El trabajo de la Convención Constitucional (CC) está llegando a su fin y ya es posible evaluar las nuevas reglas económicas propuestas. Por cierto, el tema es extenso, pero hay aspectos destacables. Cuestiones muy básicas como la muy comentada propiedad privada, no es diferente de lo que ya existe, aunque persisten las dudas sobre el estatus de las concesiones mineras y los derechos de uso de agua. Pero las dudas más complicadas son las que surgen de la transición de sistemas. Por ejemplo, en el caso del uso del agua, la sustitución es de un derecho a una autorización administrativa y eso producirá costos patrimoniales a los actuales propietarios de derechos. Con las nuevas normas constitucionales, podría ocurrir que los propietarios de derechos de agua, demanden una indemnización que sería costosa y litigiosa. Pero se puede resolver y, claramente, el sistema de permisos, acotados en el tiempo y en el uso, es superior al actual sistema de derechos, eternos y heredables.

Algunos temores surgen del "exceso" de derechos de la nueva Constitución, o de la iniciativa de gasto que deja de ser de exclusividad presidencial y que podrían presionar el gasto fiscal. Pero es compensado por artículos sobre responsabilidad fiscal. Esto último no existe en la actual Constitución y es una idea muy valiosa: el equilibrio fiscal pasa a ser exigible para cualquier Gobierno y asegura una política fiscal ortodoxa y responsable. Esta idea es muy potente y creo que de ella surgirán muchas nuevas leyes que lo harán tangible.

Aparecen nuevas exigencias en el ámbito laboral y ambiental, pero no son diferentes a las que ya existen en los países civilizados. Hay que acostumbrarse; nuestro país ya no puede tener normas predatorias del medioambiente o de las personas, bajo pena de quedar relegado a la categoría de tugurio mundial.

La flexibilidad legislativa también ha sido criticada, porque agrega inestabilidad a las "reglas del juego". Eso es más político, pero supone una gran desconfianza en la democracia, pero los resultados de la Convención muestran que los extremismos no convencen a la mayoría.

"Algunos temores surgen del 'exceso' de derechos de la nueva Constitución, o de la iniciativa de gasto que deja de ser de exclusividad presidencial y que podrían presionar el gasto fiscal".

Fernando Cabrales,, Economista

Hablar de quienes tienen 60 años o más es un imperativo, teniendo en consideración que las proyecciones al 2050 nos presentan que el número de personas mayores se duplicará a nivel mundial. Nos encontramos en pleno proceso de envejecimiento poblacional y Chile no está ajeno a estos cambios.

Sin embargo, no nos podemos quedar solo en el hablar, sino que hay que actuar. Las medidas a implementar para otorgar mejores condiciones de vida a las personas mayores son estructurales, por tanto, no basta con la voluntad de los ciudadanos, se requiere un abordaje global (políticas económicas, sociales, sanitarias) asociado al cambio de conciencia y, por tanto, no es inmediato. Desde el sector salud podemos comenzar a realizar pequeños cambios que impacten positivamente en el trato y dignidad de ellos.

Para iniciar, debiéramos modificar la manera en que nos referimos a las personas mayores, pues son sujetos de derechos al igual que el resto de la población y no debiera ser sinónimo de dependencia o vulnerabilidad, que es justo uno de los focos de las acciones en promoción de la salud y prevención. El hecho de que el porcentaje de personas mayores aumente, supone también medidas para ofrecer mejores condiciones de vida. Si bien el deterioro de algunas funciones vitales son parte del proceso, es también cierto que disponer de mejores entornos físicos y sociales incidirá de mejor manera en la calidad de envejecimiento.

Debemos aunar los esfuerzos como sociedad para cuidar de mejor manera a las personas mayores y que esto se traduzca en mejores condiciones de vida para disfrutar los últimos años. Nos encontramos actualmente en la Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030), que tiene como objetivo reducir las desigualdades en materia de salud y mejorar la vida de este grupo etario, sus familias y sus comunidades a través de la acción colectiva en cuatro esferas: cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar en relación con la edad y el edadismo; desarrollar las comunidades de forma que se fomenten las capacidades de las personas mayores; prestar servicios de atención integrada y atención primaria de salud centrados en la persona, que respondan a las necesidades de las personas mayores, y proporcionar acceso a la asistencia a largo plazo a quienes la necesiten.

Andrea Peñaloza,

académica de la carrera de Enfermería de UDLA Sede Viña del Mar

Con el mayor respeto debo decirle al nuevo obispo de Iquique, Monseñor Isauro Covilli Linfati, que esta ciudad, desde sus orígenes, ha recibido inmigrantes: chilenos, peruanos, bolivianos, españoles, italianos, croatas, ingleses, chinos, árabes, que llegaron al trabajo del salitre. Posteriormente, con la Zona Franca, lo hicieron indios, paquistaníes y de otras nacionalidades.

Todas estas razas se amalgamaron, sin existir nunca problemas de xenofobia y vivíamos en paz social. Lo de ahora es diferente.

Junto con la miríada de inmigrantes necesitados, ingresaron bandas criminales organizadas, armadas, las que han provocado un aumento de la criminalidad y con delitos nunca vistos: con secuestros, feroces homicidios, incineración de cadáveres, contrabando de armas y drogas, prostitución organizada.

Aquí, Su Eminencia, no hay prejuicios sino miedo.

Dr. Jorge Soto Silva