La leche materna es el único alimento que el niño o niña necesita durante sus primeros meses de vida y también su primera arma de inmunización.
Se ha avanzado con el post-natal de 6 meses que permite amamantar de forma exclusiva durante ese tiempo, pero paulatinamente se van incorporando nuevos desafíos. Uno de ellos es la compatibilización Trabajo y Lactancia.
La instalación y mantención de lactancia materna requiere que la madre cuente oportunamente con información y apoyo, por ello la educación prenatal es uno de los factores más relevantes en la duración de la lactancia ya que aumenta la confianza en la madre. En este sentido la labor que ejerce la matrona es fundamental para poder crear este vínculo con la madre.
Los índices de inicio y prevalencia de la lactancia materna han experimentado un aumento constante a lo largo de los últimos 20 años. Cada vez más mujeres amamantan y lo hacen durante más tiempo. Esta evolución se ha desarrollado paralelamente a la incorporación masiva de las mujeres al mercado del trabajo remunerado.
Cuando hablan de trabajo, se refieren a todo el que puedan llegar a realizar las mujeres: como trabajadoras asalariadas o autónomas, por temporadas o por contrato.
También se incluye el trabajo doméstico, de cuidado y crianza que habitualmente no recibe remuneración y queda invisibilizado.
Las claves para poder amamantar y trabajar son tiempo, espacio y apoyo. Debemos generar estas condiciones favorablemente en el ámbito laboral para poder brindar seguridad a la madre que intenta volver a trabajar y a la vez amamantar a su hijo.
El apego que se genera al amamantar es único e irremplazable y no podemos quebrantar ese vínculo tan necesario para el buen desarrollo tanto afectivo como intelectual de ese niño.