El Combate Naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, no solo marcó el destino de la Guerra del Pacífico, sino que la historia de la ciudad y des sus habitantes hasta hoy.

Si bien fue solo un combate dentro de un conflicto mayor, el acto heroico de Arturo Prat y su tripulación sirvió como ejemplo para miles de niños que lo han tomado como un ícono de patriotismo.

Profesores y apoderados concuerdan que en el pasado la celebración era mucho más másiva, que las calles se adornaban y la ciudad se detenía para recordar a los héroes, pero independiente de estos efectos quien llega por primera vez a la ciudad le impresiona el gran espíritu cívico que se vive en esta fecha, donde sin distinción, niños, adultos y adultos mayores salen a las calles para participar con entusiasmo.

Hoy es un día especial para el iquiqueño, se levanta temprano al desfile de las Glorias Navales, recorre el centro, el que se repleta de vendedores que no solo ofrecen los gorros de marinero, sino que todo tipo de meriendas para soportar la espera hasta el mediodía.

Algunos se embarcan a la Boya otros llegan al monumento al Marinero, donde escuchan atentos el estruendo de las 21 salvas de cañón, que representan el hundimiento en la rada de Iquique.

Después de esto todos celebran, los restaurantes se repletan, otros prefieren asados familiares y también los empleadores ofrecen cenas a sus trabajadores.

En resumen se trata de un día de fiesta, pero más allá el 21 de mayo marca la personalidad de los habitantes de la Tierra de Campeones, esa que impide conformarse con términos medios y que si bien muchas veces significa llegar a discusiones viscerales, también ha permitido logros deportivos y que sus habitantes se destaquen positivamente nacional e internacionalmente.

Son estos ideales los que deben persistir, son las tradiciones y costumbres que enorgullecen a los iquiqueños y que deben seguir siendo las bases en las que se funda una ciudad que busca seguir deasarrollándose, independiente de las tragedias o catástrofes que la puedan afectar.

Nuestro Iquique antiguo se viste de orgullo, nuestras memorias lejanas se encienden con la leyenda del épico combate que presenció muda nuestra querida y apacible Rada del Colorado. Nuestra historia se inclina y rinde honores ante los inmortales de Iquique.

Al cumplirse 136 años de un combate naval que enfrentó a navíos chilenos con peruanos, parece perderse el significado de esa cicatriz que dejasen en cada chileno los inolvidables marinos de la Rada de Iquique. Un recuerdo que hoy aparece difuso para los jóvenes generaciones y para los nuevos iquiqueños venidos desde fuera de sus fronteras. Un recuerdo que tenemos la obligación de transmitir y valorar en su real contexto. Una leyenda maravillosa de entrega incondicional, hasta ofrecer la vida, por los ideales.

Han de saber que en nuestras azules aguas, un puñado de valientes se enfrentó decididamente ante la muerte, desafiando el destino y ofreciendo hasta su vida por defender la libertad. Eran tiempos de guerra, eran tiempos de lucha y dolor.

Sin embargo, cuando revisamos la esencia de lo que sucedió el 21 de Mayo de 1879, podremos identificar los mismos valores que queremos ver hoy en los verdaderos líderes; la convicción, el ejemplo, la consecuencia y la entrega total. El espíritu de un héroe es en esencia la del verdadero capitán.

Con tanta belleza lo declama cada 21 de Mayo el poeta Alberto Carrizo, que me atrevo a robarle un trozo de su Requiem: "Doce diez del meridiano.

Fue un aguaje violento de hora doce desmadejando el barco en un recóndito infinito de sus pampas.

Doce diez del meridiano. Fue una ola inmensa larga y despiadada hora alucinante ola desatando la madera aún atada a su cordón umbilical de semidioses entrampados; los hombres luchaban. Y de puro asombro fue la próxima marea.

Doce diez del asombrado meridiano". Compartamos con legítima admiración el legado que nos regalaran Arturo Prat y sus inmortales, contemos con pasión el destino de los fuertes de corazón, revivamos con orgullo nuestra heroica historia de arrojo y valor.

Honores y distinción a los inmortales de la Rada de Iquique.