Tecnología y dislexia
La dislexia es una de las DEA (Dificultades Específicas de Aprendizaje) más comunes, pues afecta a casi el 10% de la población en el mundo - unos 700 millones de personas- y, junto a otras como el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), ocasionan gran parte del fracaso escolar en el planeta.
En el caso de la dislexia, este fracaso viene condicionado sobre todo por las dificultades de estas personas para leer y escribir, lo que además les produce problemas de autoestima, ansiedad, depresión y trastornos de conducta. Sin embargo, con algunas adaptaciones curriculares y la ayuda de las nuevas tecnologías, gran parte de estos alumnos pueden alcanzar todo su potencial académico.
La introducción de tales tecnologías en el proceso de evaluación e intervención puede convertirse en un elemento clave para mejorar la efectividad del aprendizaje y la experiencia formativa de los estudiantes con este trastorno. La tecnología asistencial, que puede ser una gran aliada, juega un papel muy importante en la sociedad y la podemos definir como aquellas herramientas diseñadas con el fin de ayudar a personas con necesidades especiales a afrontar los retos comunicativos y de aprendizaje. Por ejemplo, los dispositivos capaces de convertir texto en voz permiten a las personas disléxicas, entre otros beneficios, concentrarse en la comprensión del texto, mejorar el reconocimiento de palabras y ampliar su vocabulario.
Bari Hayoun,
director regional de Orcam Technologies