A través de la presente deseamos compartir con la comunidad los agradecimientos a todos y a cada uno de los gestos de cariño, muestra de acompañamiento y pésame recibidos.
Vaya mi eterno y sincero agradecimiento; llevo en mi memoria cada momento compartido, cada tierna caricia, cada palabra de consuelo, llevo tu corazón cerca del mío y al sentir una repentina ráfaga de viento, sé que eres tú dándome una señal de que sigues conmigo.
Con estas palabras me despido de una mujer que marco mi vida y nuestra comunidad iquiqueña, siempre trabajando por el bien común y las tradiciones como buena iquiqueña ,pampina que desde la salitrera Victoria se refugió en estas costas para iluminar este desierto con los colores del folclor en tantos tambos y presentaciones. Y por supuesto no puedo dejar de mencionar a su amado baile Diablada Siervos de María de Iquique donde día a día forjó el amor a su institución y a sus hermanos en la fe.
Con esta carta quiero en mi nombre, el de mis hijas y de mi familia agradecer a todos nuestros amigos, vecinos y hermanos de la vida, como también y especial a cada uno de los médicos enfermeras y personal en general de medicina mujeres del Hospital Regional, cuya calidez humana y profesionalismo fueron claves en este difícil proceso.
Agradecemos a todos aquellos que viajaron para acompañarnos formando entre todos la contención necesaria para enfrentar esta difícil prueba, agradezco a los compañeros y compañeras de toda la vida sus muestras de afecto recuerdos y emociones que palpitaron en nuestros corazones con la intensidad del amor vivido.
El cielo hoy tiene un nuevo ángel que nos cuida y protege… Alba Vivanco Valenzuela, te amo, y descansa en paz.
José Araya Rodríguez
y familia que siempre te amará.