El paseo Baquedano es uno de los íconos de Iquique y es reconocido por los visitantes como una zona donde se puede apreciar el esplendor de la época del salitre y donde Tarapacá fue el principal protagonista.

Una de las principales acciones que permitieron cuidar el sector fue transformarlo en un paseo peatonal hace más de dos décadas, cuando el ex alcalde Jorge Soria buscó darle un valor agregado con sus calles en piedra y veredas en madera.

Hoy es un sector consolidado como punto de encuentro para iquiqueños y turistas, sin embargo, aún pena un verdadero ordenamiento del sector que permitan su desarrollo, ya sea desde el área de la entretención, con sus bares y restaurantes, el del aparato público con oficinas institucionales, el cultural o incluso el residencial.

Muchas veces somos testigos de las denuncias de los vecinos por los ruidos molestos que generan los pubs, pero también hay otras problemáticas, por ejemplo, derivadas de los dueños de las casas que ven en sus arriendos la única forma de mantenerlas como exige la normativa.

Una reciente fiscalización dio cuenta de casos en que se han hecho modificaciones a las casonas sin el visto bueno del Consejo de Monumentos Nacionales, algo que debiera corregirse con el fin de que el paseo no pierda su esencia.

Es importante que puedan confluir los distintos involucrados para llegar a un consenso respecto a cuales son los límites que se van a definir para Baquedano, ya sea en la mantención de su estilo arquitectónico, que ya es velado por el Consejo de Monumentos Nacionales, como en otras situaciones que generan discrepancias.

En este sentido, se requiere el apoyo estatal para que este sector cuente también con apoyos financieros que permitan recuperarlo en caso de las viviendas que estén más dañadas, puesto que pese a que los dueños son privados, muchas veces no cuentan con los fondos para cumplir con las exigencias patrimoniales.

No se puede esperar a que un incendio u otra emergencia termine con una zona que tanto le entrega en imagen a Iquique y Tarapacá. Se debe actuar rápido y con sensatez.

"Una reciente fiscalización dio cuenta de casos en que se han hecho modificaciones a las casonas sin el visto bueno del Consejo de Monumentos Nacionales".

"Los Pampinos" es una novela del iquiqueño Luis González Zenteno, publicada en 1956 por Prensa Latinoamericana S.A., con la que ganó el Premio Municipal de Literatura ese mismo año. Quizás su muerte prematura a los 50 años -en 1960- le negó el Premio Nacional de Literatura.

En narrativa es, en mi opinión, el mejor de su generación entre los nacidos en esta tierra. Nicomedes Guzmán lo incluyó en su "Autorretrato de Chile", junto a Manuel Rojas, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Andrés Sabella, Benjamín Subercaseaux, Eduardo Barrios, Joaquín Edwards Bello, Juvencio Valle, entre otros. Allí nuestro paisano escribe sobre el Norte Grande y nos dice que nosotros los iquiqueños transitamos por calles "de aceras de tablas comidas por la broma, aspiramos el olor inconfundible de los frutos tropicales de aromas densos…", donde hay comercio de mujeres peruanas y bolivianas, chinos con sus despachos, españoles con las ferreterías, italianos con sus tiendas… Así era el Iquique que vivió González Zenteno.

Las novelas "Caliche" y "Piratas del desierto" también son fruto de la pluma de nuestro autor, pero es en "Los Pampinos" donde logra su mejor enfoque de Iquique y la pampa, entregándonos algunos retratos notables de lugares y personajes, la mayoría existió. Menciona a unos matones como "el helado en paquete", el "boca de jugo", el "cara de carnero", "el Patagonia", etc. Parecen figuras literarias, pero los encontré en los archivos de la Intendencia de Tarapacá, estudiando a las campañas políticas de Arturo Alessandri, primero en contra de Arturo del Río y, después, en contra de Luis Barros Borgoño.

Más allá del objetivo social o político de Luis González Zenteno, que lo desliza en su novela en un contrapunto entre los sucesos de la escuela Santa María de Iquique de 1907 y los de Coruña en 1925, utilizando a L.E. Recabarren como referencia, me interesa destacar las imágenes literarias y sociológicas que nos ofrece en cada capítulo, donde el autor es un testigo de época. Nos habla de un Iquique cosmopolita, pletórico de portuarios, con el Bar Inglés como epicentro de la sed marinera. Mientras el Palacio de Cristal era el epicentro de las malas prácticas, más que el opio que se fumaba, apunta a la política, allí era donde las autoridades tramaban el destino de la provincia.

Nos cuenta de la emotiva despedida de los veleros alemanes que estaban surtos en la bahía desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, y también no habla de esa otra ruta que, entonces y también hoy, soñaban los iquiqueños: el camino a Bolivia que traería flujos inagotables de mercancías y minerales. También nos habla de los arrieros, esos que les vendaban los ojos a las mulas para poder transitar senderos escarpados y abismos. Se me ha terminado el espacio y no he hablado de los pampinos que aparecen en esta novela homónima, por tanto, sugiero leerla.

"Me interesa destacar las imágenes literarias y sociológicas que nos ofrece en cada capítulo, donde el autor es un testigo de época".

Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia 2014

Si bien se han jugado los primeros amistosos, Deportes Iquique deberá mejorar mucho si es que quiere ser protagonista del torneo de Primera B. El ascenso es muy complejo, pues la lucha se da a muerte por estar en la cima.

Tomar resguardos

Pese a que a veces las ofertas en alojamientos pueden ser muy atractivas, es importante verificar que estas sean reales. Muchas veces por intentar ahorrar un poco se arruinan las vacaciones y se termina siendo víctimas de estafas.

Estacionamientos

Con el arreglo de veredas, si bien se han estrechado las calles y han dificultado el tránsito, principalmente en horarios peak, para quienes se estacionan en zonas prohibidas, esto no ha sido un impedimento y siguen poniendo los autos en el mismo lugar entorpeciendo los trabajos.