Tarapacá tiene grandes virtudes para desarrollar el turismo y la mayor parte de ellas están dadas por sus características naturales y el legado de una rica historia. Pese a lo anterior, aún la región parece estar lejos de contar con lo necesario para generar una actividad a nivel internacional, lo que podría permitir que a futuro una parte importante de sus ingresos provengan de esta industria.

Es por ello que se debe trabajar en las debilidades. En ese contexto, es importante mejorar la logística que ofrecen las comunas a los turistas, entre ellas la seguridad y por sobre todo la presentación de sus espacios públicos.

Constantemente quienes desean visitar la zona formulan preguntas: ¿Cómo está Iquique?, ¿está muy inseguro?, ¿a mejorado la limpieza? Esto, sin duda, debe llamar a la reflexión sobre qué es lo que actualmente se ofrece.

Por un lado está el tema de la seguridad, que si bien en los últimos meses se ha logrado mejorar con una disminución de los hechos de violencia respecto a lo que sucedía en los últimos dos años, es importante que esto sea palpable y ello también va de la mano con otras acciones como la presentación de los espacios, por ejemplo, en cuanto a limpieza y cuidado.

No se saca mucho con tener una de las dunas urbanas más hermosas si en el borde está llena de basura o una de las costaneras más lindas del país, pero que en las noches tiene grandes áreas en penumbra, lo que genera una sensación de inseguridad.

No se trata de poner mil limpiadores para que la ciudad luzca mejor, sino que idear un plan que permita que el aseo se mantenga, con más y mejores accesos a basureros, campañas en las calles y no solo por redes sociales, calendario de limpieza de las aceras y, sobre todo, fortalecer los equipos de inspectores municipales, que puedan estar en calles y plazas constantemente, fortaleciendo el cuidado de la ciudad, ya que por más cámaras que existan, la función disuasiva que puede hacer un funcionario público no tiene reemplazo.

La mejor forma de presentar a la región como un lugar atractivo de visitar es que los mismos tarapaqueños la cuiden. Es deber de las autoridades buscar fórmulas para que finalmente se logre instalar una verdadera cultura turística en sus habitantes.

"No se saca mucho con tener una de las dunas urbanas más hermosas si en el borde está llena de basura".

Como se veía venir, terminada la pandemia los niños volverán a perder clases, como era costumbre, a causa de los paros. Si bien las demandas de los profesores se debe atender, también hay un déficit en los aprendizajes que es evidente.

Incentivos

Mientras no se entreguen incentivos a los comerciantes ambulantes para salir de la informalidad difícilmente se logre erradicar a este gran número de personas que desarrollan esta actividad ilícita. Ya se ha hecho en el pasado, pero hay que replicarlo.

Robos de accesorios

El robo de accesorio de vehículo es algo que ha ido aumentando silenciosamente. Muchas personas sufren el robo de espejos y otras partes de sus autos, pero no denuncian ante la escasa posibilidad de tener resultados. Incluso a veces la misma policía desalienta.

Es un nombre del recuerdo del siglo XX y refiere a la entrada desde el pasaje Olcay en continuidad de la calle Barros Arana a los recintos ferroviarios, dado que era una puerta chica, cerrada, con la cual se entraba al mundo de los antiguos Ferrocarriles del Estado y que daba paso a las calles Ferrocarril, Pasaje Olcay y La Puerta Chica.

La Puerta Chica terminaba en dirección al mar, cercana a un cambio de vía y su nombre era en base a su origen. Su cronología data desde la época del Ferrocarril Inglés que luego de 1951 pasa a los Ferrocarriles del Estado de Chile y con ello las casas del personal administrativo y operarios, que datan desde 1910 a 1940, son entregadas en la década de los ochenta a sus habitantes por el Estado a través de la administración ferroviaria. Antes de ello estaban asignadas según la función ejercida y entregadas por el servicio de Bienestar de Ferrocarriles y también se atendía a peticiones del Consejo Obrero Ferroviario, sobre esta calle el fallecido escritor y periodista morrino Patricio Riveros Olavarría, edita "La Puerta Chica más grande del mundo" desde la literatura.

Se cruzaba para llegar a ella entre rieles, trenes, convoyes , automotores y locomotoras que circulaban a cada rato dentro del recinto. Sus niños jugaban en los patios ferroviarios y a la vez en la cancha del antiguo Club Deportivo "Huracán" que daba a sus patios, dado que tenía doble entrada y desde la misma calle se desembocaba en diagonal a la bajada a la playa El Colorado.

Las construcciones son del tipo de casas de madera del Iquique de comienzos del siglo XX, construidas en pino de oregón, calaminas en el exterior, techo y cielo para el calor con claraboyas para captar la luz y ventanas con barrotes. Asimismo, tienen su fachada hacia el recinto ferroviario y sus patios hacia la calle Bellavista Estación. Por tanto, tienen dos entradas. A la vez, casi todas tenían granados e higueras, al parecer eso demuestra la influencia anglosajona del Ferrocarril Inglés.

En esta calle convivían hijos de obreros e hijos de administrativos, todos sus niños jugaron en los vagones de carga y de pasajeros, como en sus locomotoras y vieron el auge de estas y el morir de los recintos a partir del cierre y su traspaso a la Universidad del Norte en 1983 y luego sus sitios son ocupados por la cárcel en 1987 y finalmente sus antiguos patios de máquinas y la condensadora son la actual población naval Marinero Ugarte a partir del año 2000.

"La Puerta Chica terminaba en dirección al mar, cercana a una cambio de vía".

Patricio Rivera Olguín,, Académico Unap