Crismary Castillo Marengo
Con apenas tres años, Nayra Montevilla luce un traje de gitana y se mueve entre medio de los bailarines de más edad. Ella es parte del baile sociedad religiosa de la Santa Cruz de Aroma, del pueblo de Huasquiña.
"Yo la vestí cuando tenía tres meses. Nosotros siempre hemos bailado e incluso yo, desde que estaba en la guata de mi mamá ya participaba con ella en el baile", indicó Yocelin Rojas, su mamá.
Valores
Según describió, a través del baile buscan inculcarle a los niños los valores cristianos. "Uno comienza vistiéndola y después a ellos solito les va gustando bailar. Ella, al ser tan pequeña, no tiene las mismas responsabilidades, sino que participa lo que más pueda durante los bailes", contó.
Por ejemplo, si tiene ganas de jugar o comienza a sentir calor, se le cambia de ropa para que esté cómoda.
"La idea es que ella lo disfrute. Si el baile sale muy de noche a ella no la visto. Se pone a la fila un ratito y baila", manifestó.
Rojas expresó que espera que su pequeña hija, al igual que ella, crea en la "virgencita del Carmen". "Es lo que yo deseo porque como familia nos gustaría seguir juntos en el baile", contó.
De abuela a nieto
Desde los 15 años, Viviana Perea inició sus primeros pasos en el baile, luego sus hijas Yocelin y Janet, siguieron la tradición y ahora sus nietos de 3, 5 y 7 años continúan bailando en la misma agrupación.
"A los niños siempre se les viste con la ayuda de todos. Cuando viene un bebé nuevo lo visten a los primeros meses y cuando están grandes, deciden si quieren o no seguir en el baile", continuó.
Según describió, en la actualidad es más difícil motivar a los niños para que sigan a los más jóvenes.
"Con mis hijas desde que están en el baile, gracias a Dios, siguen en un buen camino. A mi personalmente el baile me ayudó mucho en la crianza. Hay que demostrarle a los niños la fe que tenemos y que la virgencita siempre estará en nuestros corazones", sostuvo.
Recuperando la fiesta
El baile Santa Cruz de Aroma, del pueblo de Huasquiña se conformó dada la necesidad de no perder el baile. "Para que no se perdiera la fiesta del pueblo se creó el baile gitano y, nosotros como bailarines ir todos los años a participar junto con la comunidad de sus tradiciones", explicó Diego Jiménez Perea, caporal.
Jiménez comenzó a bailar desde los siete años y, actualmente como caporal, es el encargado de guiar a los primeros bailarines.
"A mi me preparó Hugo Araya, que era caporal de otro baile de gitanos y durante un tiempo nos orientó en los primeros pasos", dijo.
Esas primeras capacitaciones se orientaban en cómo perfilar los pasos, aprender los rituales del baile y así formar parte del grupo completo.
"Nuestro bailarín más pequeño tiene seis meses. La entrada al baile es relativa, puede ser por manda o porque los papás prometan al bebé delante de la imagen. También hay personas adultas que llegan al baile por interés propio y, a veces, entra una familia completa al baile", comentó.
6 meses tiene la bailarina más pequeña del baile de gitanos de Huasquiña.