El terremoto del 1 abril dejó inhabitables los departamentos de los pobladores del sector de Las Dunas y obligó a sus habitantes a trasladarse hasta carpas para poder dormir en las noches, sin temor.
Sin embargo, a poco más de dos meses de la tragedia, los afectados respiran cierta tranquilidad, pues esperan la entrega de las casas definitivas hasta donde se mudarán en julio, mientras, duermen en unas viviendas provisorias entregadas por el estado.
Así lo aclaró Yoanna Álamos, dirigente de los vecinos reubicados en los domicilios de emergencia. 'Estamos tranquilos y agradecidos. Conformes porque, aunque la reacción fue algo tardía, estas casas de emergencia son transitorias y las autoridades ya se comprometieron a entregarnos las viviendas definitivas el próximo 15 de julio.'
Además, la afectada explicó que las nuevas residencias serán de un espacio similar al que tenían los dañados departamentos, los cuales deberán ser demolidos próximamente. 'Las villas nuevas son de casi los mismos metros cuadrados que teníamos anteriormente', afirma Álamos.
Ella destacó que la ayuda y comunicación entre los mismos vecinos afectados ha sido clave para sobrellevar la situación posterior al terremoto. 'El apoyo que existió entre la gente fue un siete. Todos estamos pendientes de todos, de los niños, principalmente. Llegamos a ser seis familias las que compartimos la misma olla común cuando estábamos con carpas en las dunas'. Y prosiguió con 'hay gente que lo está pasando más mal que nosotros'.
Adrián Clavero llegó en 1985 a vivir hasta los edificios ubicados en la calle Las Cuyacas con Tamarugal. Pese a la gravedad de la crisis, cuenta con serenidad cómo es su situación actual. 'No hay que pedirle mucho al gobierno, porque hay que ser honestos; hay problemas también en Valparaíso. Hay gente que la está pasando mucho más mal que nosotros', precisó el hombre de 57 años.
Al igual que los otros vecinos, Clavero dijo que la mayor complicación se relaciona con el espacio del que disponen.
'Yo me quedo en una carpa abajo, con mi hijo, porque somos cinco y el espacio es muy escaso. No hay privacidad', expresó Adrián, quien desglosó el nivel de daños que tuvo la construcción, que hace dos meses era su hogar.
Juana Olga López, 3 moradas más allá, relató que las autoridades 'nos han ayudado harto, sobre todo con la mercadería. No tengo nada de que quejarme'.
Respecto a las réplicas que día a día sacuden a la región, los damnificados coincidieron que el nerviosismo es permanente y el miedo a un sismo mayor es un fantasma que está presente.
'Se divulga mucho en algunos medios que se viene un megaterremoto. Estamos asustados. Si pasa, ojalá suceda en una hora familiar, como la última vez', manifestó Yoanna Álamos. J