Historias balleneras: Planta Bajo Molle
El avistamiento de una ballena en nuestras aguas es un espectáculo que regala la naturaleza a los afortunados que la contemplan con admiración, favorecido por una ley dictada en 2008 que prohibe su caza dentro de la extensa área marítima chilena. Así Chile se sumó a la política internacional de protección de los cetáceos después de estar sometidos a una muy prolongada, despiadada y agotadora caza en diversas partes del mundo, especialmente en el Océano Pacífico (Costa Oeste de Sudamérica). Quedó atrás una nutrida historia de largos viajes de barcos balleneros; capitanes famosos; deserciones y motines a bordo; naufragios; puertos balleneros; riqueza acumulada por ese negocio. Iquique no estuvo ajeno a esa historia aunque en tiempo posterior a su auge. En caleta Molle o Bajo Molle se instaló una planta industrial ballenera que empezó a laborar en 1956 y paralizó en 1975.
Frente a la costa de Tarapacá y cercanas a esta había abundancia de ballenas gracias a la famosa Corriente de Humboldt. Sobre esa maravillosa presencia se refieren antiguas fuentes documentales españolas. En 1788 un buque ballenero de Boston (Estados Unidos) interceptó a una embarcación guanera que iba a Patillos, a fin de obtener informaciones sobre lugares para cazar cetáceos. Sergio Villalobos señala que por la Convención de 1790 España reconoció a los ingleses que podían navegar, pescar y cazar en aguas del Pacífico, lo que permitió que el capitán del "Amelia" hiciera una fabulosa caza de ballenas en la costa Oeste entre Iquique y Arica. La feliz noticia se divulgó en Inglaterra sobre la abundancia de esos formidables mamíferos en aguas del sur del Perú.
Un hecho curioso ocurrió en la costa iquiqueña en 1904. Una ballena blanca de 20 metros de longitud se varó en la playa del restaurante de Francisco Catey (Cavancha) Ese caso trae a la memoria la obra del escritor estadounidense H. Mellville "Moby Dyck", que es la trágica historia de un capitán obsesionado que persigue a muerte a una ballena blanca. Está inspirada en un ballenero yanqui que fue embestido y hundida por un furioso cetáceo arponado en el Pacífico (1820).
En 1956 entró en actividad la planta ballenera de Bajo Molle. Era una anhelada fuente de ocupación para Iquique en tiempo del penoso proceso terminal de las últimas Oficinas Salitreras Shanks. En la factoría se industrializaban las ballenas sacrificadas especialmente para obtener su valioso aceite. Mi hermano Nicolás trabajó en la Administración, haciendo la práctica contable. La factoría ballenera paralizó en 1975.
Se anuncia que Japón va a reanudad la caza de ballenas, como lo hacen Islandia y Noruega, en desafío a la política internacional de protección de los cetáceos en los mares del mundo.
Es una lástima la situación existente en la ex factoría ballenera de Caleta Molle, cuya adquisición tuvo un elevado costo. Desconozco si hay algún proyecto para rehabilitarla y darle un fin relacionado con el mar, un centro de estudios oceanográficos, un acquarium de categoría.
Mario Zolezzi V.