La angustia se refleja en los ojos de familiares, amigos y vecinos de Marcela García Valdés, joven madre de 27 años que murió ahogada tras salvar la vida de su único hijo.
En su barrio de toda la vida, de calle Oscar Bonilla con Zegers, unas cincuenta personas esperaron su llegada para darle el último adiós y las condolencias a sus seres queridos.
"Ella dio la vida por su hijo, es una mujer heroica , eso no lo hace nadie", exclamó Erika Caqueo, vecina más conocida como "Kika".
Todo lo anterior luego del fatal domingo que cobró la vida de la joven madre, la que se encontraba de paseo junto a su hijo y amigos en playa La Sal, ubicada a unos 61 kilómetros al sur de Iquique.
Cerca de las 18 horas, su hijo Alejandro de 11 años se bañaba en el mar junto a un amigo en un sector del balneario.
En ese momento el viento soplaba fuerte y la marejada hizo corriente en algunos sectores de la playa, lo que arrastró a los menores mar adentro.
Sin dudarlo, García Valdés se lanzó al mar para auxiliar a su hijo que gritaba junto a un amigo, a los que logró empujar hacia la orilla.
Distinta suerte corrió la heroica madre al no poder nadar contra la fuerza de la corriente, que la arrojó varios metros más al fondo.
Rescate
Al percibir la situación los amigos llamaron a emergencias, mientras otros intentaban sacarla del agua, pero ya sin signos vitales.
Al lugar llegó personal del Samu de Chanavayita quienes intentaron reanimarla durante 45 minutos en la orilla de la playa, sin tener éxito.
Luego de la tragedia se presentó la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI), unidad que realizó peritajes en el lugar para establecer los factores que desencadenaron el deceso.
"Sabemos que rescató a su hijo y otro menor que eran arrastrados por el oleaje que en cuestión de segundos se la llevó y la azotó contra las rocas del sector", manifestó el comisario jefe de la BH, Paulo Villanueva.
Trabajadora
Marcela era la menor de tres hermanos y vivía junto a su madre, hijo y familiares en la esquina de Zegers con Óscar Bonilla, lugar donde era reconocida y querida por los pobladores.
Así coincidieron sus vecinos a quienes les sobraban palabras para describir la personalidad de la mujer.
"Ella era buena mamá, buena vecina, una persona muy tranquila que ayudaba a su mamá siempre en todo lo que podía", manifestó su madrina María Angélica Ruiz.
"La veíamos por las noches apaleando locos porque su mamá vende mariscos en el terminal. Ella podía trabajar en cualquier cosa sin problemas, era sacrificada y esforzada por su familia", agregó la mujer que lleva 33 años viviendo en el barrio.
Para sus conocidos del sector será difícil acostumbrarse a su ausencia al no verla fumar un cigarro por las noches en la silla que instalaba fuera de la casa.
"La recordaremos siempre como alguien alegre que le encantaba la música y bailar. Buena para la talla, siempre arreglada y bonita", manifestó Vania Bugueño, vecina de su edad.J