La masiva llegada de migrantes a la comuna de Alto Hospicio
La gran mayoría son bolivianos, peruanos y colombianos. Todos llegaron con el sueño de una casa propia y de surgir por medio de un trabajo estable. Muchos viven en piezas, en casas, pero otros luchan por un hogar desde los campamentos. En varias de las tomas de El Boro, los extranjeros son cerca de la mitad del total de las familias.
Arrancando de la guerrilla de Colombia y desilusionados por la falta de oportunidades de conseguir un empleo y su casa propia, Óscar Sinisterra y Yesenia Rodríguez llegaron a Iquique hace cinco años con la idea de comenzar una vida sin miedo de ser secuestrados y de tener un techo donde vivir. Pero al ver que no lo lograrían por los altos precios de los arriendos, probaron suerte en Alto Hospicio, donde sí les han estrechado una mano para cumplir sus objetivos. Hace tres años arriendan una vivienda en el sector La Pampa, donde su primera hija chilena celebrará en unos días más su primer cumpleaños.
Cuatro hermanos de Trujillo, Perú, estaban defraudados de su país por no poder surgir por la falta de trabajos, así que decidieron emigrar a Iquique, donde se desempeñaron como obreros de la construcción. Cinco años después, su madre, Magna Pajares, los siguió por el miedo de que un nuevo derrame cerebral la afectara. Ya todos juntos de nuevo vivieron un mes en Iquique en unas piezas estrechas, por lo que decidieron intentarlo en Alto Hospicio, donde, en una casa amplia, sumaron a más integrantes a la familia con el nacimiento de tres niños hospicianos.
Con una maleta ocupada con prendas de hombre y mujer, René Ibáñez, de 40 años, y Antonia Rondón, de 37, llegaron hace ocho meses a Iquique desde La Paz, Bolivia, por sentirse abandonados por su Presidente Evo Morales. Según Ibáñez, esperaron pero no les dio opciones de trabajo para surgir en su ciudad y evitar, así, la idea de emigrar. Hoy viven y trabajan en Alto Hospicio, donde arriendan una casa y no descartan tener hijos chilenos.
Las familias de Sinisterra y Rodríguez, de Ibáñez y Rondón y de Magna Pajares junto a sus cuatro hijos trujillanos representan a miles de inmigrantes de Colombia, Perú y Bolivia, las colonias más numerosas en la región, que han optado este año por vivir en Alto Hospicio antes que en Iquique por encontrar más asequibles -pero no económicos-los precios de arriendo de casas, departamentos y piezas.
La primera colectividad
Según un informe elaborado por el Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior en 2014, el 7,4% de la población de Tarapacá estaba conformada por inmigrantes, siendo los peruanos los más numerosos. Hoy el cónsul del Perú en Iquique, Luis Cieza, estima que hay cerca de 20 mil peruanos en la región. El 90% vive en Iquique y cerca del 10% reside en Alto Hospicio. "Esta comuna se ha convertido en una ciudad muy atractiva para los migrantes peruanos, generalmente aquellos que ya tienen familia o han desarrollado vínculos familiares con chilenos u otros extranjeros residentes", dijo.
Cincuenta personas incluidas en el 10% que no vive en Iquique, fundaron hace un mes la primera asociación de peruanos en Alto Hospicio, llamada "Hermanos del Rimac". Uno de los líderes, Douglas Cruz, dice que cada día van a llegar a Alto Hospicio más compatriotas de Huaral, Moquegua, Trujillo, Arequipa y Tacna. "Se han venido porque pueden arrendar una casa y conseguir trabajo. Prefieren trabajar al lado de sus hogares".
Líderes de las colonias de Bolivia y Colombia, como son William Coca y Adriana Ordóñez, respectivamente, también piensan que esta comuna es atractiva para sus connacionales por las mismas razones de vivienda y empleo, y por esto la están prefiriendo por sobre Iquique. Ambos no cuentan con un registro de bolivianos y colombianos en Alto Hospicio. Tampoco lo tiene la gobernación de Tarapacá, encargada de gestionar la permanencia definitiva de los extranjeros que ingresan a la región.
¿A qué se dedican?
Tanto peruanos como bolivianos y colombianos tienen talentos comunes que han desarrollado en Alto Hospicio -sobre todo en el comercio-, pero también se han desempeñado en otras labores que han destacado. Los colombianos, por ejemplo, se han visto en distintas peluquerías. Es el caso de Óscar Sinisterra, quien además se ha hecho popular, sobre todo en la feria La Quebradilla, por vender papas rellenas con pollo y arroz. Y así lo llaman: el "papas rellenas". Lo reconocen, además, por sus gritos mientras vende, como: "Mi mujer me va a pegar si no me compran".
Los bolivianos, en tanto, son vistos en su mayoría vendiendo frutas y verduras en el terminal agropecuario o trabajando como obreros de la construcción. Las mujeres, en cambio, se dedican al aseo del hogar. El peruano, como en todo el mundo, destaca por su gastronomía y es usual ver locales atendidos por ellos, como ocurre en el restaurant "La esquina del sabor", en la feria Modelo.
Extranjeros en tomas
No todos los inmigrantes en Alto Hospicio han podido arrendar por lo menos una pieza, porque no les alcanza con lo que ganan trabajando, y por esto viven en campamentos. "Aquí hay 165 familias y cerca de la mitad son extranjeros", dijo Carolina Esquivel, presidenta de la toma "Unión, Fuerza y Esperanza", ubicada en El Boro. Este mes cumplen un año desde su levantamiento, junto a cerca de 400 peruanos y bolivianos.
Santos Mamani, de 28 años, nació en el país altiplánico y hoy vive en este campamento hace dos meses, pero llegó a Iquique hace cinco años junto a su mujer Delia Choque. "Me vine a Hospicio porque era muy caro el arriendo". Igual todos los días tiene que bajar a Iquique a las cinco de la mañana para trabajar en el terminal agropecuario. "Cargo mercadería y además vendo", dijo, mientras dos de sus tres hijos chilenos, de 5,6 y 9 años, estudian en el colegio Huantajaya.
Un escenario parecido ocurre en la toma "San Lorenzo", ubicada también en El Boro y creada hace seis meses. Su presidenta María Ascencio, quien es peruana, dice que son 150 familias y asegura que un poco menos de la mitad son inmigrantes. "Hay peruanos, bolivianos, colombianos y dos ecuatorianos. No discriminamos a nadie", agregó.
Están pendientes
El alcalde Ramón Galleguillos está atento a la llegada masiva de migrantes a la ciudad y reconoce que la cantidad seguirá creciendo. Hasta la fecha han catastrado a 170 familias bolivianas, 150 peruanas, 13 colombianas, y algunas de Ecuador, Argentina y Brasil. Los que ya están registrados pueden ser visitados por una asistente social del municipio para conocer sus necesidades. En algunos casos se interviene para ayudarlos de alguna forma. Sin embargo, extranjeros de varias colectividades esperan más ayuda de las autoridades, tanto del municipio como del gobierno, sobre todo para concretar el sueño de la casa propia.
"Según nuestras estimaciones ha habido un incremento de bolivianos, ecuatorianos y bastantes colombianos, lo que se evidencia en las mismas calles y en el comercio. Hay muchos que se instalan en ferias, otros trabajan en la construcción. Esperamos con el Censo tener una información más certera, aunque ya el instrumento que se aplicó con antelación ya había revelado que en Alto Hospicio había un segmento importante de extranjeros", dijo Galleguillos.
Consolidación
El "papas rellenas" está pensando en cambiarse de casa, a una más grande, para que cada uno de los integrantes de la familia, sobre todo su hijo mayor, de 16 años, tenga más privacidad. Su futuro está en esta ciudad y no imagina un regreso a Colombia, menos a Ecuador. René Ibáñez, en cambio, no está buscando cambiarse de casa ubicada en el pasaje Los Guindales, pero pretende junto a Rondón aumentar sus ahorros, para vivir más cómodos. Tampoco piensa en regresar a su país.
Magna Pajares, en tanto, está feliz regaloneando con sus cinco nietos, tres chilenos y dos peruanos. Dice que es impagable estar juntos a sus cuatro hijos, a pesar de estar lejos de Trujillo y de su marido que, a pesar de quedar solo, no quiso venirse a Chile. Ahora se unirán al comité de vivienda que organiza la Asociación Cultural, Social y Deportivo de la Comunidad Peruana Residente en Alto Hospicio para que ella y cada uno de sus hijos, que tienen la permanencia definitiva, obtengan una vivienda social.