Los negativos de cuando J.M. Coetzee quiso ser fotógrafo
El hoy escritor captaba imágenes de su madre, su hermano y de todo lo que se le cruzara por delante con la réplica de una Leica. En el libro "Retrato de infancia" el Premio Nobel habla de esa época.
Por Hermann Wittenberg
Esta entrevista aparece en el libro "Retrato de infancia", una suma de fotografías realizadas por el escritor sudafricano cuando recién comenzaba a urdir su destino. Aquí, confiesa el amor hacia la fotografía heredado de su madre, a quien también puso en el centro de su cámara, una copia de la famosa Leica.
-HM: ¿Cómo llegó a la fotografía? ¿Fue su madre, la fotógrafa de la familia, su primera maestra? ¿Qué cámaras utilizó?
-JMC: Mi madre se compró una cámara de cajón antes de emprender con su hermano un viaje por toda Europa en 1936 (creo). Registró la Europa que veía en fotografías que después pegó en un álbum. Más tarde, cuando llegaron sus hijos (en 1940 y 1943), documentó su crecimiento en fotografías que con el tiempo formarían nuevos álbumes. Así que hacer fotos era parte de nuestra cultura familiar, como lo era de otras muchas familias de clase media. A través de los álbumes de fotos las familias construían una historia propia, un pasado.
-HW: Me interesa el período de su vida en que adquirió una ampliadora y montó su propio cuarto oscuro. Debió de invertir bastante tiempo (y dinero de bolsillo) en la fotografía. ¿Fue en ese momento cuando se compró la cámara Wega de 35 mm? ¿Qué le atrajo de la fotografía para tomársela en serio como una afición?
-JMC: Me compré mi primera cámara por correo. Era una novedad y la anunciaban como la clase de cámara que utilizaban los espías. Sacaba fotos de unos 15 mm que luego había que ampliar. En Ciudad del Cabo había una sola tienda que vendiera rollo para ella. Pagué por la Wega unas cuarenta libras, mucho menos de lo que costaba la Leica, de la que era una imitación. La compra de la Wega junto con el equipo del cuarto oscuro señaló el momento en que empecé a hacer fotos "en serio". ¿Qué me atrajo de la fotografía? No soy la persona más indicada para determinar las razones más profundas. Permítame simplemente decir que, en la década de 1950, la fotografía "seria" tenía bastante prestigio cultural. Además era una actividad masculina, en contraposición con otras tan femeninas como componer poemas o tocar el piano.
- HW: Fue miembro de un club de fotografía mientras estudió en Saint Joseph. ¿Era una asociación escolar? ¿Podría hablarnos un poco más de esas actividades, los concursos y las exposiciones en las que participó?
-JMC: Yo era el alma máter del club de fotografía de Saint Joseph. Durante un tiempo la fotografía estuvo de moda en el colegio, hasta que alguna otra moda la reemplazó. Los hermanos nos dejaban utilizar como cuarto oscuro la sala donde se guardaba el equipo de laboratorio. También nos permitían usar el tablón de anuncios para colgar nuestras fotografías. Organizamos un concurso y pedimos a uno de los hermanos que hiciera de jurado.
-HW: Hizo una gran cantidad de fotos en el colegio, en eventos deportivos, pero también en ocasiones formales, como en las sesiones fotográficas de la promoción. ¿Actuaba si fuera un fotógrafo escolar autorizado? En la biografía de Kannemeyer, su amigo Nic Stathakis también cuenta que usted hacía fotos de "espía" sin permiso y a escondidas. ¿Podría decirnos algo más de esas tomas? Es evidente que utilizaba la Wega, pero también otra más pequeña y discreta.
-JMC: La cámara más pequeña era la supuesta cámara para espías. El colegio contrataba a un fotógrafo comercial para que hiciera las fotografías de clase y demás. Mis actividades, y las de los otros miembros del club de fotografía, eran más toleradas que permitidas.
-HW: Muchas de sus fotografías (paisajes de Ciudad del Cabo, vida doméstica, actividades escolares) tocan temas que no son extraordinarios en sí mismos, pero dejan ver una ciudad en la composición, y una conciencia de la técnica de fotografiar en condiciones difíciles (por ejemplo, a contraluz, en la oscuridad o capturando el movimiento rápido). En estas fotos se percibe creatividad, experimentalismo y un afán por forzar los límites. Hay varias tomas compuestas son gran esmero, pero la mayoría parecen haberse tomado de forma improvisada, sin planificar. ¿Puede hablarnos de su forma de abordar el medio?
-JMC: Leía libros de fotografía, imitaba lo mejor que podía la clase de fotografías que veía en Life y otras revistas. Creo que me interesaba estar presente en el momento en que la verdad se revelaba a sí misma, un momento que uno en parte descubría y en parte creaba. Creía que esta era la estética que había detrás del trabajo de fotógrafos como Cartier Bresson. Por desgracia, con el tiempo descubrí que yo no tenía el ojo de un artista-fotógrafo. Durante un tiempo me justifiqué diciendo que no sacaba suficientes fotos: los fotógrafos sobre los que leía no tenían reparos en gastar un rollo de 36 en un solo tema, mientras que yo tenía que racionar las tomas. Pero lo cierto era que nunca me abrí suficientemente al mundo, en particular a la experiencia de otras personas. Estaba demasiado absorto en mí mismo. Es bastante común a esa edad.