Desde que el Ministerio de Educación anunciara una modificación en el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (Simce), han surgido una serie de apreciaciones y recomendaciones las cuales vienen planteándose desde la década de los 80. Fue en ese entonces cuando se aplicaba por primera vez a 4° y 8° básico una prueba que pretendía ser estandarizada pero que a su vez y curiosamente, deseaba "medir" la calidad de la educación en Chile.

¿Es posible medir la calidad de la educación de un país por medio de una evaluación de este tipo?; resulta complejo cuando lo que se hace en la educación escolar es formar a niños y jóvenes para la vida, es decir, que no solo desarrollen conocimientos asociados a cada asignatura del currículo educativo, sino que también una serie de habilidades y actitudes que les permitan actuar de manera autónoma y transformadora en la sociedad de la cual son parte.

Por lo mismo, no es nada nuevo que se retome el debate en cuanto a 'modificar', 'eliminar', 'suspender' el Simce. Cada vez que asume un nuevo gobierno, vuelve a cobrar relevancia la aplicabilidad de esta evaluación con ciertos 'tintes' políticos. Es justamente esto lo que se debiera evitar, ya que la calidad de la educación debiera trascender hacia permutaciones más bien sistémicas las cuales también incluyen al Simce. No basta con que sea esta la referencia, ya que existen otras variables como la cantidad de estudiantes en una sala de clases - en que aún suelen verse más de 40 alumnos en aula-, el estado emocional de los profesores y profesoras - que poco se les consulta -, altos índices de vulnerabilidad en algunos establecimientos del país que luchan por sacar adelante a sus niños y adolescentes y un largo etcétera que deben ser contemplados al momento de decidir si modificar o no una prueba. Con esto, no pretendo minimizar el que el Simce requiera de un análisis para el desarrollo de las habilidades del siglo XXI, sin embargo, existe una multiplicidad de otros elementos para proyectar una educación equitativa y de calidad en Chile.

Ya varios expertos lo han destacado, el factor político no puede estar en función del Simce. Existen una diversidad de principios agregados que son ineludibles cada vez que se provoquen transformaciones en el sistema educacional de todo el territorio nacional. Para esto se requiere de un trabajo reflexivo comunitario en que, participen: estudiantes, docentes, apoderados y expertos en los ámbitos del currículum y la evaluación.

Esperemos que esta vez existan las voluntades por efectuar un verdadero cambio en una prueba que históricamente ha estado en el tapete de la educación en nuestro país.

"Ya varios expertos lo han destacado, el factor político no puede estar en función del Simce".

Carlos Guajardo Castillo, director Pedagogía en Educación General Básica, UCEN

No deja de ser una paradoja, que el Gobierno de las autodenominadas fuerzas de la "verdadera izquierda", inicie con el pie izquierdo. En febrero de este año, el coordinador político de Convergencia Social en Tarapacá, Sr. Jorge Granfer, valoraba la "vocación transformadora del gobierno de Gabriel Boric, que también se expresará en la instalación regional", a propósito de la designación del gabinete regional. Dichas declaraciones, se enmarca en la pulsión de ese sector, por señalar su rechazo a las antiguas y corruptas formas de la política, que gran parte del país rechazó en octubre de 2019, pues "no son 30 pesos, sino fueron 30 años", a juicio del sector, de lo peor y colmado de componendas.

Es este discurso, el que dio rédito suficiente al FA, para que en pocos años, pasarán de ganar elecciones en centros de alumnos, a ganar las elecciones presidenciales, con la promesa de un Chile donde los grupos de poder (de todos los sectores, especialmente de la exconcertación), dejarán de ser tener influencia, sobre todo cuando se trataba de sus propios intereses. A poco andar, los santos parecen bajar del cielo, y la instalación del gobierno a nivel nacional y local, no es más que la reproducción de la política de siempre, pero en una versión chambona y con menos estilo que la que practicaron sus antecesores.

Notable déficit técnico y político se observa a nivel de las designaciones de seremis en Tarapacá, varios de ellos cuestionados por razones judiciales o administrativas. Emblemático resulta el caso del delegado presidencial de Tarapacá, quien sin experiencia política ni tienda que lo sostenga, se ve en medio del temporal fratricida del sector, como un niño perdido en la noche oscura. Curioso resultan sus declaraciones sobre que "es inaceptable que el Estado …" haga esto u lo otro, o deje de hacerlo.

Muy conveniente sería, que algún asesor le explicará a la autoridad que, es él en parte hoy, el Estado. Por su parte, el gobernador regional de Tarapacá, también conspicuo miembro del sector (aunque alguna vez fue de la concertación), no logra convencer, ni menos elaborar una lírica que permita a los tarapaqueños visualizar una imagen del futuro, salvo el propio reflejo del gobernador en un espejo.

Empezamos con el pie izquierdo, y las encuestas, a veces equivocadas, pero no tanto últimamente; parecen refregarse sobre la cara de este gobierno.

Cristian Sagredo

La dictadura sometió al país al Estado de Sitio; prohibió la actividad sindical y el derecho de reunión. Los actos del 1° de Mayo los organizaba el gobierno y se efectuaban en el Edificio Diego Portales en Santiago; los discursos eran revisados o aprobados previamente. En 1978, la dictadura obligó a la Iglesia de Santiago, suspender los diálogos preparados por la Pastoral Obrera, para conmemorar día de los trabajadores. Hernán Mery (destituido), ex presidente Nacional de Obras Sanitarias manifestó "el problema más grave fue el descabezamiento que sufrieron todas las organizaciones sindicales". Rolando Olivares, dirigente metalúrgico añadió "El movimiento sindical fue reprimido por los empresarios; le quitaron las sedes de los sindicatos". Hugo Pérez, dirigente metalúrgico dijo "Tenemos que lograr la libertad para que los dirigentes nacionales puedan llegar a las bases y poder unirnos en el camino que debe seguir el movimiento sindical".

El cardenal, Raúl Silva, en mensaje por el 1° de Mayo expresó: "Se trata que los hombres y particularmente los trabajadores, puedan asumir el rol de sujetos y no de objetos de la historia. Que puedan elegir y decidir su destino, en lugar de recibirlo pasiva y silenciosamente de otros".

Derico Cofré Catril