La tragedia de los incendios forestales -que llegó hasta pequeños centros poblados- en el centro-sur de Chile parece ajena al norte de nuestro país, zona desértica y distante de esas regiones en llamas. Sin embargo, ello no es tan cierto, especialmente si analizamos la historia de Iquique, ciudad construida en el siglo diecinueve con la madera traída como lastre en los veleros salitreros.
Es preciso decir dos palabras sobre lo que acontece con nuestros compatriotas en las regiones afectadas por esos voraces incendios forestales (pinos y eucaliptus). La imprevisión y la ambición sin límites han sido dos factores clave para entender esta tragedia que de natural tiene poco.
Iquique surgió como un puerto salitrero. Sus casas fueron construidas de madera que era un recurso llegado por el cabotaje. Los incendios no tardaron en destruir manzanas completas. Sugiero consultar a un investigador de esa época: Dimas Filgueira, quien escribió "Historia de las Compañías de Bomberos de Iquique y Datos Estadísticos referentes a las mismas hasta el año de 1888". Editado en Iquique por la Imprenta de Rafael Bini en 1888.
Algunos barrios fueron prácticamente arrasados por el fuego. Un 26 de junio de 1883, dice Filgueira "se quemó buena parte de la población de Iquique, ha dejado sin templo a los numerosos moradores de esta ciudad".
El "rey del salitre", John Thomas North, regaló a Iquique un carro bomba en marzo de 1889, cuando visitó la ciudad. Desde entonces las compañías de bomberos han sido dinámicas instituciones de bien comunal, activas organizaciones sociales y eficientes en combatir los incendios. Gracias a ellas el Teatro Municipal sigue intacto. En 1987 estuvo a centímetros de su destrucción.
Calles como Baquedano fueron diseñadas en pleno auge del ciclo del nitrato, bajo la administración chilena, por autoridades capaces de prever el peligro e instalaron en el subsuelo estanques de acumulación de agua para el uso de bomberos frente a un posible incendio. Por cierto, cuando en 2008 ardió el Palacio Mujica, Baquedano con Zegers, esos estanques llevaban décadas no solo en desuso sino olvidados. Bomberos hizo lo humanamente posible por salvar la manzana de casas que corría serio peligro. Allí está el Palacio Astoreca. Todavía la ciudad sigue esperando una respuesta concreta de la Fuerza Aérea, dueña del ex Palacio Mujica, respecto del destino del ahora sitio eriazo. Frente al Palacio Mujica estaba la bella casa Dawson, que también fue afectada por el fuego. Allí sigue desde hace décadas con la mitad de su construcción quemada.
"Los incendios no tardaron en destruir manzanas completas".
Sergio González Miranda,, Premio Nacional de Historia 2014."