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-Se aclaró la situación de los alcaldes que podrían participar en la primaria presidencial: ahora sabrán los resultados de las elecciones municipales antes de su candidatura a primarias. ¿Tiene alguna influencia en ellos?
-Bueno, esto se refiere a dos candidatos: Daniel Jadue y Evelyn Matthei, en Recoleta y Providencia. No sé si eso los va a favorecer o no. En el caso de Jadue ya está instalado en una muy buena posición y su apoyo no depende tanto de eso; de hecho, hay indicios de que el Partido Comunista quiere adelantar su nominación precisamente porque se tiene que instalar antes. Jadue depende poco de lo que pase en la elección de constituyentes. En el caso de Matthei tampoco me queda claro que ella quiera ser candidata presidencial. Ella, me parece, juega un rol más bien de "whip", de jefe de bancada, de ordenadora de su sector. De hecho, entre todos los candidatos es la única que está anclada en los principios de su partido. Todos los otros candidatos presidenciales se han corrido hacia el centro. Matthei depende de otros factores; no la veo adelantando su nominación antes de la elección que probablemente va a ganar; si es que va a las primarias o no depende de la fuerza de Lavín y si al correrse él hacia el centro le deja ese espacio a ella.
-¿Y qué le parece, en general, la creciente figuración política de los alcaldes al punto que los candidatos presidenciales con mejores expectativas lo sean?
-Un elemento que surgió durante todo este caos político, por decirlo de alguna forma, todo este reordenamiento, es la importancia de la dimensión local. Los alcaldes fueron críticos en definir el rumbo del país: fueron ellos los primeros que propusieron que se hiciera un plebiscito para una nueva Constitución. Me parece natural que se hayan instalado varios alcaldes con potencial presidencial. Eso habla de la necesidad de una descentralización.
-El ejemplo es Lavín, quien pareciera estar en la "pole position" de la carrera. ¿Es así o es una ilusión?
-Es así. Lavín está encabezando la carrera presidencial y no es algo nuevo. Lleva al menos tres años marcando primero en todas las encuestas. Hay algunas más recientes que han dado a Jadue en primera posición, pero si uno mira todas las encuestas lo que uno ve es que Lavín tiene alrededor de un cuarto de las preferencias, es decir, si se estudian estas encuestas y se promedian o controlan margen de error o distancia de la elección o incluso cómo son las encuestas (telefónicas, en línea, etc.), Lavín tiene un 25% y eso ha sido consistente. Ha caído en el último año, pero sigue siendo un candidato muy fuerte.
-¿Y Daniel Jadue estaría en una segunda posición?
-Jadue ha incrementado. Mientras que Lavín ha bajado más o menos 10 puntos, Jadue ha subido 10 puntos. No significa que un 10% de las personas se cambiaron de campaña, sino que él ha hecho un buen trabajo en instalarse. Hace un año no marcaba tan bien en las encuestas, pero ya lleva 8 o 9 meses marcando una segunda posición. Hubo un muy trabajo del alcalde y del partido y sector que lo respalda.
-Usted ha comentado que la derecha tiene una ventaja "contra intuitiva", en el sentido que no obstante lo ocurrido en pandemia tiene altas probabilidades de elegir al próximo presidente.
-Cuando uno piensa en todo lo que ha pasado y mira los índices de popularidad: el Presidente está en el suelo, los políticos están en el suelo, se pensaría que la derecha está mal. La gente suele mirar el plebiscito como una cuestión de derecha e izquierda, u oficialismo y oposición, un 80% contra un 20% en el Apruebo o Rechazo. Pero creo que eso es un error. Si se mira esa evidencia anecdótica, uno podría pensar que viene una paliza tremenda para la derecha, porque "Chile cambió". Pero mi posición es que ese 80-20 no está marcado por líneas partidarias. Lo que ocurrió con el plebiscito es casi algo de sentido común, para avanzar en una situación de trinchera política. No es que un 80% de las personas sea de oposición o de izquierda. Hubo muchas personas de derecha que estuvieron a favor de cruzar esa línea. En el caso de la elección presidencial, puede haber muchos a los que no les guste Piñera, pero hay buenas razones para que les guste Lavín. No es el Lavín de 1999: no hace mucho dijo que era socialdemócrata. Eso hace sentido para muchas personas que son votantes independientes y moderados como es la mayoría del electorado en Chile.
-¿Juega a favor o en contra del oficialismo la gran abundancia de los candidatos de oposición?
-Juega a favor. Los candidatos de derecha, a pesar de estar desanclados de las líneas partidarias tradicionales, son más similares entre sí que lo que se ofrece en la oposición. Cuando se miran las encuestas, los candidatos del oficialismo marcan más del 50% sumados. Eso pasa porque los candidatos que están a la izquierda no suman: hay muchos candidatos chicos y hay un candidato más grande que marca, que es Jadue. Pero al haber tantos candidatos distintos, se dispersa mucho el voto. Es el mismo fenómeno que vemos en la Convención Constitucional: hay demasiadas opciones desde el centro hacia la izquierda y es difícil que se concentren los votos en una sola persona que sea competitiva. Eso beneficia a la derecha para ir moldeando su electorado para conseguir su voto.
-Ha destacado el fenómeno de la "diferenciación forzada" de los candidatos de derecha. ¿Podría resumir su punto?
-Como todos están marcando más o menos lo mismo, salvo Lavín, hay mucho espacio por ganar. Se sabe que se puede incrementar la votación, entonces los candidatos se están saliendo de su anclaje tradicional de sus partidos políticos y están ofreciendo cosas nuevas. Lo hacen todos los candidatos de derecha, menos Matthei. Lavín se movió de su posición más conservadora de la UDI a ofrecer socialdemocracia. Desbordes se movió de la línea tradicional de Renovación Nacional, caracterizada tal vez por el liderazgo de Allamand y Carlos Larraín, a una posición que es una derecha "social", eso es un punto que es nuevo. Con Sichel pasa que se mueve en posiciones mucho más centristas que las que ha tenido cualquier otro candidato en la derecha desde 1989: él viene de la DC, fue candidato dos veces a diputado por ese partido. Briones, por su parte, viene con una tradición liberal igualitaria que es tal vez el ala más de "izquierda" de Evópoli y por eso se diferencia de Felipe Kast. Todos están buscando ofrecer alternativas que tienden más hacia el centro y se están diferenciando mucho. Al hacer eso, se corre el riesgo de que no exista coordinación y se estén autoanulando entre ellos, en vez de estar trabajando juntos en un escenario que ya les es favorable.
-¿Y cómo juega allí José Antonio Kast?
-José Antonio Kast es siempre un enigma en lo que va hacer. Su posición fue pactar, inteligentemente, para la Convención de constituyentes. Pero va a ir de todos modos como candidato en la primera vuelta en noviembre. No va a ganar y se va a alinear rápidamente con su sector para apoyar a cualquiera sea el candidato que pase a segunda vuelta de la derecha.
-¿Cierta radicalización para marcar diferencias es lo que ocurriría también en la izquierda, por ejemplo, con Pamela Jiles?
-Hay cierta analogía entre Pamela Jiles y José Antonio Kast. Se criticó por parte de la izquierda que Kast haya pactado con la derecha para la Convención, pero es esencialmente lo mismo que están haciendo con Pamela Jiles. Ella también tiene un liderazgo que es extremo y algo populista que nació en la cuna de la izquierda: ella fue candidata por el Parido Humanista dentro del Frente Amplio en 2017. No hubo ninguna crítica a Pamela Jiles en todos estos años. Sólo comienzan cuando alcanza una posición presidencial más fuerte. Hace un par de semanas Matías Walker, de la DC, estaba grabando videos con Pamela Jiles, y todos siguiendo el juego que tenía ella con los retiros del 10%.
-En todo caso, las diversas posturas dentro de un mismo partido parece ser lo normal, ¿no? Pero hay actitudes del Frente Amplio que parece estar restringiendo el espacio del disenso.
-Sí. Cuando uno mira el mapa del terreno político electoral chileno, ve al Frente Amplio en la elección pasada y sus candidatos eran de una izquierda más bien liberal. Revolución Democrática era un claro ejemplo. Pero en este último período han transitado hacia una posición más autoritaria, sobre todo después de su negociación con el Partido Comunista. Han ido hacia una izquierda más tradicional y más dura. Se movieron de ser un partido que permitía el disenso de opiniones a un partido de una sola línea política, lo que no es necesariamente malo, pero es diferente de lo que ellos estaban ofreciendo en un principio. Ya no existe una libertad completa de opinión dentro del Frente Amplio: lo vimos cuando suspendieron su apoyo a una candidata a alcaldesa de Concepción. Se han movido a una posición más autoritaria y tiene sentido que hayan pactado con el PC y probablemente van a seguir juntos hasta a presidencial de noviembre