Adiós a las bolsas plásticas
El 3 de agosto de 2018 partió la aplicación gradual de la Ley 21.100, que prohíbe el uso de bolsas plásticas de un solo uso en el comercio. La medida, que busca proteger el medioambiente, se instaló primero en supermercados y las grandes tiendas, pero desde este lunes la normativa incluye a las micro, pequeñas y medianas empresas que operan en el territorio nacional.
A través de esta normativa, Chile se convirtió en el primer país de Latinoamérica en eliminar el uso masivo de las bolsas plásticas, evitando de esa forma que cientos de miles de toneladas de plástico terminaran repartidas por tierra y mar, generando más contaminación.
De acuerdo a las cifras entregadas por el Ministerio del Medio Ambiente, desde que entró en vigencia la ley, cerca de 5.000 millones de estos artículos han dejado de entregarse, cifra que desde esta semana debería aumentar considerablemente.
La ministra Carolina Schmidt comentó que "si pusiéramos la cantidad de bolsas que hemos evitado entregar, una al lado de la otra, sumaríamos 2,75 millones de kilómetros. Es decir, 7,1 veces la distancia que existe entre la Tierra y la Luna, se podría dar vuelta a la Tierra 68 veces". Sin duda una cifra que impacta y que por años no logramos visualizar.
La aplicación de esta política pública ha sido valorada por diversos sectores, toda vez que además de generar un impacto positivo en el ecosistema, permite que cada persona se incorpore de manera activa en la urgente tarea de proteger el planeta.
Aunque para muchos fue algo problemático aprender a convivir con esta ley, lo cierto es que hoy la mayoría de los chilenos ya la incorporó a su rutina, por lo que se prevé que esta nueva etapa sea todavía más fácil de materializar.
Los estudios científicos dan cuenta que la degradación de una bolsa plástica tarda entre 400 y 500 años, periodo de tiempo que por sí mismo explica lo relevante de la medida.
Tal como se logró con esta ley, el país necesita fortalecer su política de protección al medioambiente y buscar nuevas formas de involucrar a la ciudadanía. Es un deber para esta generación y un derecho clave para las próximas.
"Permite que cada persona se incorpore de manera activa en la urgente tarea de proteger el planeta".