Ex alumnos recuerdan hitos del Liceo A7 en el aniversario N° 133
Centro de Ex Alumnos fue creado en 1936 y aún mantiene sus tradiciones y códigos de honor.
Era el año 1936 y corría el espíritu y código del Liceo de Hombres de Iquique. Ese mismo año se creó el Centro de Ex Alumnos, y que a través de los años se transformó en una institución donde su vanguardia liceana le fue tomando cariño a su viejo caserón en Baquedano.
Esta es la manera en la cual el exalumno Sergio Suazo recuerda a su colegio que está de aniversario durante el mes de junio cumpliendo 83 años, mientras que el liceo cumple 133 años de historia.
"Llegar a la central, en Baquedano, era un gran logro para nosotros. De ahí partimos estudiando primer año de humanidades y ahora, cuando alguien cumple 50 años de egresado, hacemos una ceremonia por esta fecha", indicó Suazo.
Códigos
Frenar la "incontinencia verbal" es uno de los principales códigos que mantiene el espíritu liceano. "Estos códigos, no son leyes ni reglamentos. Es algo que surge espontáneamente en los años y se convirtieron en reglas naturales de conducta entre nosotros", manifestó Suazo.
Añadió que este código los mantiene como una institución respetable ante la comunidad. "Tiene un carácter único de antigüedad, universalidad e irreversiblidad", describió.
Entre los testimonios está el de Luis Guerrero, egresado de la promoción de 1964. "Recuerdo que en 1954, teníamos un personaje muy querido. El cura Soto. Un día en la sala de profesores me dieron la tarea de ubicar a los profesores en las sillas y la docente Gladys Muga al ver entrar al padre Soto dice: ¡ay, padre! no se dónde ubicarlo pues como anda con sotana. El cura sonriendo le dijo: es que usted no sabe lo que tengo debajo, señora Gladys".
Guerrero contó que la señora miró a una compañera en la mesa y preguntó al sacerdote ¿qué tiene debajo de la sotana padre?
El cura, indicó Guerrero, se paró frente a la mesa de y se levantó la sotana para decir: ¡pantalones señoras, pantalones!.
El kiosko
Otro de los recuerdos es el kiosko que estaba adentro del liceo; centro gastronómico de ese entonces donde los chumbeques y las empanadas eran el deleite.
"Todos se acuerdan del kiosko. El que atendía, Juan Úbeda, era conocido como el 'fichero' que además de tener las fichas del taca taca del local de su hermano, tenía otro oficio: empeñaba nuestros relojes o cualquier cosa para poder comprar empanadas y se llenaba en las tardes", indicó.
Huellas
Para el exalumno y Premio Nacional de Historia, Sergio González, es un orgullo responder cuando le preguntan dónde estudió.
"¡En el liceo de hombres de Iquique, por supuesto! Desde el séptimo básico", indicó.
Entre las anécdotas que recuerda está la conexión con el inspector "más emblemático" que tuvo en su generación, Julio Vallejos. "Don Julio era muy especial. Se preocupaba mucho por los estudiantes y era muy estricto. Para nosotros en ese tiempo, tanto profesores como inspectores, tenían una consideración especial y eran personas sabias. Tenían prestigio y estaban rodeados por esa imagen", expresó.
González recordó que Vallejos vivió en el barrio Remodelación El Morro y que, al morir en los años 80, sus bienes fueron puestos a la venta.
"Se estaban rematando sus cosas y yo fui y compré su escritorio. Era un escritorio antiguo de muy buena calidad. Fue mi escritorio por muchos años y todavía lo tengo en mi casa", dijo.
El exalumno describió que comprar este artículo fue simbólico porque tener el escritorio del inspector emblemático del liceo, también es tener una parte de la institución en su corazón.
"Ese escritorio se nota que fue hecho especialmente para él, con mucho cariño y de muy buena madera. Es una pequeño regalo que recibí de don Julio, como el regalo que me hicieron los profes por haberme enseñado lo que soy", finalizó.
"Tanto profesores como inspectores, tenían una consideración especial".
Sergio González,, exalumno del Liceo de Hombres y Premio Nacional de Historia."