Los 100 + 10 años de la Matanza en la Santa María
El título lo obtuve del artículo del colega y amigo Julio Cámara. Como iquiqueño, Santa María no solo representa para mí un monolito al costado del viejo edificio que alojaba la escuela original que se incendió, sino un enlace familiar, el de mi abuelo José Santos Elizondo carpintero de ribera en Caleta Buena, Iquique y Río Seco donde falleció. Participó en la huelga y en momentos de fiestas y encuentros familiares, no dejaba de recordar los hechos. Ello me llevó a investigar lo sucedido, el cual sinteticé en "Santa María de Iquique 1907: Documentos para su Historia" (Santiago: Ediciones del Litoral, 1993). Gran satisfacción fue recibir el envío de manos de Hernán Rivera Letelier de una copia dedicada de su novela "Santa María de las flores negras" el 8 de febrero del 2002. "A Pedro Bravo Elizondo, porque sin su libro formidable, esta novela no habría sido la misma, o por lo menos, se habría demorado diez años o más. Con cariño y admiración". Mayor fue la alegría y lágrimas, cuando al llegar a las páginas finales, 224-225, leí "Olegario Santana, herido en el hombro, en la matanza de la Escuela, es acompañado por un hombre joven que camina a su lado, se le ofrece a ayudarle... por decir algo le pregunta cómo se llama -José Santos Elizondo- responde el hombre, soy miembro de la Mancomunal Obrera de Caleta Buena". El otro logro fue enviarle copia del manuscrito a mi amigo residente en Perú, el dramaturgo Sergio Arrau, insinuándole si podría transformarla en obra teatral. Así surge "Santa María del Salitre" publicada por Ediciones Especiales Camanchaca del Taller de Estudios Regionales Iquique, agosto de 1989" a cargo de Sergio González Miranda. Obtuvo el Premio Eugenio Dittborn -entre 42 obras- otorgado por la Universidad Católica en el Concurso de Teatro 1985. Andrés Sabella con quien yo mantenía correspondencia, a pedido de Sergio González redactó el prólogo en el que cita el soneto de Luis Olea, protagonista del hecho, dedicado al general Roberto Silva Renard. En los dos versos finales, el hablante lírico lanza al rostro del militar su maldición: "Y tú…¡Gran Capitán! En tu estulticia/ defendiste al Becerro en tu batalla/ y colmaste de gloria a tu milicia,/ resolviendo con sangre y con metralla/ la Razón, el Derecho y la Justicia/ al reclamo que hacía la canalla". Esto busca rescatar parte de lo ocurrido ese 21 de diciembre de 1907, cuyos 100 + 10 años, recordaremos una vez más, pues no debemos permitir que el olvido nos conduzca a la idiotez sin pasado.
"Esto busca rescatar parte de lo ocurrido".
Pedro Bravo-Elizondo"