La cena y la quema del mono para despedir este 2015
Pasada la Navidad, donde las tradiciones iquiqueñas llevan a beber chocolate caliente y comer pan de pascua y dulces, pues son los niños el centro de la celebración, el Año Nuevo que se avecina es una fiesta para los adultos, según explica Patricio Rivera, historiador y académico de la Universidad de Tarapacá.
Esto, porque la celebración que da la bienvenida a un nuevo ciclo, está enmarcada en el carnaval como un símbolo del placer, donde todo está permitido, y en este caso, donde se despide el año viejo con todo lo malo.
"Incluso la gente hace rituales como comer uvas, colocar un anillo en la copa, ponerse ropa interior amarilla. Esto les ayuda a dar la bienvenida al Año Nuevo, a la vibra y la magia nueva. Eso es pagano, no tiene que ver con Dios porque yo decido si me como las uvas o las lentejas. El Año Nuevo es la fiesta del hombre, de la carne de lo que queda de Roma, cuando se desataban en sus fiestas", relata el profesor de la UTA.
SINCRETISMO
En Iquique, este carnaval se vive como una mezcla de creencias entre lo altiplánico y lo anglosajón. Y una de las tradiciones más importantes es la cena.
Según el historiador, esta es la única vez en el año en que los iquiqueños le llaman así a la comida. Es en ese momento, por ejemplo, cuando sale en gloria y majestad la "papa a la huancaína".
"La ves para los bautizos, matrimonios, quizás para el 18. Pero la 'papa a la huancaína' iquiqueña es la pampina. A la que le ponen nuez, cebollín y la mezclan. La comida es parte de la tradición barrial, donde viene el pater famili o padre de familia. Es el que sirve, el que recibe. Todo viene de la Antigua Roma", cuenta Rivera.
Otra de las tradiciones que viven los iquiqueños está es el placer de hacer lo que no está permitido en otro momento. "Si me curo, me drogo o hay una infidelidad, no pasa nada porque el año viejo se lo lleva todo". Es así, con la idea de llevarse lo malo del año, que en los barrios tradicionales de la ciudad como La Puntilla, El Morro, El Colorado, la Gómez Carreño, entre otros, aún se realiza la quema del momo o mono, el cual representa un personaje de Chile o del barrio. "En la época de las salitreras era el pulpero", asegura.
En este sentido, el profesional explica que todo eso se trasladó a la actualidad, pues en la época de las salitreras se quemaba un salitrón en cada esquina, el que flameaba luego de ser encendido.
"No es casual que quemaran salitre, mi abuelo me lo contó. El salitre viene porque en un tiempo hubo una epidemia de viruela y se quemó una bodega de salitre cerca del Año Nuevo y luego de eso se acabó la viruela. Entonces los iquiqueños se quedaron con la idea de que quemar salitre en año nuevo era para que se fuera lo malo. Incluso cuando vino la gripe H1N1, los viejos decían que había que quemar salitre, '¡hay que hacer un salitrón y quemarlo para que se acabe esto!' No hay que olvidar que el fuego viene de la idea de que es purificador", relata.
Rivera precisa que como ahora ya no hay salitre, se queman neumáticos y caucho. Además de un mono que representa lo malo del año. "Y el iquiqueño aprovecha de quemar sofás, refrigeradores, lo tira todo, porque tiene que ver con lo inservible y lo malo. Por eso si te das una vuelta a los barrios al día siguiente, verás restos de colchón", dice.
El momento de los abrazos es luego de encender los monos y cuando empieza la fogata. "Los hombres son los encargados de encender el fuego, y eso marca porque ahí empiezan a tomar champagne", reconoce.
En los noventa se prohibió la quema de monos para años nuevos. "Soy testigo de cómo andaban los bomberos apagando las fogatas porque se prendían los cables del alta tensión, pero eso se acabó pronto", relata.
Rivera puntualiza que el 1 de enero sigue la tradición con una comida fresca como el ceviche, imprescindible para "componer la caña. Y una pilsener, porque antes ya se tomó de todo. También se va a la playa, porque el agua de mar, la sal, descarga todo lo malo. Todo eso es sicohistorico", concluye. J