Adultos mayores viven encerrados en su departamento de Alto Hospicio
Marce Contreras. Requieren silla Roll Over para poder salir con su esposa, con quien vive en un tercer piso.
Hace seis meses que Olga Soto casi no sale de su casa, una fractura de cadera se lo impide a sus 80 años. Esto asociado a que padece un cáncer avanzado, diabetes y demencia senil, obliga a su marido, Marce Contreras, a permanecer a su lado las 24 horas, pues Olga necesita de asistencia constante.
"Yo veo que ella se va apagando día a día. Creo que si ella pudiera salir de vez en cuando y mirar la luz del día al menos, se sentiría mejor. Yo se que ella no va a mejorar físicamente, pero si su estado de ánimo cambiaría pues la veo que cada día se comunica menos", explica su marido, un ingeniero y escritor retirado que agrega que ambos logran "sobrevivir" con $200 mil pesos al mes que reciben de pensión.
"Tampoco puedo trabajar porque no puedo dejarla sola. Me da miedo que un día me pase algo y encuentren muertos acá solos después de días", agrega Contreras.
Para el, lo más impactante es que cada vez que necesita sacar a Olga para sus controles médicos, ya sea en Iquique o en el consultorio de Alto Hospicio, debe llamar a Bomberos, con 15 días de anticipación, para que le ayuden a desplazar a su esposa hasta el primer piso. Y muchas veces el voluntariado tiene otras prioridades y no pueden apoyarlo.
Ambos viven en un tercer piso de un edificio ubicado en calle Santa Isabel en el sector de La Tortuga, en Alto Hospicio, y la silla de ruedas que tiene Olga, solo le permite desplazarse uno metros dentro de su departamento. "Nosotros no pedimos alimentos, tampoco ayuda en dinero, necesitamos una silla de ruedas para bajar escaleras llamadas Roll Over. Son especiales ya que tienen tres ruedas en cada extremo de atrás y tiene esa función, bajar y subir escaleras", explica Marce Contreras que además señala que muchas veces, al conocer su caso, la gente llega a ofrecerles alimentos y otras cosas que agradece mucho, pero que según agrega, no necesitan tanto como lograr un poco de independencia para salir del departamento, incluso en caso de un sismo o emergencia.
"En el terremoto pasado del 2014, Olga caminaba y nos refugiamos ambos debajo de una puerta, pero ahora no se qué pasaría porque no puedo desplazarme con ella así repentinamente", indica.
empresas
El ingeniero explica además que les han ofrecido ayuda con un departamento o casa en un primer piso, sin embargo el departamento donde viven es propio, lo terminaron de pagar hace dos años y es su "refugio" porque todas sus cosas y recuerdos están en esta propiedad. "Creo que no es la solución. A nosotros nos quedan dos o cinco años de vida, tal vez menos y por eso queremos estar aquí. Yo no tengo dinero para comprar esta silla, he buscado otras soluciones para lograr la manera de transportarla, pero alguna vez escribí a un par de empresas inmobiliarias o constructoras y me dijeron derechamente que no podían ayudar, mientras que otra me dijo que debía juntar firmas para ver si ellos podían construir una solución para bajar y subir a mi esposa. Eso es prácticamente imposible para mi", añade Marce Contreras que además agrega que su propia salud mental se ha visto afectada por ver el deterioro de su esposa "aunque debo decir que la atención médica que ella recibe es excelente", explica.
Olga no reconoce ni siquiera a sus hijos, pero si a Marce. El espera solo que una autoridad, ya sea de gobierno como Senadis o bien el municipio de Alto Hospicio, o quizás un privado, los ayude a conseguir una silla de ruedas con esas características de desplazamiento y así a salir de "la cárcel del edifico azul" como el mismo ha bautizado a su vecindario.
El mail de Marce es marcehugocontreras@yahoo.cl