Pedofilia: los límites de la investigación
Una tesis sobre la pedofilia ha causado revuelo en el mundo universitario, al extremo que la máxima autoridad de la universidad en la que la tesis fue presentada, acaba de anunciar una investigación ética a fin de determinar si ella debió o no llevarse a cabo y publicarse.
¿Cómo resolver ese problema?
Uno de los principios básicos de la vida intelectual que se desenvuelve en las universidades, es lo que desde antiguo se llama el principio de la libre investigación científica. En conformidad a él, y en principio, no hay tema o asunto que no pueda ser objeto de examen o de análisis al interior de la comunidad universitaria. Y es fácil comprender por qué. La universidad anhela el saber y por eso rechazar algún tema como objeto de la investigación parece ir contra ese propósito que la universidad persigue.
En el caso que aquí se analiza, sin embargo, hay antecedentes adicionales que impiden que el caso caiga bajo el principio de la libre investigación.
Los académicos distinguen, desde antiguo, entre describir un fenómeno o un hecho, por una parte, o valorarlo o estimarlo, por la otra; entre constatar la existencia de algo, por un lado, y proclamar su valor o disvalor por el otro. Y ahí parece estar la pista para resolver este problema.
La pedofilia (como otras filias y parafilias) puede ser objeto de investigación, a fin de comprender sus causas y el oculto mecanismo que la desata. Si por temor a ella se la dejara en la oscuridad y la ignorancia, el resultado sería peor: ella subsistiría en las sombras, más allá de todo reproche o control. De esta manera puede concluirse que no hay nada de reprochable en una tesis sobre la pedofilia si ella se ocupa de dilucidarla, describirla o explicarla.
Otra cosa ocurre, en cambio, si con ocasión de estudiarla o a pretexto de hacerlo, se la ensalza, se la normaliza y se la promueve, porque en ese caso ya no es la libre investigación la que se ejerce. Y esto es lo que, al parecer, ocurre con la tesis que ha desatado una multitud de críticas y ha motivado la reacción de la autoridad universitaria.
Se dirá, sin embargo, que mantener un punto de vista acerca de qué es normal y qué no, en la vida sexual, es una facultad que asiste a las personas y a los ciudadanos y que esa situación no cambia porque esa opinión se vierta en una tesis universitaria. Esto fue, más o menos, lo que habría explicado la Facultad directamente involucrada: la tesis es un discurso y no un hecho, la emisión de palabras y no un acto, habla de pedofilia pero ello no es equivalente a practicarla.
¿Es correcta esa argumentación?
No del todo, porque el discurso puede carecer de límites legales (como en efecto ocurre en la medida que no existen medidas ex ante destinadas a impedirlo); pero cuenta con obvios límites éticos que son, justamente, los que la universidad ha decidido indagar. Y el principal de esos límites éticos -incluso en esta época descreída- está dado por los derechos humanos que indican que niños, niñas y adolescentes, tienen derechos insalvables entre ellos la indemnidad sexual en sentido fuerte.