Mundial 1962: la gran decepción de Pelé en la historia de la Copa
Mientras que Suiza 1958 reveló a un jugador sorprendente y distinto, que alumbraría una nueva visión del mundo, Chile 1962 fue la Copa que confirmó que Edson Arantes Do Nascimento, "Pelé", era una estrella mundial y con sólo 21 llegó como una leyenda a la ciudad de Viña del Mar, sede destinada a la entonces selección campeona del mundo.
En Chile, el 10 brasileño no solo logró su segundo Mundial, sino que dejó jugadas y momentos inolvidables pese a que solo pudo disputar el primer partido completo de la fase de grupos y poco más de 30 minutos del segundo a causa de una lesión que le apartaría de forma definitiva del torneo.
Fue otro de los grandes, su compañero en ataque, Garrincha, la estrella de un campeonato en el que también brilló la roja que consiguió un tercer puesto y histórico y que será recordado por la dureza, las peleas en el campo entre jugadores y una violencia que llevó a que cuatro años después aparecieran las tarjetas amarillas.
El ídolo del Santos no decepcionó a aquellos miles que vieron saltar su espigada figura en el Estadio Sausalito durante el encuentro frente a México.
Los aztecas -un equipo inferior- resistieron el primer tiempo con tenacidad a los campeones del mundo, pero en el añadido, el mejor jugador del planeta recuperó el balón, levantó los ojos y puso un centro preciso para que Mario "Lobo" Zagallo abriera el marcador.
Minutos después, el propio "Pelé", en una arrancada cruzó tres cuartos de cancha con sus largas zancadas, regateó a un defensor mexicano con un autopase y anotó un zurdazo forzado que le dio el triunfo definitivo a la verdeamarela.
El segundo partido enfrentó a Brasil con la poderosa Checoslovaquia en un choque sin goles que dejó al mundo sin la magia del jugador del Santos: superados apenas 25 minutos, sufrió un desgarro que le apartó de la competición, aunque en en un principio se dijo que estaría al margen sólo unos días.
Pese a que su máxima estrella estuvo como espectador el resto del campeonato, Brasil no tuvo problemas para hacerse con la Copa del Mundo. Y aunque su aparición fue poca para los fanáticos, imprimió en la memoria chilena y del mundo el talento que luego, como un futbolista maduro, demostraría en México 1970.
Allí se convertiría en leyenda al lograr, con 30 años, la tercera Copa Jules Rimet tras un ingrato paso por Inglaterra 1966, donde recibió un duro castigo por parte de los rivales.