Julia Álvarez: la pampina que luchó junto al Mench
Trabajó en la época del "oro blanco" en la salitrera Santiago Humberstone donde la lucha social se tradujo en salir a exigir, por ejemplo, la llegada semanal de productos básicos como la harina, arroz y aceite.
La suma exacta de un peso chileno era el sueldo mensual que Julia del Carmen Álvarez Castro recibía por su trabajo como libretera en la oficina salitrera Santiago Humberstone. Allí trabajó en la época del "oro blanco" donde la lucha social se tradujo en salir a exigir, por ejemplo, la llegada semanal de abarrotes como la harina, arroz y aceite.
Hoy tiene 96 años y en su memoria recuerda las poesías que relató en su compañía de teatro en la salitrera. "Yo nací el 23 de septiembre de 1923 en la oficina salitrera Felisa y desde los veinte años comencé a meterme en la lucha social como parte del Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (Mench)", indicó.
La lucha por la igualdad jurídica y política y por el acceso paritario al mercado laboral entre hombres y mujeres, tuvo entre sus más importantes exponentes al Mench. Su actividad y organización, de carácter multiclasista, se apoyó en las primeras generaciones de mujeres que accedieron a estudios superiores y también en mujeres trabajadoras, aumentando los escenarios locales para la creciente participación femenina en el ámbito público, según el sitio memoriachilena.cl
Derechos
"Reclamábamos porque, a veces, no llegaban los víveres a las oficinas. Entonces íbamos con el movimiento a reclamar y las cosas las teníamos bien derechas", indicó Álvarez.
Su interés por las luchas sociales comenzó desde muy niña. "No me gustaba que abusaran de las personas. Yo me sentaba junto a las señoras más antiguas de allí comenzábamos a pensar cómo íbamos a hacer cuando nos entrevistáramos en personas con los jefes", dijo.
Su vida combinó el trabajo como libretera en la oficina Humberstone con su nueva vida de casada que comenzó cuando tenía 30 años. Era la encargada de entregar el sueldo a los trabajadores de la salitrera.
"Dos días a la semana se entregaba una fracción del sueldo y todos los días seis de cada mes se repartía el sueldo final", recordó.
Si algo comenzaba a dejar de funcionar, enseguida se llamaba a la unión de voluntades para volver a llevar la causa a su lugar.
"Nos reuníamos en el sindicato de la oficina. Íbamos un grupo grande que hacía mucha fuerza y reclamaba directamente ante los jefes", mencionó.
Las crisis se hacían notar cuando no les llegaba lo que correspondía en comida. "La sufríamos porque no teníamos plata y allá en la pampa no había nada más. Era un tema difícil porque no había nada para cocinar", contó.
Como "un solo bloque", definió la unión de hombres y mujeres de todas las edades para luchar por los derechos de los trabajadores de las salitreras.
"Era un movimiento que daba gusto porque hasta los Carabineros nos respetaban. Éramos muy unidas y en eso, teníamos un siete", explicó.
Álvarez también participó en un conjunto artístico como relatora de poesía, oficio que mantiene hasta casi su centenario.
"Esto me ayudó a mantener mi memoria. Yo sigo leyendo y recitando porque me encanta la poesía. Leo todos los días el diario y al menos, un libro pequeño", expresó.
Sus primeros tres hijos, de diez, los tuvo en la pampa. Actualmente tiene diez hijos, 24 nietos, 60 bisnietos y tres tataranietos.
Iquique
Hace 33 años que vive en Iquique, específicamente en la popular población Caupolicán. Llegó cuando fueron entregados los terrenos para la auto construcción y a partir de este momento, se inició una etapa de madre en su vida.
"Las casas las hicimos con lo que nos alcanzó, algunas con calamina y con un adobe que se hacía con barro y fierros. Cuando me casé fui dejando de lado las luchas sociales y tuve que dedicarme a los niños, estaban muy pequeños, pero aproveché de reclamar todo lo que pude cuando estaba joven", indicó.
Sus hijos nacieron consecutivamente durante diez años, es decir, cada año tuvo uno. Ahora vive al cuidado de ellos; una tarea que se dividen entre el cariño y las ganas de mantener a su madre, abuela, bisabuela y tatarabuela con muchos años más de vida.
"Y espero llegar a los cien años en compañía de mi hermosa familia", cerró.
"Y espero llegar a los cien años en compañía de mi hermosa familia".
Julia Álvarez Castro,, pampina de 96 años que trabajó en Humberstone."