"Más allá de tener las mejores medidas, mucho depende de cómo la gente las acata"
El médico argentino evalúa las acciones en nuestro país frente al COVID-19, destaca la capacidad de diálogo, pide cuidar al personal de salud, advierte que es preocupante la cantidad de contagios y que la curva epidémica recién está empezando.
La enfermedad causada por un nuevo coronavirus, COVID-19, en los pocos meses que se sabe de su existencia, se ha transformado en una pandemia que ha afectado a la mayor parte del mundo. Es una enfermedad nueva para todos: para el cuerpo de las personas, para los países, para los trabajadores de la salud y para la comunidad internacional.
La cooperación entre gobiernos ha demostrado ser fundamental en el conocimiento de la enfermedad como en las medidas para enfrentarla. Fernando Leanes, médico argentino, representante para Chile de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) se ha convertido en una voz muy presente.
Ha participado en diversas instancias y forma parte de la Mesa Social que integra personas que desde distintos ámbitos entregan sus conocimientos y experiencias para ayudar, como dice él, al diálogo en torno a la enfermedad que ilumine las acciones a seguir. Un punto central, insiste Leanes, es el diagnóstico y el aislamiento de las personas enfermas, pero también se refiere al exceso de información accesoria que circula, a los aspectos sociales de la enfermedad y a los escenarios posibles.
-¿Cuánto sirve la experiencia internacional para hacer frente a esta epidemia?
-Sirve mucho. Esta es una enfermedad que partimos asumiendo que iba a tener un comportamiento similar a SARS, una enfermedad previa por otro tipo de coronavirus, y la experiencia tanto de China como de Corea del Sur permitió tener muy rápidamente, además del diagnóstico, los elementos claves para su control que es relativamente simple: aislar personas que tienen COVID-19. Pero fue distinto que en China la situación de personas con síntomas leves en la realidad de otros países, es difícil que esas personas acudan al médico y se aíslen.
-¿Es lo que ha ocurrido en Estados Unidos, por ejemplo?
-Es un aprendizaje que efectivamente se relaciona con países de las Américas, en general, no solamente en Latinoamérica. Esta condición que se dice de casos asintomáticos, pero que no es asintomático, sino el de personas que tienen síntomas leves que o bien no los perciben o bien los perciben pero siguen adelante con su vida. Esas personas pasan a ser el principal riesgo de transmisión porque se mantienen activas. Las personas que tienen síntomas graves van a ir al médico, van a preocuparse, van a guardar cama y no van a tener tantos contactos. Es decir, si bien hay mucho aprendizaje de países como China y Corea, no siempre es aplicable a otras realidades, por lo que se ha tenido que generar la propia experiencia para ellos. Para Chile, esto es importante, pues está empezando la curva epidémica.
-Desde su perspectiva, ¿cómo evalúa la manera en que se ha manejado sanitariamente la situación en Chile?
-El primer punto que la OPS/OMS destaca siempre respecto de Chile es la anticipación que tuvo. Si recordamos, desde que se contó con la posibilidad de hacer test, que fue en la primera quincena de enero, ya el Instituto de Salud Pública empezó a preparase para hacerlos y los tuvo listos el 17 de enero. En una circular de la Subsecretaría de Salud para las redes de salud pública y privada del 22 de enero, mucho antes de que se detectara el primer caso, ya se establecieron las directivas, la preparación y capacitación de servicios para diagnosticar, aislar, testear y dar protección al personal de salud, etc., y desde esa fecha se van tomando distintas medidas para prepararse (adquisición de equipos, adquisición de test). El segundo punto se relaciona con esa anticipación, pues haber previsto y contado con una cantidad importante de test, le dio la posibilidad de conocer dónde están las áreas y comunas de riesgo de la enfermedad. Eso permite que además del distanciamiento social general, las medidas de distanciamiento físico particular en zonas de riesgo mediante inmovilizaciones en ciertas comunas. Eso permite que se pueda seguir con la movilidad en comunas con menos riesgo.
-¿Es solo cuestión de adoptar medidas?
-Más allá de que tengas las mejores medidas (y en Chile son robustas, anticipadas, inteligentes), mucho depende de cómo la gente las acata. En ese sentido, hay un reto importante en la conjunción de varios actores que son fundamentales. Primero, el ente rector, el Ministerio de Salud, que está muy preparado porque vivió otras situaciones de emergencia sanitaria muy agudas: es un equipo técnico que tiene mucha experiencia. Segundo, el Consejo Asesor COVID-19, que alimenta en parte al ministerio, son expertos de altísimo nivel, que son permanentemente consultados por la OPS y OMS. En tercer lugar, está el conocimiento que tiene los alcaldes de la realidad de cada comuna, de las dificultades u oportunidades para aplicar medidas en ellas. En cuarto término, la academia. Y, al frente de todo, el personal de los equipos de salud. De alguna manera, todos ellos están representados en la Mesa Social. Esto no es fácil. Y como todo depende de que la gente acate las medidas, es importantísimo que estos actores dialoguen y que cuando la autoridad da una indicación muestren una cierta unicidad de criterio. Escucharse es fundamental.
-Cuando se discutían la oportunidad de unas medidas u otras, se creó justamente la Mesa Social por el virus, en la que usted participa. ¿Era una forma de mediar entre las opiniones divergentes?
-Es una forma de encontrar un camino al diálogo. Pero, como decía, esto no es fácil. No es una fórmula que vaya a tener una efectividad del ciento por ciento. No es solamente sentarse a la Mesa, también es tener un actitud por todas las partes de conversar. Allí está también, como decía, la academia, representada por los rectores de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica, porque dan una dimensión técnica y científica, además de dos personas que conocen muy bien el sector, que son la exministra Carmen Castillo y el expresidente del Colegio Médico, Enrique Paris. En esa Mesa, está no solamente el conocimiento de la situación actual, sino también la perspectiva de personas que vivieron situaciones muy complejas en tiempos previos.
-Incluso las medidas sanitarias no son siempre unívocas. Por ejemplo, usted se mostró crítico frente a las peticiones de "cuarentenas totales" tempranas. En Chile se ha seguido la vía de cuarentenas parciales.
-Bueno, lo que planteamos, si no recuerdo mal el 20 de marzo, fue una frase más completa para no sacarla de contexto. No estábamos de ninguna manera, en ese momento, en contra de cuarentenas totales ni podríamos manifestarnos sobre el punto. Lo que dije era que no era recomendable una cuarentena nacional total sin objetivos muy claros y sin coordinación. Ahora, si se hubiera decidido una cuarentena total, lo hubiéramos apoyado. Pero hubiéramos recomendado tener objetivos claros. Una cuarentena tiene que servir para que la gente que manifieste síntomas en ese período sea diagnosticada y aislada de la manera que corresponda; y también entonces hacer el rastreo de contactos. Y, por otro lado, considerar en qué momento y cómo se va a retomar la actividad, y preparase para ese momento. A eso es a lo que me referí en ese momento. Recordemos que entonces, el Colegio Médico, senadores de oposición, alcaldes, no estaban planteando una cuarentena en todo el país, sino una cuarentena en la Región Metropolitana. La decisión que se tome, que es finalmente una responsabilidad del Poder Ejecutivo, depende de la información que tiene. Y el hecho de tener testeos y diagnósticos le permite conocer dónde hay más o menos riesgos y tomar medidas menos drásticas que una cuarentena a nivel nacional, que es lo que tuvieron que hacer otros países, tal vez porque no tenían la información diagnóstica que tenía Chile.
-Ha habido variantes, por ejemplo, respecto del uso de mascarillas. La recomendación de la OMS era que debían reservarse para el personal de salud y para los contagiados, pero el Ministerio de Salud de Chile ha terminado por exigir su uso en el transporte público y privado de pasajeros.
-Sí, recordemos que cuando el ministro informa esta medida lo que plantea es que si bien su efectividad es discutida, resulta prudente en espacios donde haya aglomeración de personas, utilizarla. El punto acá es el siguiente: la medida se anunció el domingo pasado, pero la semana previa, la OMS planteó que si bien esta epidemia está conducida por el contagio a través de casos sintomáticos, es probable que también la transmitan lo presintomáticos, de uno y hasta tres días antes de tener los síntomas. Pero al haber un porcentaje alto de personas con COVID-19 que presentan síntomas leves, esas personas tienen definitivamente un rol en la transmisión de la enfermedad, porque se mueven mucho y pueden contagiar. Entonces, usar mascarillas es una manera de protegerte protegiendo a los otros, pues puedes no saber si tienes la enfermedad y usar una mascarilla permite que si la tiene presíntomas o la tienes con síntomas débiles y no te has dado cuenta, no la estés transmitiendo. La razón por la cual la OMS todavía no hace una recomendación muy tajante es porque la condición para que las mascarillas protejan es usándolas muy bien y se ve en la calle que la gente usa mal las mascarillas, lo que puede significar que haya más riesgos usándolas. Pero establecida la obligatoriedad de uso para ciertas situaciones, es importante aprender a usarlas bien, lo cual es un trabajo de comunicación que se está haciendo desde el Ministerio de Salud. Y tiene una serie de consideraciones prácticas y de planificación: llevar bolsitas de nylon separadas para más de una mascarilla a utilizar, pues si usas una en el supermercado, debes sacártela y guardarla con seguridad (limpiarte las manos) tras la compra y usar otra, por ejemplo, si debes tomar el transporte público.
--Se dice que el testeo sigue siendo fundamental. ¿Por qué?
-Primero, esta enfermedad se transmite por contacto estrecho y se transmite hasta una semana o 14 días. Entonces, es bastante sencillo cuando se tiene un diagnóstico ir hacia atrás a buscar los contactos y cortar las cadenas de contacto que se han hecho, aislando a esas personas. La otra cuestión es que ese conocimiento, a nivel de una comuna o de una casa o de una oficina en donde trabajan muchas personas, permite determinar el riesgo "geográfico" podríamos decir. Eso permite que todo esto se pueda hacer llevadero para la gente, porque para muchas personas hacer una cuarentena en su casa estando sanos no representa una dificultad inmensa. Pero hacer teletrabajo, cuidar la salud comiendo saludablemente, es la realidad de un micromundo. Para la mayoría de las personas, hacer eso es un sacrificio gigantesco, porque a lo mejor viven muchas personas, de distintas generaciones, en un solo ambiente, hacinados, donde es imposible mantener la distancia. O personas que necesitan día a día salir a trabajar a la calle para poder comprar la comida diaria. No hablo solo de Chile, sino de toda Latinoamérica, en cuyas capitales está siendo muy fuerte la idea de quedarse en casa, lo que está muy bien, porque los enfermos con COVID-19 han sido personas que han viajado, pero esto no va ser así por mucho tiempo. Es importante poder tener la información para poder ver cómo se actúa: en un momento dado, va a tener que darse condiciones de aislamiento a personas de mayor edad o alguna enfermedad para que no se contagien de los jóvenes que viven con ellos. Y a esos jóvenes, que tengan síntomas leves, va a tener que dárseles espacios distintos que la cama de un hospital. Por eso son tan importantes los diagnósticos.
-Las altas cifras de contagiados en Chile, ¿son preocupantes o responden a que el país tiene un sistema sensible a la detección?
-Son preocupantes, porque cada caso implica una cadena de transmisión y en la medida que ellos van subiendo cada vez va a ser más difícil cortar esas cadenas de transmisión. Por otro lado, la relación entre casos graves o fallecidos del total de diagnósticos cuando lo comparamos con otros países, nos muestra que tenemos un sistema de vigilancia hasta este momento sensible. Eso le permite al Ministerio de Salud saber dónde están los riesgos. Pero definitivamente tener muchos casos es preocupante, ¿no? Y comparar con otros países es estrictamente para determinar el camino a seguir, pero no para hacer otro tipo de comparaciones. Es fundamental en este momento focalizarnos en cada uno de los países sobre cuál es la mejor respuesta que se puede dar.
-Se decía que el punto más alto del contagio sería en abril. ¿Es razonable seguir pensando así respecto de Chile?
-Para eso tiene elementos el Ministerio de Salud para afirmarlo. La OPS/OMS no los tiene. Cada país hace sus estimaciones. Pero el criterio es establecer cuál va a ser el momento en que va a estar más tensionado el Sistema de Salud y avanzar con la preparación hacia ello. Cómo se va a comportar la enfermedad dependerá de las medidas que disponga y cómo se acatan esas medidas. Cada país va a ir viendo cómo se presenta ese balance. Cada cierto tiempo se irán actualizando sus proyecciones. Este fin de semana de Semana Santa, dependerá de cómo se comporta la gente.
-¿Cuáles cree que son las próximas medidas a tomar o bien cuáles serían recomendables?
-Las medidas que se van a tomar dependen del Poder Ejecutivo. Para nosotros lo más importante es que tengan el respaldo de los demás actores: el respaldo técnico del Consejo Asesor y de la academia, de los profesionales de la salud para poder implementarse, el respaldo de los alcaldes y de la ciudadanía. Para eso el instrumento es la comunicación y el diálogo. A nivel de Latinoamérica hay una carencia grande de elementos de protección del personal de salud y de elementos de diagnóstico. Chile, hasta este momento, si bien ha habido en algunos casos registros de demoras en la distribución, las adquisiciones las hizo, tendrá que ir definiendo bien sus parámetros y hacer un eje muy especial en proteger y apoyar de manera concreta al personal de salud. Ese es el recurso más importante que se tiene frente a la enfermedad, no solo en Chile, sino en todos los países. Chile tiene un equipo de salud que en previas situaciones de emergencia, incluida la pandemia anterior, demostró que es de los que tiene mayor capacidad, en los establecimientos tanto públicos como privados, para enfrentar esta situación.