El cabo olvidado que cuidó al pegaso "Huaso"
En un barrio quitado de bulla de Quillota, vive la viuda de Julio Fuentes, el fiel cuidador del caballo que llenó de gloria a Chile saltando más alto que ningún otro equino.
Mirian Mondaca Herrera - La Estrella de Quillota
Seis de la tarde del sábado 5 de febrero de 1949, y las 5 mil personas que repletaron la cancha principal del Regimiento de Caballería Blindada número 4 "Coraceros" de Viña del Mar enmudecieron mirando hacia el cielo. Los privilegiados que esa jornada veraniega vieron cómo, en su tercer y último intento, el capitán Alberto Larraguibel guiaba al fiel caballo "Huaso" por sobre la valla de madera de 2 metros y 47 centímetros, serían los únicos en ser testigos de una hazaña hasta hoy no superada: el récord mundial de salto alto.
Entre el mar de gente que aplaudía de pie a la dupla ganadora del Campeonato Mundial de Salto Alto, estaba Julio Fuentes Ramírez, un joven cabo segundo que, siguiendo las órdenes de sus superiores de la entonces Escuela de Caballería Blindada de Quillota y haciendo gala de su humildad a toda prueba, se mantuvo en un silente segundo plano aquel histórico día para el deporte nacional. Su lugar, el que había ocupado por años junto a su inseparable compañero "Huaso", era ocupado por el soldado Julio González Ibacache, un hombre con mayor cercanía al capitán Larraguibel.
Tristeza
Antes y después de la célebre competencia en que "Huaso" alcanzó uno de los récords más antiguos de la historia del deporte mundial sin ser batido aún, Fuentes continuó cuidando al pegaso chileno hasta el día de su muerte, el 24 de agosto de 1961. No obstante, el no haber estado junto a él en los momentos previos al gran salto, fue una pena que acompañó hasta sus últimos días a Fuentes.
"Él se sentó en las galerías, lejos, porque sabía que sí se acercaba al caballo algo podía salir mal. El "Huaso" lo seguía para todos lados, así que si lo veía se podía desconcentrar. (...) Aunque sabía que tenía que ser así, siempre me contaba que le dio mucha pena no poder estar más cerca de él ese día", recuerda con nostalgia Gladiz Lagazzi, viuda del cabo, mientras aprieta fuerte contra su pecho las hojas envejecidas de una publicación de la década de los setenta, donde su propio esposo relataba su estrecha relación con el equino.
En aquella publicación del año 1971 de la revista Dulce Patria, Fuentes aclara que el animal no estaba para sutilezas._"Lo hacía saltar 2 metros 47 a la mano. Es decir, sin jinete. (...) Era diablazo, me conocía en los pasos cuando yo entraba a la Nave Cóndor. Entonces relinchaba", recordaba.
"Él (Fuentes) tenía un ojo para los caballos, cuando lo vio supo que si lo cuidaba mejoraría y podía ser un gran saltador. Era tan linda la relación de ellos, Julio le daba un silbido o lo miraba y el caballo venía corriendo, se comunicaban con los ojos", agrega Gladiz Lagazzi, mientras muestra una foto donde su marido posa junto a "Huaso", luego de una jornada de trote por los cerros cercanos al actual Regimiento Granaderos de Quillota. Así fue como el caballo se sanó de sus tendones.
El 11 de marzo la familia recordó un nuevo aniversario de la muerte del cabo desconocido que cuidó al caballo más importante de la historia chilena. Hasta hoy se reúnen para compartir las historias de su padre, con la esperanza de que algún día se le dé el lugar que merece, dentro de la historia deportiva nacional. No es para menos, haber sido el responsable de "Huaso" hasta su muerte.