Este último tiempo, hemos presenciado como los datos a los que previamente no le dábamos mayor importancia, sí tienen valor, y mucho. Filtraciones, venta de información sensible y ataques de hackers, son algunas de las realidades que nos han tocado vivir o presenciar de cerca.
Frente a este escenario, el Gobierno firmó el proyecto que tipifica los ilícitos digitales, y que se une al de Protección de Datos Personales que se tramita actualmente en el Congreso. En este sentido, también es importante que seamos los usuarios quienes tomemos conciencia que toda nuestra actividad online es una fuente preciada de recursos y que cualquier tipo de entidad que almacene, utilice y procese nuestra información, debe cumplir con la transparencia en el tratamiento de los datos. Así como también, debe ser obligación de las organizaciones cerciorarse de dar a conocer quién controla, quién recibe la información y cuál es el objetivo de su uso.
En virtud de esto, debemos tomar la responsabilidad que nos compete, como usuarios, compañías o gobiernos, para que todos los cambios vayan acompañados del correcto manejo y utilización de los datos, priorizando la transparencia de la información.
Archipiélago vandálico
Son tantos ya los "casos aislados" -de isla-, que bien podemos hablar de "archipiélago" respecto de los rayados -"grafiti" para algunos, en el marco de la libertad de expresión- que vemos a lo largo de Chile, tanto en monumentos públicos, como en la recién restaurada obra "Icaro y Dédalo" de Rebeca Matte, frente al Museo Nacional de Bellas Artes en Santiago, y reiterados como en "La Mano del Desierto" de Mario Irarrázaval en la entrada sur de Antofagasta -usada también como "urinario"-; como en la propiedad privada: vidriera de edificios residenciales céntricos capitalinos, que deben limpiarse "día por medio", o frontis de casas recién pintadas, como fue el caso -hace varios años ya- del inmueble de un matrimonio adulto, en la calle Nueva de Matte al llegar a Independencia, que con sacrificio reparó y pintó su fachada y al día siguiente apareció toda "pintarrajeada". Doble impotencia se dio en el vecindario el ver llorar desconsoladamente a la dueña de esa vivienda cuando vio el desastre, ¡Sin responsable!
Cuesta encontrar el adjetivo preciso para calificar a estos vándalos -desadaptados sociales, intelectualmente mediocres-, que actúan en las sombras conscientemente -¿imbéciles?- u obran por padecer un trastorno mental -¿tarados?-, sin ánimo de ofender a estos últimos, pues son dignos de un tratamiento psiquiátrico, que incluya a su entorno familiar, responsable de la conducta de ese "particular" miembro.
Jorge Saavedra Moena
Felipe Atton,
country manager de VTEX Chile.