En la editorial del martes 12 de julio, publicada por este medio, se puso acento en la importancia de evitar concurrir al pueblo de La Tirana durante esta semana para celebrar a la Virgen del Carmen y así contribuir al autocuidado, debido a que aún estamos en una situación sanitaria compleja en la región. Según datos de Clapes UC, en dos semanas aumentaron en 118% los casos covid a nivel local, esto sin sumar el colapso que viven actualmente los recintos asistenciales de las comunas y el hospital regional, que está recibiendo a una gran cantidad de menores de edad afectados por múltiples enfermedades respiratorias como la influenza y el virus sincicial.

Los servicios públicos, a partir de este mes, incrementaron los controles y la fiscalización en La Tirana, esto tras la suspensión de la fiesta por parte del Minsal, ministerio que consideró que no estaban las condiciones sanitarias en este pueblo para hacer la tradicional celebración. Pero al parecer todos estos esfuerzos fueron estériles, ya que durante la última semana ha subido una gran cantidad de personas al poblado, haciendo caso omiso a los llamados de la autoridad. Multitud que fue cifrada -el pasado miércoles- en más de cinco mil personas por Carabineros. En el poblado se han podido apreciar algunas aglomeraciones en la explanada, con feligreses disfrutando los tradicionales bailes religiosos, que retornaron al pueblo tras dos años de ausencia.

Esto generó que el seremi de Salud, David Valle, criticara ayer públicamente a la Iglesia, señalando que esta, al mantener abierto el Santuario, no estaría cumpliendo con la normativa sanitaria. Anunció, además, que fortalecerán las fiscalizaciones en el lugar.

Esto genera interrogantes respecto a la estrategia utilizada y a la coordinación que se realizó antes de la actividad con los distintos actores que participan de ella.

Es claro, entonces, que los mensajes emitidos por la autoridad no provocaron la respuesta esperada, por lo que bien vale la pena revisar cómo se ha desarrollado la comunicación de riesgo, toda vez que cuando estos no son claros, tienden a confundir a la ciudadanía.

"Los mensajes emitidos por la autoridad no provocaron la respuesta esperada, por lo que bien vale la pena revisar cómo se ha desarrollado la comunicación de riesgo".

Pasada la medianoche de este viernes comenzará la víspera de La Tirana, se trata de ese momento cuando miles y miles de pañuelos blancos son agitados en honor a la virgen del Carmen, es una liturgia espontánea y colectiva que, sin importar que el frío del desierto se sienta como cuchillas en los huesos, transforma miles de personas en un solo cuerpo identitario.

Cantar a todo pulmón la reina del Tamarugal es un acto de fe. Nada es más importante que estar cerca de esa iglesia de calamina y maderos con reminiscencias de salitre, porque en ese instante se termina y comienza un nuevo año, es el diálogo esencial entre el peregrino y su fe. No importa si es católico o, como la gran mayoría de los tarapaqueños, simplemente creyentes de la Chinita sin tratados eclesiásticos de ningún tipo de por medio.

Toda sociedad necesita profundamente un santuario donde pueda expiar sus supuestos pecados, compartir sus esperanzas, contarle a la virgen sus padecimientos, y comprometerse con el devenir de su comunidad, su familia y el país. Allí, en La Tirana, como en ningún otro lugar de Chile, ese diálogo entre el pueblo y la divinidad es no solo a través de la palabra, sino con todo el cuerpo, porque los bailes son la expresión más notable de la religiosidad tarapaqueña. Sin duda, una influencia andina, donde podemos comprender que la virgen del Carmen, a pesar de todo su simbolismo católico hispánico y chileno, es también Pachamama.

Sin embargo, la cruda realidad de la globalización y la mundialización de las enfermedades ha impedido y justificado que la sociedad tarapaqueña haya podido asistir en los últimos tres años a su principal santuario. Este impedimento es necesario pero complejo, porque La Tirana es, en definitiva, un dispensario de salud espiritual y, qué duda cabe, después de la pandemia, y de tantos deudos que han partido sin los rituales de despedida como lo merecían, es más importante que nunca la salud del alma o de la mente.

Este 16 de julio serán escasos los peregrinos que bailarán por todos nosotros, y ello es extraño, porque este tipo de celebraciones son colectivas, tienen mucho de ritual totémico, donde se renueva la identidad y la pertenencia de una comunidad. En ese momento, todos somos tarapaqueños, sin importar las ideologías y la contingencia política que nos separa. Por mi parte, estaré leyendo por enésima vez ese maravilloso libro de Lautaro Núñez Atencio "La Tirana del tamarugal del misterio al sacramento", porque siempre descubro algo nuevo.

"Allí, en La Tirana, como en ningún otro lugar de Chile, ese diálogo entre el pueblo y la divinidad es no solo a través de la palabra, sino con todo el cuerpo, porque los bailes son la expresión más notable de la religiosidad tarapaqueña (...) donde podemos comprender a la Virgen".

Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia, 2014

Aunque la mayoría de las personas que llegaron a La Tirana las utiliza, también hay algunas que parecen olvidar que todavía estamos en pandemia. Es importante usar la mascarillas y de forma correcta, tapando boca y nariz.

Carabineros

Una importante presencia policial se observa en La Tirana. Desde el ingreso al pueblo y en las distintas calles, personal motorizado y de infantería vigila la seguridad del lugar, donde hasta el momento todo se ha desarrollado con mucha normalidad.

Ruta A-16

Algunos sectores de la ruta A-16, que une Alto Hospicio con la Ruta 5 Norte están con parches y un poco deteriorados. Se espera que una carretera concesionada esté en óptimas condiciones, por lo que sería bueno una inspección de la autoridad.