El caso Convenios se ha tomado la agenda noticiosa en el país, como también es la principal preocupación del Gobierno, lo cual devino incluso en que el ministro Giorgio Jackson tuviera que presentar la renuncia.

El caso también ha impactado en que muchas discusiones respecto al futuro del país se hayan detenido, entre ellas, los requeridos avances en materia de descentralización, vitales para mejorar la gestión del Estado en todo el territorio nacional.

Es sabido que uno de los argumentos más recurridos por quienes intentan mantener una mayor centralización del país, es "el temor a que se abran flancos para que ingrese la corrupción". Y claramente es posible que en estos casos estemos ante ese tipo de situaciones, pero no puede ser el fundamento para seguir negándose a tener un país más descentralizado y con regiones autónomas en sus decisiones.

Está claro que Chile no resiste más su actual política administrativa y que la descentralización es prioritaria y si bien el caso Convenio surge tras un caso generado en regiones, lo cierto es que con ello se ha arrastrado un manto de dudas en todo el territorio nacional, incluida la región Metropolitana, donde nacen muchas ONG que reciben aportes estatales.

En la actualidad, hay muchas decisiones que van a consulta al nivel central y en la mayoría de ellas la respuesta tarda o no es la que esperan las comunas.

Solo a modo de ejemplo aún no se visa la construcción de nuevos establecimientos educacionales que sirvan para suplir la demanda explosiva producto de la alta migración. Las cifras son conocidas y a la luz de ellas el camino es aumentar la actual infraestructura, pero la respuesta tarda y el sistema educativo se satura.

Entonces se requiere de mayor autonomía. Poder decidir sobre las realidades que se presentan en las provincias y regiones. Contar con mecanismos de acción y reacción para ser eficientes y una supervigilancia sobre los gastos.

Chile no puede quedarse estancado en este tema y el caso Convenios no puede ser el fundamento para frenar el desarrollo, por el contrario debe ser un punto de inflexión para mejorar la gestión estatal, en una fórmula que tampoco la transforme en una de mayor burocracia.

"El caso Convenios no puede ser el fundamento para frenar el desarrollo".

Las fiestas religiosas y populares siempre han sido vista, por las elites, como una trama sospechosa. Se le tema al desborde. La Europa del siglo XVIII y XIX, luchó a favor de la prohibición de estas manifestaciones de origen campesino. El ciclo ceremonial y ritual, por una mejor agricultura y ganadería fue encerrada bajo el violento rótulo de paganismo.

Algo de esto sucedió con la fiesta de La Tirana y san Lorenzo, por sólo nombrar dos. Pero al final del día, ambas supieron imponer sus términos. Y es más, han crecido.

En la estrecha quebrada de Tarapacá, donde se ubica el pueblo del mismo nombre y que le otorga a la región su nombre, y luego del Covid-19, la fiesta se realizó con la majestuosidad requerida. La expresión "el pueblo se llenó" graficaba la cantidad de gente que acudió. La plaza, ese espacio público, que a veces, se nos escapa, era el lugar del encuentro. El santo se paseaba en los brazos como un tesoro de quien lo tenía. Seguro que ocupará un lugar de privilegio en la casa. Otras, te detenían para entregarte un recuerdo del santo. Con el sol a cuesta, una mano peregrina te obsequiaba una naranja, un pequeño oasis que te cabe en la mano y deleita tu paladar. Las bandas quebraban el silencio, y en forma paralela una al lado de la otra, enriquecían el paisaje sonoro. Los Morenos de Victoria, fiel a su tradición vestidos con los colores de santo, exhiben sus mudanzas bajo la atenta mirada de Jhoao y de Pancho. Los pieles rojas Águilas Blancas, y sus dos brujos bailaban rodeando el fuego. Otros bailes esperaban sus turnos: tobas, diabladas, caporales. Este año se notó la ausencia del caporal Sergio Sanginés.

La mañana del 10, la Rompía del Día, con los sonidos de una banda de laquitas, acompañaba y le abría paso a Mario Copaiva, mi compadre Checo. Lo esperaban cientos de devotos y respondían en coro a la pregunta ritual: "¡A quien venimos a saludar". La respuesta aplacaba el frío. La controversia ya es cosa del pasado.

Como dice la canción "Para el año volveremos". Estuvimos ahí, y seguiremos estando de cualquier forma.

"El santo se paseaba en los brazos como un tesoro de quien lo tenía. Seguro que ocupará un lugar de privilegio en la casa".

Bernardo Guerrero, Sociólogo. Unap

Deportes Iquique tendrá una nueva oportunidad para recuperar los puntos perdidos en los últimos encuentros y de paso ganarle a uno de los equipos fuertes del torneo. La tarea es compleja de visita, pero no imposible.

Emprendimientos

Si bien está claro que el Estado debe apoyar a los emprendimientos que pueden significar en un aporte a la economía una vez que se desarrollen, está claro que cuando se asiste a una de estas ferias y hay gran cantidad de negocios que venden lo mismo, es que algo anda mal.

Más control en las rutas

Los accidentes en el camino entre Iquique y Alto Hospicio abundan, no obstante, la mayoría son evitables, ya que se producen por imprudencia de conductores a exceso de velocidad o vehículos con cero mantención. Es urgente que aumenten las fiscalizaciones.