Las Cuyacas, tres generaciones de mujeres devotas
Doce mujeres forman parte de este baile iquiqueño, el cual fue fundado en 1932 por Victoria Vernal.
Es la más antigua de las bailarinas de la agrupación iquiqueña Cuyacas del Carmen, su nombre es María Isabel Olivares, hace 80 años comenzó a bailar a La Chinita.
A pesar de que en febrero de 2016 la atropellaron y quedó en silla de ruedas, su devoción por la Virgen del Carmen y su anhelo de perpetuar la tradición familiar la motivan cada año a viajar a La Tirana. María Isabel se viste con el traje que caracteriza a su grupo y entona los cánticos de alabanzas.
La particularidad de las Cuyacas del Carmen es que todas son mujeres y tienen algún vínculo familiar, así es que hay parentescos como abuelas, madres, hijas, sobrinas, primas y tías.
Testimonios
El matriarcado que inició la fundadora: Victoria Vernal, en diciembre de 1932, hoy sigue vigente y se ve representado por 12 bailarinas, la más pequeña es Consuelo Gutiérrez, de 7 años, y la mayor es María Isabel Olivares, de 91 años.
"Recuerdo que tenía como 12 años cuando comencé a bailar, mi mamá era la porta estandarte y mis hermanitas bailaban", relata María Isabel.
A lo que agrega: "Después hice una promesa grande, entre La Chinita y yo la sabemos nomás".
Mientras que Consuelo, la más pequeña de las bailarinas, cuenta que es el segundo año que formar parte de los bailes que suben a La Tirana.
Lo que la motivó a participar es que le parecen muy bonitos los bailes y poder compartir con sus familiares, porque la acompañan su abuela, primas y tías.
Al preguntarle cuánto tiempo ensayó para aprenderse el baile, dijo: "poquito", lo que hace pensar que lleva en sus genes la facilidad para la danza.
Luego comenta que se sabe la oración a la Virgen y para demostrarlo reza: "Ave María, llena eres de gracia...".
Consuelo estudia segundo básico en la Escuela Simón Bolívar de Alto Hospicio, es la mayor de tres hermanos y por eso se siente responsable de dar el ejemplo.
Ornamentos
La caporal de las Cuyacas del Carmen, Alexandra Carrasco, explica que es un baile familiar que va de generación en generación y "cuyaca" significa "hermana".
Este año están estrenando traje, es de color blanco y marrón, con ornamentos de collares y aplicaciones brillantes.
Llevan colgados sobre cada lado del pecho unas cucharas, que simbolizaba la soltería en el tiempo en que fundaron la agrupación, pero también servían para alimentarse cuando iban a pastorear.
Sobre la cabeza llevan una "panta", especie de túnica como la que usan las monjas, la cual adornan con una luna bordada de lentejuelas.
"El baile ha ido evolucionando en el tema de la decoración y le hemos incorporado nuevos elementos", detalló Carrasco.
Es el mismo traje de hace 85 años, pero con diferente tipos de tela y accesorios modernos, que se van renovando cada cierto tiempo.
Renovación
"Somos doce, pero esperamos que se sumen más, porque este baile es un patrimonio cultural, no queremos que se pierda la tradición, ni que muera el baile", agrega Carrasco.
La caporal no duda en afirmar que bailan por amor al arte, por la Virgen, por devoción y por perpetuar la tradición durante muchas generaciones más.
"La misión de la caporal es evangelizar, yo soy la pastora y ellas son mi rebaño. También les enseño la disciplina, el orden, por ejemplo, no se permite que anden maquilladas", indica Carrasco.
Estas bailarinas trabajan todo el año para recabar fondos, ya que bailar en las fiestas de La Tirana implica contar con un buen presupuesto para hospedaje, comida y transporte, sin contar con el pago a los músicos.
Así que hacen rifas y platos únicos. Ahora la meta es conseguir algún terreno en comodato, a fin de construir su propia sede y tener un lugar donde ensayar.
"Después hice una promesa grande, entre La Chinita y yo la sabemos nomás".
María Isabel Olivares,, bailarina de, Las Cuyacas del Carmen."