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pensiones, salud, y parece que va a haber una vuelta hacia ellos. Ahora, por la manera en que se ha conducido la Convención, va a haber un listado de derechos muy extenso, pero creo que hay dos cuestiones que hay que observar. Una es el cambio en la titularidad. ¿Van a seguir solamente las personas siendo sujetos de derecho o, como hemos visto en otras propuestas, vamos a tener nuevos titulares como la naturaleza y los animales? Eso es algo que cambia el paradigma que hemos sostenido en las constituciones y en la regulación en general. Además, cuántos de esos titulares van a ser colectivos y no necesariamente personas individuales. Lo otro que creo que va a ser cómo se garantizan esos derechos sociales, que es la clásica discusión, si se garantizan frente a los tribunales, con una acción judicial, un recurso de protección, o mediante una delegación a la ley. Y ligado a eso es ¿qué rol va a tener el sector privado o no estatal en la provisión de los servicios públicos? ¿Va a ser provisión única por parte del Estado o mixta? Creo que va a ser una de las preguntas más difíciles de los derechos sociales, independientemente de cuán largo sea el catálogo de ellos.
-El Presidente Boric y la exmandataria Bachelet han hecho llamado a transversalizar el proyecto, justo con encuestas que ponen en duda el triunfo del apruebo. ¿No son suficientes los 2/3 de las normas aprobadas?
-Creo que lo que muestran las encuestas, que miden el momento y no necesariamente predicen, es un llamado de atención respecto de que si aquellas cuestiones que se están discutiendo al interior de la Convención son o no las que la propia ciudadanía espera de su producción. Por supuesto que esto está influido por el nivel de velocidad que ha adquirido en las últimas semanas, pero también sobre cuáles son las cuestiones que la ciudadanía esperaba de este proceso constituyente. Una, por supuesto, la discusión sobre los derechos sociales, pero también hemos visto informes que proponen una gran cantidad de normas y que luego son desechadas. La pregunta es, bueno, ¿cómo usamos el tiempo que nos queda para trabajar en aquellas cuestiones centrales, focales, donde debiéramos hoy agotar las energías considerando que el tiempo avanza inexorablemente? Sobre la transversalidad, creo que es indudable que una Constitución debiera ser un lugar donde todos encuentren un espacio de proyección del proyecto político del país, lo que denominan como la "casa de todos", y eso significa en el fondo que la sociedad es una sociedad plural y pluralista, y por lo tanto las reglas del juego tienen que permitir eso.
Permitir ese pluralismo significa que las distintas concepciones que están en la sociedad sobre el bien, sobre la manera como se quieren desarrollar los proyectos de vida, deben dejar espacio para las autonomías individuales. Establecer sólo un cierto tipo de proyecto de vida empieza a dejar que el resto se sienta ajeno a lo que se está haciendo, y pongo el acento en esto porque me parece que ha habido en algunos casos bastantes ideas de establecer una sola visión sobre un tipo de comunidad política y se deja poco espacio para el pluralismo político, pero también sobre todo para las autonomías de proyectos de vida. Las transformaciones sociales a las que estamos sujetos son enormes y quizás ahí hay un punto que quizás la Convención ni siquiera ha tocado y que tiene que ver por ejemplo con temas como la libertad de expresión. Hay mucho foco en la propiedad de los medios, pero hoy día gran parte de la información se produce a través de redes sociales.
-¿Cree que alcanzarán a terminar?
-Sí. Hubo discusiones por el plazo, pero ya hay fecha y el plazo es el plazo. Y quizás no hay mayor incentivo para ponerse de acuerdo que el que se cumpla el plazo. Ahora, ¿qué significa el plazo para la propia Convención? Creo que es decir bueno, cuál es el meollo del asunto, dónde ponemos la energía.
-¿Qué pasa si hay un resultado estrecho?
-Pongámonos en el escenario de que es aprobada. Vamos a tener en las próximas semanas un debate sobre las normas transitorias, cuestiones que van ahí son qué pasa con las autoridades electas, con los jueces o qué pasa si hay cambios en órganos autónomos como la Contraloría o el Tribunal Constitucional. Hay otra parte que es la dictación de toda la legislación complementaria. Podemos crear nuevas instituciones y eso significa crear toda la institucionalidad acorde; crear nuevos derechos y todo eso implica crear una enorme cantidad de regulación y esa regulación va a ser dictada por el Congreso. Tener un plebiscito de salida con un margen muy estrecho de todas maneras va a impactar en el proceso de transición, especialmente cuando las fuerzas de la Convención, que son súper particulares, no coinciden con las fuerzas que están en el Congreso.
-¿Y si gana el rechazo?
-Si gana automáticamente no parte de nuevo un proceso. La pregunta es si después de todo este proceso y llegara a ganar el rechazo, cuáles son las cuestiones de cambio constitucional que quedan sobre la mesa y que debieran hacerse igual. Me parece que todo lo que hemos visto en el proceso, con todas sus complejidades, sí ha llamado la atención sobre cambios en muchas áreas que son necesarias en cualquier Constitución. Entonces, pensar que si llegara a ganar el rechazo significa status quo, yo creo que no. El desafío es qué significa eso para un futuro, para volver sobre los cambios y qué se querría rescatar o no. En ambos casos, pero sobre todo en el apruebo hacia adelante, pensar que esto se acaba con el plebiscito de salida significa obviar un período que viene y que probablemente no le hemos puesto tanta atención.
"Pensar que esto se acaba con el plebiscito de salida significa obviar un período que viene
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