Ojos de mujer vigilan seguridad en los vuelos en Tarapacá
Para todos los que alguna vez viajaron en avión, su experiencia se reduce a la entrega del equipaje, para luego de un tiempo instalarse en la aeronave, despegar, una que otra mirada por la ventana y luego relajarse hasta llegar a su destino, sin dimensionar que detrás de estas horas de viaje existe una silenciosa y rigurosa labor ejercida por los funcionarios de la Dirección General de Aeronáutica Civil, Dgac.
Una de ellas es Romina Carreño, controladora de tránsito aéreo que se desempeña en la torre de control del aeropuerto Diego Aracena.
"Nuestro trabajo consiste básicamente en prevenir colisiones entre aeronaves y obstáculos en tierra o aire", explica sobre su desconocida ocupación, por tanto se aboca a observar directamente o ayudada por binoculares los vuelos en las cercanías.
Eso no quiere decir que la seguridad solo esté puesta en los ojos de una persona, ya que su labor se apoya en un equipo humano que en paralelo se preocupa de los aviones en ruta que son monitoreados desde el centro de control, quienes se ayudan con sofisticada tecnología de radares y modernos equipos de comunicación, visualización e iluminación, que permiten el seguimiento del tráfico aéreo.
Formación
Romina al igual que sus compañeros estudió en la Escuela Técnica Aeronáutica de Santiago, institución encargada de formar a los técnicos y profesionales que tendrán a cargo la seguridad de los vuelos y que imparte carreras como meteorología, controlador, electrónica aeronáutica, seguridad, salvamento y extinción de incendios, entre otras.
Una elección para la cual Romina resalta se debe tener vocación, esa que descubrió de la mano de su padre que también hizo carrera en la Dgac, pero en otra área.
"Cuando terminé cuarto medio y vinieron las postulaciones, la verdad es que iba con otras líneas de estudio y mi papá en su momento me mencionó la carrera y a mí me atrajo por el tema del inglés porque nosotros tenemos que manejar los dos idiomas", comentó sobre cómo llegó a especializarse en un área ignorada por la mayoría, donde las mujeres son minoría, ya que en el caso del aeropuerto de Iquique de los 32 funcionarios solo siete son mujeres.
En el transcurso de su formación descubrió que había acertado con su elección, ya que su futura profesión se ajustaba a sus intereses y personalidad. "Yo soy Géminis me gustan y me atraen muchas cosas, pero no me gusta mucho la monotonía. Es un trabajo que tiene una finalidad, pero todos los días es distinto, a pesar que uno está en el mismo ambiente, pero se generan situaciones distintas, que hace que el trabajo sea de alguna manera más dinámico".
Labor
En su caso se desempeña en la torre de control y en la oficina de aproximación. La primera es un edificio de varios metros de altura, lo cual es clave para tener una visión privilegiada de todo el aeropuerto.
"En la torre de control es mirar hacia afuera, observar por eso están esos ventanales enormes porque la idea es que nosotros nos enfoquemos en base a lo que vemos y cualquier peligro que pudiera haber para una aeronave nosotros lo pudiésemos detectar, por ejemplo si hay un perro en pista esa es la finalidad", explica detalladamente.
Un trabajo que parece estresante tomando en cuenta la responsabilidad que tiene en sus hombros, pero allí la profesional insiste en que existe la confianza en todo el trabajo en red de la DGAC, que está alerta de lo que ocurre tanto en el cielo como en la pista.
Le toca cumplir turnos rotativos de 12 horas y en éstos se va relevando con otros compañeros de labores, ya que tienen lapsos de descanso para retomar energía de aquellos minutos en los que tuvo que tener una atención constante del perímetro del aeropuerto.
"Nosotros vamos rotando de manera de descansar un poco porque uno cuando está en la labor de control debe estar observando y cuando está en la oficina de aproximación uno está observando la pantalla, pero por lo mismo tenemos horarios de descanso", afirma Romina, razón por la cual las dependencias cuentan con varios sofás.
En el caso de la oficina de aproximación su trabajo consiste en organizar todo lo que viene en el aire para entregar un informe organizado a la torre de control, esto con el objetivo que los vuelos aterricen de forma simultánea, pero ordenada.
Familia
Un quehacer que comparte con su esposo, también funcionario de la DGAC, a quien conoció durante su paso por Calama, pese a que fueron compañeros de carrera en la escuela de aeronáutica en Santiago, donde nunca se conocieron, comenta entre risas. En Iquique permanece desde el 2007, una ciudad que se transformó en su hogar, ya que aquí se criaron sus dos hijos.
Al consultarle que es lo que más resalta de su ejercicio profesional, reflexionó, "es un trabajo de relojería, uno ve el reloj, pero no ve lo que está por dentro, entonces nosotros somos como esa parte escondida y cuando digo nosotros me refiero a todo el equipo aeronáutico, es una carrera súper bonita y el que está ahí es porque le apasiona", concluyó.