Celebrar Fiestas Patrias con mirada extranjera
Aunque las Fiestas Patrias intentan sacar a relucir los mejores símbolos de la "chilenidad", a través de sus tradiciones, juegos típicos y gastronomía, los turistas extranjeros y la comunidad inmigrante también hacen su aporte.
Filomena Condori es boliviana y trabaja en una juguería. Tiene treinta años y vive en Chile hace diez. Su pareja es peruana y juntos formaron familia con dos hijos chilenos.
Aunque tiene su visión crítica respecto a la organización de las ramadas, apuntando a la demora en la entrega del terreno y los servicios básicos como el agua y la luz, si agradece la presencia de la autoridad sanitaria.
En cuanto a las tradiciones, Filomena reconoce que tiene sus exponentes favoritos de lo típico chileno. "Comida típica sí he comido, el pastel de choclo. En estas fechas también como humitas, empanadas, anticuchos", dice la vendedora recordando que en Bolivia también existe un tipo de humita.
Y eso no es todo lo que ha probado, ya que en cuanto a tragos, el terremoto también es infaltable entre los foráneos.
"Es muy rico pero después viene el (...)", expresa la mujer, sin completar la frase, refiriéndose a los efectos del trago compuesto por pipeño, helado de piña y granadina.
Otro local de las fondas ubicadas en el exestadio Cavancha, es "Con el sabor del Caribe", a cargo de Clemencia Mejía, quien llegó a Chile desde Colombia hace seis años.
Aquí tiene dos hijos, uno chileno, nacido en Antofagasta, y otra colombiana. "Me gusta la unión de los chilenos. Me fascina cómo celebran las Fiestas Patrias. Es el único país donde veo que celebran las fiestas así. En mi país no. Solamente colocamos la bandera el 20 de julio. Los chilenos son diferentes en ese sentido", dice, mientras espera atender pronto a nuevos clientes. Su especialidad son los jugos vitamínicos y afrodisíacos. Los chilenos aseguran que sus jugos son diferentes a los de preparación local porque son tropicales.
Sin embargo, también vende vasos de terremoto, el que no sólo ofrece, ya que también lo ha probado, asegura.
"Me encanta el terremoto. Me fascinó y lo aprendí a preparar. Y también vendo harto. También me fascinan los anticuchos y la empanada de pino, de horno", reconoce Clemencia, quien expresa su admiración por otras costumbres nacionales.
"Me gusta la cueca, lo que bailan, cómo ordenan sus locales, toda esa tradición me encanta. Y que acogen a todo el mundo", manifiesta la locataria, junto con asumir que la vida en Chile ha tenido sus altos y bajos. "Cosas buenas y cosas difíciles. Pero yo vivo feliz en este país. De repente la economía no está muy buena. En invierno, como trabajo en los jugos, la venta es muy baja", dice, aunque descarta otro tipo de complejidades, como la xenofobia.
"Nunca nadie me ha discriminado. Y lo digo de verdad. Al contrario, me han abierto las puertas para que yo trabaje", asevera Clemencia.
Desde el mismo país llegó Camila Cifuentes, quien vive en Calama y está de paso en Iquique con otras compatriotas conociendo la ciudad y también las fondas.
"Ha sido muy chévere, muy bacana. Las costumbres son diferentes a las nuestras. La música, por ejemplo, es distinta. Allá sólo se celebra el 20 de julio, un día. Acá son más patriotas", dice la colombiana, quien tampoco puede negar su gusto por "ese licor": el terremoto
En cuanto a la comida, dice que no acostumbran a hornear las empanadas, y respecto a los asados... "Le echan mucho picante. Allá también se le echa, pero solo al que le gusta", cuenta Camila. J