Hace algunos días la encuesta Casen reveló que la pobreza extrema en Tarapacá es la más alta del país, con un 4,3%. La cifra, sin embargo, contrasta con los altos costos de arriendo en Iquique, que la ubican entre las comunas más caras del país en materia habitacional, según el Portal Inmobiliario.

Esta realidad, por un lado, da cuenta de la escasez de viviendas y de terrenos para construir, principalmente en Alto Hospicio e Iquique, y -por otro- de las dificultades que tienen las familias para conseguir los recursos suficientes para optar a una vivienda propia o arrendada.

En el caso de las viviendas propias, es cada vez más complejo para las familias vulnerables acceder a un subsidio que les permita adquirir una casa, pero también lo es para sectores medios emergentes, donde la posibilidad de comprar un inmueble que esté en las categorías para optar a beneficios estatales también es lejana.

El resultado es que cada vez es más difícil para las familias de la región mantener una buena calidad de vida, bajo la lógica que el costo de un arriendo incluso se eleva al 50% del presupuesto mensual.

Las soluciones parecen lejanas, al menos mientras no se implemente una política habitacional que resuelva todas las aristas de este problema y las particularidades de la región. En ese sentido, difícilmente se logre avanzar en una reducción significativa del déficit de más de 23 mil viviendas existente en Tarapacá, esto sin considerar el continuo crecimiento de los campamentos, los que han experimentando un crecimiento exponencial desde la pandemia.

En este sentido, parece clave analizar -entre otros aspectos- los tributos que deben pagar quienes buscan una primera vivienda y diferenciarlos desde la segunda. También sería necesario evaluar el tope del valor de los inmuebles que pueden acceder al subsidio, toda vez que el precio de adquirir una casa o un departamento en la región está muy por sobre el promedio nacional, bastante lejos para ser más realistas.

Además, es importante que el Estado facilite la urbanización de terrenos en los alrededores de zonas saturadas como Iquique, como también poner mayores recursos y profesionales expertos para agilizar la renovación de los planes reguladores. Hay mucho por hacer, pero se requiere celeridad.

"La posibilidad de comprar un inmueble que esté en las categorías para optar a beneficios estatales también es lejana".

Si bien no es la misma en extensión, todavía están los registros de memoria y de las familias que están ahí, como los Marambio, Castillo, Pardo, López, Olmedo, Olguín y más, en las casas que sobrevivieron a la expropiación (2015-2017) que a distancia guarda el puente ferroviario, el único puente de Iquique y testigo del siglo XX.

La calle se ubica en una pendiente sobre una terraza de planicie litoral y sobre desechos del antiguo basural de fines del siglo XIX.

Por esta calle pasaban convoyes salitreros de muchos carros cargados de salitre en el clásico triángulo del mineral no metálico sobre ellos y eran conducidos por las grandes locomotoras Beyer- Garratt que los ferroviarios llamaba "la Garrat" y las locomotoras "Santa Fe".

Luego, en la década del 50 del siglo XX, se da paso a las locomotoras a diesel que reemplazan paulatinamente a las de carbón y vapor. Además, pasaba el "Panchote" que era una grúa que enrielaba las locomotoras descarriladas. También el automotor que era un auto sobre rieles para transporte, por tanto todo poblador de calle Ferrocarril se acostumbraba a los trenes que pasaban todo el día con ruido atronador que remecía las casas y a la larga las hacía perder estabilidad, todo ello por la ubicación de estas casas que, incluso, tenían patio de madera soportado en pilares al estilo de los palafitos.

El símbolo de la calle fue su vía férrea, por ello llamaron los de Calle Las Cabras y Blanco Encalada a los de calle Ferrocarril como "los mascarrieles". Sin embargo, para el resto de los iquiqueños todos son "potos verdes", aunque los de Ferrocarril llamaban "potos verdes" a los de debajo de su calle. Otro elemento importante es el salitre que se usaba en los años nuevos en las fogatas de la quema de salitre o "Salitrón" en referencia al incendio de la bodega de salitre y se recogía de los restos que caían al pasar los carros, así como se recogía carbón de los tender de las locomotoras, vitales para las cocinas y planchas .

Por otro lado, están los accidentes de tren, primeramente los atropellos de locomotoras y diesel a personas, que fueron lamentablemente comunes, y los suicidios: uno ocurre hacia el sector de la mira e impacta en los años sesenta.

Existía, además, un peligroso juego infantil y juvenil que era colgarse de los vagones en marcha y "viajar" aferrado a los pasamanos con mucho riesgo, porque se podía caer a las ruedas en marcha.

"La calle se ubica en una pendiente sobre una terraza de planicie litoral".

Patricio Rivera Olguín,, académico Unap

Es lamentable el desorden del centro de la ciudad con autos estacionados por cualquier lugar y a todas horas del día. Junto a ello, los llamados "cuidadores" que cada día proliferan y lo que menos hacen es dar seguridad.

Temperaturas

Pese a que se esperaba un invierno más frío, finalmente las temperaturas han estado bastante más altas, lo que sin duda es un alivio para los más friolentos. En Iquique las temperaturas han estados más cercanas a los antiguos inviernos en la Tierra de Campeones.

Iluminación

Mientras varias autoridades hablan de fortalecer la seguridad en los barrios, lo cierto es que la iluminación de muchos sectores deja mucho que desear y solo contribuye a la delincuencia. Al parecer, desde la corrupción del caso Led, poco se ha avanzado en el tema.