La esperanza de ser liberado duró seis meses
En esta segunda entrega, Eddy López relata en primera persona los difíciles momentos del viaje entre el barco que capitaneaba y que fue averiado por piratas somalíes y las costas de Somalía. Además cuenta la triste sensación de estar a un paso de la liberación y ver cómo todo se esfumaba rápidamente.
"Ellos ya eran 23 arriba del buque pesquero y nosotros sólo les ocupábamos espacio. A los seis nos encerraron en un pequeño cuarto de máquinas que era realmente asqueroso.
El olor a pescado era insoportable y las cucarachas estaban por todo el lugar. Ahí tuvimos que dormir cuatro días que fueron eternos. Ellos (los piratas) estaban enojados con nosotros, porque no se habían podido llevar el barco con los explosivos y por eso nos trataban pésimo; cada vez que podían nos amenazaban con que nos iban a matar, incluso nos decían que nos iban a comer cuando llegáramos a Somalía.
Para alimentarnos arriba del barco comíamos sopa de pescado que un cocinero chino nos preparaba y además pudimos beber en algunas ocasiones agua.
Pasamos los cuatro días que duró el viaje a Somalia encerrados en ese cuarto que debe haber medido cinco por cinco metros.
No vimos la luz del sol en ningún momento porque ellos no nos dejaban. No podíamos subir a la parte superior del barco para ir al baño y por lo mismo nos pasaron un balde de 20 litros en donde teníamos que hacer nuestras necesidades. Estábamos en un cuarto diminuto, nosotros seis más dos chinos que también estaban encerrados.
Éramos ocho personas, entonces el olor a pescado, las cucarachas y el olor al balde de las necesidades hacían que todo fuera realmente asqueroso.
Al segundo día de viaje bajó a donde estábamos nosotros el jefe de la pandilla que nos había secuestrado y él nos comenzó a tratar de calmar porque vio que estábamos muy nerviosos.
Nos trajo cigarros y nos comenzó a decir en un inglés muy básico: 'company money... you go, go, go', mientras gesticulaba con sus manos.
Con eso nos calmamos un poco porque pensamos que si estos tipos quieren la plata no nos pueden matar. Nos quedó claro que sólo querían dinero.
Mientras duró el viaje perdimos la noción del tiempo, no sabíamos dónde estábamos. Durante ese viaje no nos golpearon, pero sí recibimos muchas amenazas de muerte.
Luego de navegar cuatro días llegamos a la ciudad de Hobbyo en Somalía. El mismo grupo de esos piratas había capturado un buque tanque griego llamado Polard, el cual medía 250 metros de largo y cuarenta metros de ancho.
Cuando llegamos a Hobbyo nos presentaron a un tal Abdulah, que se identificó como intérprete.
Él nos explicó un poco de las reglas que había en el lugar y nos dijo que debíamos hacer caso en todo lo que nos pidieran los piratas, porque eran personas muy violentas y estaban dispuestos a matarnos si es que no hacíamos caso. En el fondo nos estaba tratando de asustar o intimidar.
Comenzamos a caminar para ingresar a la nueva embarcación y me di cuenta que había cerca de 40 piratas apuntándonos con ametralladoras y la verdad es que es una impresión muy fuerte que da.
Cuando subimos al barco me presentaron al capitán y me invitó al rincón donde estaba él. Conversamos un rato y me explicó un poco las reglas de lo que iba a ser nuestra estadía en esa nave y ahí me pude tranquilizar un poco.
Fue la primera vez que nos pudimos bañar desde que nos habían secuestrado, pudimos ir al baño y la verdad es que me pude relajar un poco.
A mi tripulación también los vi un poco más relajados, porque en el otro buque de verdad que estábamos en pésimas condiciones".
la llamada
"Como a la hora de haber llegado al barco se nos acercó otro tipo, un keniano, que hablaba muy bien el inglés. Él se presentó y nos dijo que él era nuestro negociador y la orden era que en la tarde yo tenía que hablar con la compañía. Ellos ya sabían todos los datos que tenían que saber para llevar a cabo una operación de este tipo. Sabían nombres y teléfonos, todo lo necesario.
Cuando llamo en la tarde al director de la compañía, Klaus, lo primero que me pregunta es que si estamos todos bien. Lo primero que hago es preguntarle por el barco y me dice que no me preocupe por eso, porque el barco ya está a salvo y que con un remolcador va hacia Salala, un puerto de Omán.
Después me dice 'Eddy, quédate tranquilo, acá estamos todos trabajando por ustedes, pero ten calma, esto puede tomar mucho tiempo porque esto solamente se trata de dinero'.
Le pregunté a qué se refería con mucho tiempo. Y me responde que existen casos en donde esto se ha demorado más de un año.
No lo podía creer y le volví a preguntar: '¿me estai diciendo que acá puedo estar más de un año?'.
Klaus me respondió que efectivamente ese podía ser el tiempo que permaneciéramos ahí.
Yo me enojé y por el teléfono le dije que tenían que pagar no más y que me tenían que llevar a casa lo antes posible. Yo y mi tripulación les salvamos el buque y yo me quiero ir a casa; tienen que hacer lo imposible para sacarme lo antes posible de aquí.
A la rápida me dijo que iban a hacer todo lo posible y se cortó la comunicación.
En el fondo me vendió la pomada, al igual que lo hicieron con mi esposa y con mi mamá cuando vinieron desde la embajada danesa y les dijeron que nunca me iban a dejar botado. Al final todo era falso porque el gobierno danés no negocia con piratas ni terroristas.
Cuando terminé de hablar con el director, tuve que comunicarle al resto de la tripulación lo que habíamos conversado. A los filipinos les mentí y le dije que íbamos a salir pronto, pero al piloto Soren le dije la verdad y él cada vez que podía llamar a su familia le decía a su mamá que presionara a la compañía para que pagaran el rescate.
De ahí comenzamos a vivir el día a día en el buque tanque. Nosotros seis vivíamos en el puente del buque que debe haber tenido unos doce metros de largo y otros cinco de ancho. En ese lugar teníamos nuestros colchones y hacíamos nuestra vida.
El trato de los piratas con nosotros al comienzo no era malo, porque ellos pensaban que iban a recibir plata en forma rápida por nosotros. En ese tiempo, ellos estaban pidiendo sólo tres millones de dólares por nosotros.
Después ya comenzó a pasar el tiempo y la oferta inicial de la compañía sólo fue de 250 mil dólares y no lo aceptaron. Después lo subieron a 500 mil y tampoco lo aceptaron y después pasó casi un año en donde la oferta de la empresa no subía del millón de dólares.
reloj de oro
El 2 de abril del 2011 fue la primera vez que nos bajaron a tierra. Sacaron al capitán y a dos pilotos del Polard, a Soren y a mí. Nos llevaron en unas lanchas hasta la playa en donde nos esperaban unas camionetas que nos llevaron al desierto.
Llegamos a un lugar en donde nos sacaron fotos que después utilizarían para presionar a la compañía. Después nos llevaron a un cuartel en la ciudad de Hobbyo en donde conocimos al jefe de los jefes de los piratas, Jaileh.
No sé por qué, pero le caí bien. Incluso había momentos en los que tirábamos la talla y yo le decía que cuando nos rescataran me debía dar una parte del rescate a mí. El se reía y con el dedo me decía 'no, no, no'. También le dije que me habían robado el reloj y lo que hizo fue sacarse un reloj de oro de su muñeca y me lo regaló sin importarle nada.
Durante el rato que estuvimos en tierra nos trataron súper bien. Nos dieron comidas típicas de Somalia, también pudimos comer frutas y pensé que la cosa podía ir mejorando, pero no fue así, porque pusieron de negociador a Abdulah, el mismo que hacía de intérprete al comienzo y resultó ser un maldito sádico.
Ya en el barco nuevamente Abdulah comenzó a presionar para que yo le diera números telefónicos de la compañía. Yo trataba de explicarle que de a dónde le iba a conseguir números de los directores. Este tipo por lo general nos golpeaba en forma bastante dura.
En el buque tanque estuvimos seis meses y la verdad es que yo pensé que el tema se iba a arreglar dentro de ese plazo de tiempo. Siempre tuve la esperanza de que cuando llegara el rescate de ese barco griego nos íbamos a ir todos juntos. Creía que ambas compañías se iban a poner de acuerdo para sacarnos a todos. Lamentablemente me equivoqué.
Un día cerca de las dos de la madrugada, estábamos durmiendo y llegan como 20 somalíes vestidos de militar muy armados y me patean cuando yo estaba durmiendo.
Me pide que levante a mi tripulación y escucho que se le acercan al capitán del Polard, Alex, y le dicen 'you go'. Toda esa tripulación ellos se ponen a celebrar, se abrazan y lloran.
El caso es que nosotros no, nosotros debíamos empacar nuestras cosas para ir a otro lugar y seguir prisioneros. El rescate era sólo por los de Polard, con nosotros no había existido una buena negociación.
Algunos de ellos se dieron cuenta que nosotros segaríamos ahí. Uno de ellos se me acercó y me dio unas pastillas Diazepam. Me dijo 'te van a hacer falta' y después me dijo 'fuerza'.
Después nos bajaron y nos llevaron a Hobbyo y la verdad es que se nos pasó de todo por la cabeza; desde que nos iban a matar ahí mismo hasta que moriríamos por algún tipo de enfermedad. J