El Cuerpo de Infantería de Marina ha formado parte de Armada de Chile desde los albores de la institución, cuya creación se basó en dos motivos fundamentales; el primero, como componente primordial de las dotaciones de los buques de guerra, que consideraba el abordaje como parte esencial de la táctica naval, y el segundo, como parte importante para custodiar las unidades a flote y la disciplina en tiempos de paz, controlando así posibles motines.

Desde su creación el 16 de junio de 1817, el Cuerpo de Infantería de Marina en el tiempo han tenido distintas denominaciones a bordo de los buques, asumiendo tareas de defensa de costa y protección de terminales portuarios. Desde 1964 desarrolló un rol anfibio, convirtiéndose de esta forma en la única fuerza de desembarco organizada, equipada y entrenada en Chile.

La Infantería de Marina, como consecuencia de su preparación, durante la historia patria, ha adoptado un rol protagónico en tiempos de crisis, guerra, escenarios de conmoción interna y de apoyo a la comunidad, siendo una fuerza de despliegue rápido, versátil, adaptable y lista para actuar, bajo su lema "Fuertes a la vez que Fieles".

Su constante apoyo humanitario, se ha visto reflejado en tiempos particularmente difíciles a los que se ha visto enfrentada la ciudadanía en el norte, como lo han sido los terremotos de Iquique en abril del 2014, el aluvión en Tocopilla el 2015 y recientemente durante la pandemia por Covid-19.

En el norte grande, la Infantería de Marina está presente desde el 31 de julio de 1946, fecha en que se estableció en la ex "Isla Serrano" el entonces denominado "Regimiento de Defensa de Costa N°1", unidad de combate que años más tarde, se establecería en el sector de Punta Gruesa, en el Fuerte Condell bajo en nombre de

Destacamento IM N°1 Lynch. Desde este histórico lugar, donde se ancló la victoria de Carlos Condell y la Covadonga el 21 de mayo de 1879, los Soldados del Mar del Destacamento IM N°1 Lynch han establecido un vínculo especial con la ciudadanía del norte del país, siendo actores fundamentales para apoyar a la comunidad en distintas emergencias y catástrofes, resguardando desde la costa, el territorio del agreste norte chileno, sirviendo al país como lo han hecho durante los últimos 77 años de historia.

Este 31 de julio, los Soldados del Mar del Destacamento IM N°1 Lynch de la Cuarta Zona Naval cumplen 77 años, aniversario en el que renuevan su fiel compromiso de resguardar y proteger nuestra soberanía, apoyando asimismo a la ciudadanía de nuestro norte cuando y donde se requiera, hasta rendir la vida si fuese necesario.

"Los Soldados del Destacamento Lynch han establecido un vínculo especial con la ciudadanía del norte del país".

Contraalmirante Claudio Maldonado,, comandante en Jefe de la IV Zona Naval

Para el desarrollo económico, un pacto fiscal, que utilice como eje una reforma tributaria resulta muy necesario. El país requiere de una mayor recaudación tributaria, para gastar más en seguridad, educación, salud y pensiones. Además, se debe suplir el déficit estructural -endeudamiento-, ya que el Estado espera gastar más de lo que recibe.

Hoy, las proyecciones económicas no son favorables. Si se suben los impuestos, será difícil separar el efecto que se produzca del cambio de impuestos en la economía y el efecto de una recesión. Esto puede generar expectativas más negativas para la economía, repercutiendo en la actividad económica. Por tanto, el gobierno debe ser muy preciso en lo técnico, para que el mercado no sobrerreaccione ante una modificación impositiva.

Una reforma tributaria que intenta recaudar más debe apuntar a hacerlo de mejor forma, minimizando los efectos de comportamiento de los impuestos. Por ejemplo, en el caso de un aumento en el impuesto corporativo, una forma de aminorar su efecto negativo en la inversión es por medio de la depreciación acelerada, beneficio que fomenta la inversión de cualquier empresa, incluyendo las pymes.

Sobre la productividad por trabajador, esta ha estado estancada. El gasto de gobierno puede ayudar a mejorarla, por medio de inversión pública, mejorar la educación y ayudando a reducir barreras para la movilidad intergeneracional.

El gobierno necesita un acuerdo, más allá del gobierno de turno, para los próximos 10 años. Si este pacto no tiene la envergadura adecuada, tendremos una discusión similar en los próximos dos años.

Pablo Gutiérrez,

académico Facultad de Economía y Negocios

Universidad de Chile

A raíz de las crisis de todo tipo generadas por la pandemia, el Estado de Chile entregó subsidios y transferencias directas como no se tenía recuerdo. Eso permitió compensar la caída de los ingresos autónomos de las personas, especialmente en los sectores de menores ingresos.

En el primer decil, el segmento más pobre del país, el ingreso autónomo es de 95 mil pesos. Eso gana una persona en promedio mensual, versus el ingreso promedio autónomo del país que es de un millón 200 mil pesos. O sea, ese grupo realmente lo está pasando muy mal. Otro dato elocuente es que en este segmento poblacional, en 2022, los ingresos autónomos representaron el 37% y los subsidios el 63%, mientras que el 2017 los ingresos autónomos fueron 63% y los subsidios 37%. Es decir, exactamente la proporción inversa.

¿Qué es mejor para reducir efectivamente la pobreza?

La respuesta parece de cajón, porque la economía chilena no es capaz de resistir estos niveles de subvenciones y apoyos. Es imposible sostenerlos en el tiempo. Son esfuerzos correctos para tiempos de crisis, pero no la acción permanente y generalizada que nos permitirá ir reduciendo la pobreza.

Siempre serán necesarios una base de transferencias directas (y crecientes en la medida que la economía lo permita), pero que se complementen con políticas sociales focalizadas especialmente para las poblaciones que requieren esfuerzos adicionales. Cualquier política social focalizada requiere identificar las distintas poblaciones más vulnerables para entregar las soluciones que requieren. Para eso, la encuesta Casen entrega información valiosa.

Por ahora, la noticia buena es que la pobreza medida por ingresos y de manera multidimensional bajó, y la mala es que los subsidios que lograron este efecto no son sostenibles en el tiempo con la fuerza que los experimentamos en estos tiempos recientes.

¿Conclusión? Se requiere apoyo focalizado para los grupos más críticos, mantener un cierto nivel de ayudas y subsidios. Pero lo más necesario es, sin duda, impulsar la generación de empleo decente, de calidad, que permita aumentar los ingresos autónomos de las personas. Solo así podremos superar y disminuir realmente la pobreza.

Juan Cristóbal Romero,

director ejecutivo del Hogar de Cristo