El estrés es un fenómeno frecuente en la población de hoy que abarca a todas las edades. Es un factor de riesgo significativo de enfermedad mental, accidentabilidad e impacto sobre la salud sexual y reproductiva no debe desestimarse.
La mujer desde la pubertad está expuesta a importantes cambios en la concentración de sus hormonas sexuales, lo que sin duda influye sobre su estado. Los días premenstruales, el postparto y los años que rodean a la menopausia son considerados etapas críticas. Existe cierta evidencia que indican que el estrés crónico, el que puede ser originado por el trabajo, los problemas económicos y la violencia, pueden marcar o alterar estas variaciones hormonales, principalmente la del estrógeno e influir en las bajas de serotonina, sustancia asociada al bienestar, lo que hacen a la mujer más vulnerable a la enfermedad afectiva, a los estados disfóricos del síndrome premenstrual y a la desregulación del estado de ánimo.
Se ha demostrado que el estrés ambiental puede interferir con la función endocrina, alterar las concentraciones de estrógenos y producir trastornos de las menstruaciones los que pueden manifestarse con ausencia y anovulación crónica. En algunos estudios se ha demostrado que condiciones desfavorables de trabajo aumentan el estrés y, con ello, el dolor menstrual.
También, la exposición al estrés psicosocial puede influir en la fertilidad de las mujeres. La implantación del embrión implica la interacción íntima con un útero receptivo durante un período de tiempo limitado. El estrés puede afectar la calidad de esta nidación y un efecto dominó con consecuencias adversas sobre la gestación y postparto, como pérdidas gestacionales, deterioro en la calidad de la placenta, dificultades en la irrigación materna fetal, dificultades en la bajada de la leche y en el proceso de vinculación madre e hijo.
Vivimos en una sociedad competitiva, donde desde pequeños debemos rendir. La invitación es a cultivar la salud mental y a proteger a las personas para que sean sanas y felices desde niños.
Erica Castro, Directora Simulación Clínica, Universidad San Sebastián.