El camaleónico Luis Gnecco y su captura de la esencia nerudiana
Tras el estreno de "Neruda", el protagonista de la película se refirió al reto de representar al ganador del Premio Nobel.
Mirian Mondaca Herrera - La Estrella
No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. El último jueves "Neruda" recaló en los cines chilenos, y el paladar de los cinéfilos se volvió a deleitar con la sutileza de la obra de Pablo Larraín, el mismo que hace tres años, con "No", estuvo a un pelo de arrebatarle de las manos el Oscar a Michael Haneke ("Amor") como Mejor Película Extranjera.
El tiempo no ha pasado en vano, más maduro y con "El Club" de por medio, el fundador de la productora Fábula regresa a las salas nacionales y, con ello, quizás a instalarse en el taco para comenzar la próxima carrera por el premio de la Academia.
Con ese importante antecedente, sumado a las buenas críticas que la película recibió en la reciente Quincena de Realizadores de Cannes, que en cierto modo lo hicieron retrotraerse al debut de "No", Luis Gnecco, el camaleónico actor que tuvo que sacudirse de su último rol en la pantalla grande como Karadima, conversó con La Estrella y entregó algunas pistas para desentrañar a "Neruda". Una interpretación que se trasformó en "uno de los desafíos más complejos que he experimentado", adelanta.
Antes de interpretar, asegura que tenía una imagen preconcebida del Nobel a partir del conocimiento de sus obras. No obstante, tuvo que dejar de lado todos los prejuicios, porque "no sirven para nada, no sirven para actuar", comenta.
"Lo que haya pensado yo de este personaje lo tuve que dejar de lado y sumirme en lo que el guion me proponía, que también era una parte específica de la historia de Neruda. Y, más que la historia, un personaje tal cual se presenta acá en esta película, que era un Neruda que tiene la posibilidad de recrear su destino", añade.
Un "RockStar"
Uno de los aspectos que más fascinó a Gnecco desde el primer momento que leyó el guión de "Neruda" fue el de representar al vate perseguido, pero que tiene la genialidad de aprovechar esa tensión e incertidumbre para su creación. De hecho, durante los trece meses que vivió en la clandestinidad (a contar de febrero de 1948), el autor escribió los poemas más incendiarios de su laureada carrera y el aclamado "Canto General".
El actor confiesa que, para él, Neruda es como un "rockstar" y que eso se ve reflejado en la cinta porque "los presenta a ambos con su mujer como gozando de la persecución. Además, a esa altura que se presenta a Neruda en la película, él ya era un gigante. Había sido diplomático, había sido senador. No solo era un artista, era una personalidad gravitante, gigante y se enfrenta a ser perseguido".
Precisamente en este aspecto, el de hacer notar a la perfección la voz de Neruda a través del filme y el juego creativo que realiza incluso haciendo dudar de la existencia de su perseguidor, brota la agudeza de Pablo Larraín, comenta Gnecco. "Eso es lo genial de este guion, que pone a Neruda en esta disyuntiva y la aprovecha para su propia creación, que es crear su propio destino, inventar su destino", acota.
A esta acuciosa observación, el actor agrega que el filme tiene además la virtud de no ser facilista y centrarse en una visión pobre del poeta y su perseguidor. Aspecto que en mayo pasado le valió también elogios entre la crítica especializada en Cannes.
"Hace que Neruda goce esta persecución y, por otro lado, presenta a su perseguidor, que es Gael García Bernal, como una persona que lo anhela y desea convertirse en él, hasta que advierte que él está haciendo un personaje secundario en esta persecución. Pero ahí también hay una interesante edición de la película, donde se plantea la posibilidad de que todo esto es una invención de Neruda, que él está inventando a su perseguidor", reflexiona el artista nacional.
Viejos conocidos
La cinta tiene otra particularidad: vuelve a reunir al trío Larraín-Gnecco-Gael García, la misma combinación exitosa que tuvo la aclamada película "No", pero ahora teniendo al chileno como figura principal. Una tribuna que le permite referirse con propiedad a la evolución que ha tenido el director desde su trabajo durante las grabaciones del filme de 2012.
Sobre el realizador, comenta que "está más avezado y es algo que todos los actores lo notamos (…) Está acostumbrado a tener mucha interacción con la crítica y en el extranjero, por su obra. (...) Es un tipo, insisto, que está en las grandes ligas y reconocido de buena manera. Es interesante lo que pasa con él", indica.
Trabajar con Larraín le acomoda a Gnecco, son viejos conocidos que ya han estado juntos en varios festivales y en la histórica carrera de "No" al Oscar. Han llegado a ese punto donde las palabras sobran y se sorprenden de tanto en tanto.
Esa misma complicidad es la que el actor espera alcance el público chileno con la película en cines de varias ciudades chilenas. Una hora y 47 minutos en que el espectador podrá sentir el éxtasis de seguir cada paso del fugitivo Neruda.