Hace algunos días se conocieron los datos de Gendarmería que dan cuenta de que los extranjeros privados de libertad en Tarapacá superan el 50% de la población penal, y que los reos foráneos en Chile son el 13,5%, lo que es casi el doble de la cantidad de extranjeros residentes. Esto es preocupante porque nuestra región, y nuestras cárceles, ya no dan abasto para ser la zona de sacrificio de extranjeros que vienen a traficar drogas o atentar contra la vida o la integridad de los que vivimos en esta región.

Por ello, es algo sorprendente la actitud del gobierno, donde hoy la preocupación principal es dedicar a PDI prácticamente a tiempo completo a tomar las huellas a los migrantes ilegales, para darles visa si consiguen un contrato de trabajo como establece la política migratoria. Esto es totalmente ilógico, ya que la prioridad debería ser la de impedir ingresos ilegales, donde según el Subsecretario del Interior, Manuel Monsalve en los años 2022 y a la fecha, 82.500 extranjeros han sido pillados o se han denunciado a PDI por no respetar nuestra frontera e ingresar ilegalmente.

Entre los años 2019 a 2021 fueron criticadas las expulsiones de extranjeros delincuentes o aquellos que ingresaban ilegalmente, e incluso cuestionaron a los que advirtieron el crecimiento de la criminalidad y bandas con presencia extranjera, ocupando datos del año 2017 para decir que no había relación en los flujos clandestinos y el cambio de los delitos en nuestro país. Hoy parecen estar satisfechos si las FF.AA. fiscalizan a extranjeros y los dejan en Chile, pero prácticamente no hay expulsiones, y después de 18 meses sigue vigente la prohibición de abril del año 2022 de devolver a Bolivia a extranjeros no bolivianos que ingresen ilegalmente por ese país. Es decir, si entran a la mala por ese país, por acción de la actual administración, no los pueden devolver, y si entran a la mala, destinan a PDI a tomarles las huellas para luego darle una visa si se consigue un contrato.

Si queremos mejorar la relación entre nacionales y extranjeros, descongestionar las cárceles, no fomentar la impunidad y controlar las fronteras, se debe permitir devolver a quien ingresa ilegal, se debe fiscalizar a quienes trabajan sin autorización, deben haber sanciones claras a quienes no respetan nuestras normas, y por sobre todo, ocupar a PDI y a nuestras FF.AA. en acciones más efectivas, porque tener a PDI de tomador de huellas para luego regularizar, y a FF.AA. de mayordomos o anfitriones en la frontera con Bolivia, no parece ser la medida que el país merece.

"Se debe permitir devolver a quien ingresa ilegal, se debe fiscalizar a quienes trabajan sin autorización".

Luz Ebensperger, senadora por Tarapacá

El año 2003 la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), establecen el 10 de septiembre como el día mundial de la prevención del suicidio con el objetivo de concientizar sobre la salud mental y las acciones de prevención en los procesos suicidas.

Actualmente, según la OMS, Chile es el sexto país de América Latina y El Caribe con la mayor tasa de suicidios consumados, la cual al año 2019, ascendía a nueve suicidios por cada cien mil habitantes, pero luego de la pandemia, los casos incrementaron en 10,3 por cada cien mil habitantes.

El suicidio explicado desde las ciencias sociales refiere a un fenómeno multifactorial, ya que, no hay una única causa que lo explique, sino mas bien, un conjunto de variables que interfieren en la salud mental de un individuo que decide terminar con su vida. Estos factores están asociados en su mayoría a causas sociales, culturales, económicas y de salud, específicamente en la falta de acceso a redes de apoyo, bajo nivel de escolaridad, vulnerabilidad social, vulneración de derechos, conflictos familiares, abuso de sustancias o historial de suicidio en la familia.

Respecto de los grupos etarios, si bien la mayor tasa de intentos de suicidio o suicidios consumados está en la tercera edad, actualmente preocupa el incremente de los procesos suicidas en jóvenes y adolescentes que cometen prácticas autolesivas que no necesariamente involucran el deseo de quitarse la vida, pero sí, como forma de autorregulación del dolor y el sufrimiento. Por esta razón, es importante que los adultos, padres y establecimientos escolares, puedan desarrollar acciones preventivas y de sensibilización, que involucren actividades psicoeducativas en torno al tema, pero al mismo tiempo, le permitan al adolescente, desarrollar estrategias eficaces y sanas de autorregulación emocional y acceso a las redes de apoyo de manera oportuna por medio de un profesional de la salud mental.

Si estás pasando por un proceso de sufrimiento o conoces a alguien que pueda estar necesitando ayuda, puedes contactarte al *4141 línea telefónica de prevención del suicidio, o bien, en el chat web de quédate.cl.

Piera Lusso Gatica ,

psicóloga y

diplomada en abordaje de procesos suicidas en jóvenes y adolescentes

Hace unos días se publicó un estudio que alerta sobre la relevancia de enseñar competencias socioemocionales a los profesores en formación. Si bien los eventos post pandemia, vividos y padecidos a nivel global, encendieron las alarmas respecto de la necesidad de conducir el desarrollo de competencias socioemocionales en los procesos de enseñanza, hace un tiempo que la literatura especializada señala que las habilidades "no cognitivas" o "fluidas" influyen directamente en los logros de aprendizajes cognitivos.

El cultivo apropiado de estas competencias fortalecería la motivación, el gusto por el aprendizaje, la capacidad para perseverar en las tareas, todas ellas dimensiones fundamentales para alcanzar aprendizajes. Esta estrecha relación entre competencias cognitivas y no cognitivas ha hecho que ambas hayan sido reconocidas como determinantes fundamentales del éxito académico, del futuro personal y profesional de las personas.

Sin embargo, el desarrollo de competencias socioemocionales en el aula sigue siendo un desafío para profesores y educadores, debido a que estos conocimientos no se enseñan explícitamente durante su formación inicial. Por lo tanto, urge incorporar su enseñanza en las mallas de carreras de educación, primero fortaleciendo estas competencias en los propios educadores y luego ensenándoles a desarrollarlas en sus futuros aprendices.

Gilda Bilbao,

directora Programa de Formación Pedagógicaultad Educación UDD