrando en especial sus afanes comerciales, políticos y estratégicos en Centroamérica y el Caribe, que iban a quedar dentro de su esfera de influencia, la que se hizo más acentuada después de expulsar a España de Cuba y Puerto Rico en 1898, estableciendo allí su presencia incontrarrestable. Cuba quedó independiente, pero bajo su tutelaje por varias décadas hasta 1958. En cambio el antiguo Borinquén fue anexado.

La Casa Blanca fijó como objetivo vital en esa área de influencia la construcción del canal interoceánico en Panamá, territorio colombiano, sin descartar la opción del canal en Nicaragua. Los países centroamericanos y caribeños sufrían los efectos del desorden, corrupción y las sangrientas luchas entre conservadores y liberales, y los intentos de la unión de Centroamérica. Era un campo abonado para la intervención yanqui en defensa de sus intereses, desempeñando el papel de gendarme para restablecer el orden, con gobiernos de su confianza. Nacieron las despectivas repúblicas bananeras. Allí emergió la gran figura de Augusto César Sandino, el héroe nacional nicaragüense, que luchó contra la ocupación estadounidense y sus aliados locales. Colombia perdió Panamá por la intervención de EE.UU. en 1903. Así el Tío Sam pudo abrir el canal interoceánico, obra colosal.

El presidente T. Roosevelt difundió su desafiante corolario complementario de la Doctrina Monroe en 1904. Estados Unidos no impidió el bloqueo naval del litoral venezolano por Gran Bretaña, Alemania e Italia en 1902-1903, pero luego salió como mediador entre ambas partes en conflicto, motivada por deudas. Apareció la Doctrina Drago.

Chile también sufrió los efectos de la Doctrina Monroe , por el intervencionismo estadounidense en la Guerra del Salitre, su apoyo a la causa del presidente Balmaceda, en la Guerra Civil de 1891, manifestada por el incidente del Itata y su amenazante presencia naval en Iquique, sede de la Junta de Gobierno, el incidente del Baltimore, en ese mismo año, el Asunto Alsop (1909), con un ultimátum de suspender las relaciones diplomáticas, la intervención del presidente Wilson en la Cuestión del Pacífico, a raíz de los graves sucesos anti peruanos en Iquique en noviembre de 1918, los hechos en los años setenta que culminaron con la caída de Salvador Allende.

El presidente Obama declaró el fin de la Doctrina Monroe en 2013, pero el presidente Trump pareció que pretendía revivirla.

La Doctrina Monroe formó parte de la política exterior de los Estados Unidos en sus relaciones con América Latina, reforzada esta con dos corolarios y la doctrina de la seguridad Nacional, en tiempo de la Guerra Fría, en defensa de sus diversos intereses como gran potencia mundial, hoy desafiada por China. Frente al bicentenario de esa doctrina, Latinoamérica aún no logra su fuerte cohesión, como la Unión Europea.

Mario Zolezzi Velásquez